Montse ha cambiado su puesto en Deloitte para ser monja.

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La tribuna

La tormenta del talento

30 octubre, 2021 01:39

Hace unos meses, varios medios de comunicación se hacían eco de una noticia que había sorprendido a las altas esferas de una de las Big Four. Una de sus socias más jóvenes y con mayor proyección, directora del área de Analítica Avanzada e Inteligencia Artificial, había decidido dejar la firma para ingresar en la Orden de las Agustinas como monja de clausura. Emprendedora de éxito en Silicon Valley, la joven valenciana publicaba en su perfil de LinkedIn su decisión de dejarlo todo y emprender un nuevo camino espiritual.

Lejos de la anécdota, lo cierto es que el talento está viéndose sometido a un conjunto de factores que están provocando la tormenta perfecta, especialmente en el mundo de la tecnología.

Un reciente estudio de McKinsey destaca las cifras récord de rotación que se están dando actualmente en Estados Unidos: más de 15 millones de trabajadores han dejado sus empleos entre abril y agosto de este año, y este éxodo no ha hecho más que comenzar. Anthony Klotz, profesor de la Universidad de Texas, acuñó el pasado mes de mayo el término “la gran renuncia”, analizando la razones de una desbandada laboral en la que millones de trabajadores quieren cambiar de trabajo, empresa, lugar de residencia, sector, o incluso profesión.

Frente a unas tasas de desempleo estadounidenses del 5%, en España han ido mejorando los indicadores de creación de empleo en los últimos meses. Se han recuperado los niveles pre pandemia, aunque el paro se mantiene en tasas cercanas al 15%. En cualquier caso, nuestro nivel de ocupación sigue viéndose condicionado por una elevada estacionalidad, cuyo único antídoto pasa por el cambio del modelo productivo.

En el sector TIC, las grandes consultoras están enfocando sus planes estratégicos hacia el mercado de análisis de datos, inteligencia artificial y automatización de procesos. La pandemia ha puesto en el punto de mira a las empresas tecnológicas, que han desempeñado un papel relevante en el mantenimiento de la actividad económica de todos los sectores.

La Asociación Española de Empresas de Consultoría (AEC) señala un crecimiento del empleo en el año de la crisis del 0,7% frente al 2019. Aún así, la brecha estructural entre la oferta y la demanda de profesionales del sector TIC sigue aumentando. Por cada puesto de trabajo que desaparece en el sector tradicional se generan casi tres relacionados con las nuevas tecnologías y el mundo digital. Tanto es así, que para el año 2050 el 75% de los trabajos estarán relacionados con carreras STEM.

Esta brecha digital contrasta con la decisión de muchas empresas multinacionales de apostar por España. IBM anunciaba hace unas semanas su mayor inversión en nuestro país para crear un centro cloud y convertir a Madrid en el hub digital del sur de Europa. Por su parte, Microsoft elegía recientemente Barcelona como sede para crear un centro de investigación en inteligencia artificial. Todos ellos son ejemplos indiscutibles de una gran oportunidad que debemos aprovechar para convertir a España en un polo de atracción de talento y un destino nearshore para el resto de países europeos.

Esta apuesta estructural por desarrollar y atraer talento debe combinarse con la necesidad de retenerlo. Numerosas empresas del sector tecnológico estamos sufriendo este año una gran rotación, muy superior a los índices de años previos. El desequilibrio entre la oferta y la demanda ha despertado una higiénica inflación salarial, frente al tradicional desequilibrio que ha existido entre los mercados del sur de Europa y otros más desarrollados. Según el portal Glassdoor, el sueldo actual medio de un programador de software en España es de 30.000 euros al año, frente a los 48.000 euros que se pagan en Francia - un 60% por encima -.

Esta inevitable tendencia al alza debe ir acompañada de un esfuerzo colectivo para dar valor a los profesionales y expertos en tecnología. En la crisis de hace una década, sus departamentos sufrieron los mayores recortes presupuestarios debido a su condición exclusiva como centros de coste, alejados del impacto en el negocio. En este sentido, es necesario e imprescindible reforzar la unidad del gremio, fomentando una competencia sana en el lado de la oferta que mitigue las estrategias cortoplacistas y las bajadas temerarias de precio tan habituales en el sector.

Pero más allá de las consideraciones salariales, la pandemia está acelerando la adopción de un nuevo modelo de relación laboral. La adecuada combinación del trabajo a distancia con la vuelta a la oficina es tan solo la punta de un iceberg al que subyace todo un cambio de paradigma. La comunicación, el trabajo en equipo, la creatividad e innovación se han visto penalizadas en un entorno virtual, que nos ha vuelto más eficientes y puntuales a costa de la desafección y el desapego. Al mismo tiempo, la pandemia ha provocado en nosotros una suerte de crisis profesional existencial, de carácter más o menos profundo, que nos hace replantearnos nuestro presente y futuro.

Dar respuesta a esta situación por parte de la empresa no es fácil. Restablecer los valores, reforzar la cultura y redefinir las reglas del juego son algunas de las estrategias indispensables para gestionar las nuevas demandas del talento, ante la tormenta perfecta en la que nos encontramos. Y, en el vértice de dichas estrategias, las empresas debemos reforzar nuestro propósito y conectarlo con el de nuestros empleados, en el marco de un nuevo modelo de colaboración basado en la confianza y en la transparencia.

*** Antonio Crespo es CEO de Quint Iberia y Latam.

Eugenio Mallol opinión

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