La semana pasada me tocó asistir a una asamblea general de una federación de CEOE que presidía Su Majestad el Rey. Además de un acto sólo para asociados, la presencia de su Alteza hizo que no faltara ninguno de los empresaros importantes. Me llamó la atención que entre los varios centenares de asistentes, sólo 3 representábamos al mundo startapero. Me atrevo a aventurar que en cinco años, cualquier asamblea de CEOE estará plagada de startups. Les explicaré por qué.
Las startups están empezando a tomar conciencia de clase. Reclaman su espacio y, como dijimos el primer día, también se van dando de bruces con la dura realidad burocrática. Pero las condiciones, el momento y, sobre todo, la pasión y la velocidad les van a hacer imparables. El futuro es suyo. Miren qué buen ejemplo para empezar este resumen semanal de lo mejor de D+I.
Hace hoy un mes, el 16 de abril, la Comisaria de Innovación Mariya Gabriel, reunió a los representates de las startups europeas para pedirles un plan de acción. Y apenas tres semanas depués, este lunes, se quedó sorprendida de tener encima del escritorio el plan en el EU Startup Summit. Enviado sin mucho formalismo, por Zoom y ante la prensa. ¿Para qué rellenar formularios y poner cuños? Eso es de otra época. Viva la disrupción.
¿Qué es una startup?
Lo primero que le pidieron a la comisaria es que se defina con los mismos términos y magnitudes qué es una startup, una sclaeup, quiénes forman parte del sector, las etapas de crecimiento, qué es un unicornio... porque en cada país hay una medida. No les sirve como consuelo que con el concepto pymes viene ocurriendo lo mismo desde hace décadas.
Lo siguiente que reclamaron es la evaluación de datos y marcadores concretos y que más allá de las estadísticas de los Estados, el sistema esté abierto a que las empresas puedan aportar información. Es casi una deformación profesional, viviendo cada día entre analíticas de datos y conociendo la obsolescencia de las estadísticas gubernamentales,...
Porque las estadísticas mal gestionadas pueden ser engañosas. China presume de que tiene 200 unicornios, es un gran referente donde mirarmos. ¡Guau!. Estonia sólo tiene 7. Claro que en el modélico país del Este basta con 300.000 personas para crear una startup de más de mil millones y en la dictadura asiática se necesitan 7 millones de chinos para lanzar una.
Y por supuesto reclamaron una apuesta por el emprendimiento desde el colegio y sistemas fiscales y de financiación que no ahoguen a las empresas en sus inicios. Stock options para retener el talento, un visado europeo de startups...
Que el postureo ha metido a mucho figurón en el sector, es una lacra que se depurará con el tiempo. Pero que startups que hace apenas cinco años despuntaban, hoy son unas señoras empresas, también es cierto. Y esto acaba de empezar.
Ya les tienen en cuenta en los eventos de los mayores de la economía, ya no sólo se codean con los cargos de innovación. Han dejado de ser menores. La ministra de Industria, Reyes Maroto, y el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, estuvieron esta semana en el Madrid Platform (D+I fue media partner). En este puente latinoamericano para el negocio, con mucho protagonismo para las startups, vimos mimetizado el espíritu de consenso de nuestro Wake Up Spain!, ministra del PSOE y Vicealcaldesa de Ciudadanos, Begoña Villacís.
España vuelve mirar a Latam. Y Latam quiere entrar en Europa por su puerta natural con una relación calidad/coste de sus startups que es una gran ventaja para los países Sudamericanos en esta economía global del click.
Aviso a los grandes
De lo mejor de la semana de D+I, les recomiendo la entrevista de Alberto Iglesias al presidente mundial de IBM, Jim Whitehurst, que se publicaba el lunes. De entrada el giro que ha dado el gigante azul sería impensable en una absorción de empresas en España (pactos con estrategias político-bancarias al margen). El actual presidente de IBM es el ex CEO de Red Hat, la empresa especialista en la nube híbrida que compraron.
Y el mensaje que traslada a las grandes empresas es muy claro: no pueden ni deben seguir actuando como hasta ahora en innovación. Y miren cómo lo expone:
"Las grandes compañías son muy buenas en hacer las mismas cosas una y otra vez, a escala, y hacer mejoras continuas en eso. Son muy buenas en coordinación y hacer que todo el mundo encaje. Pero la transformación digital va de hacer cosas distintas, que no es algo con lo que estén familiarizadas las grandes empresas", explica Whitehurst.
Y añade a renglón seguido: "Esto no va de la tecnología, porque las herramientas son algo que todo el mundo tiene... aunque la nuestra va mejor. Esto trata de aceptar la experimentación, no de hacer un plan y ejecutarlo. Trata de configurar una empresa que sea exitosa adaptándose al mundo cada día. Y se necesita un músculo diferente, cultura y personas distintas".
¿Se atreverán las grandes empresas a experimentar constantemente? El vértigo de lo incierto en estructuras con grandes costes ciertos. Lo que está pidiendo Whitehurst es que los elefantes sean gacelas, que los grandes actúen con estrategia startup.
Frescura y rapidez
Porque esta revolución que tenemos la apasionante suerte de vivir va de eso, de frescura y rapidez. Pasen y vean. La startup gallega Barkibu ha logrado que le inviertan 5,6 millones (lo siento, hay dos términos que odio: levantar y empoderar). ¿Por qué tanto interés? Porque están creando un sistema de teleasistencia/televeterinaria. En principio para gatos y perros. Pero imagínense el potencial si logran extenderlo al resto de animales, con lo diseminadas que están las granjas y lo importantes que son en el mundo rural y en la cadena alimentaria.
Han procesado 800.000 consultas en cinco años. Analizan respuestas y comparan miles de casos. Inteligencia artificial de base. Pero original. Ya tienen 300.000 usuarios.
Para rapidez también la de los cordobeses de Genially que publicaba el lunes D+I. Empezaron en 2015 a idear un sistema interno que se ha convertido en el powerpoint del futuro. Crecen a razón de 35.000 clientes al día. Ya tienen 12 millones, han dado el salto a EEUU con dos sedes y a Latam. A este ritmo, ¿a que estará plagada de startups cualquier asamblea de CEOE en un lustro?
Otro ejemplo de oportunidad es eCustoms. ¿Cuánto tiempo lleva el sector naviero y logístico haciendo lo que se ha hecho toda la vida? Quizás más que otros porque como era un sector con grandes barreras de entrada. Pues esta startup dice que el 20% del coste del transporte son ineficiencias. Y que con su herramienta de blockchain e inteligencia artificial ahorran un 70%.
La cadena de bloques la usan para la trazabilidad de los documentos, conectados a las aduanas de la Agencia Tributaria. Y la otra, la reina de las tecnologías, la emplean para detectar errores y obtener datos de documentos no estructurados (scraping de papeles escaneados).
Innovación de ultramar
Prometo un día contarles las diferencias prácticas entre innovación y digitalización, esa delimitación que a veces causa enfrentamientos entre los centros tecnológicos y las startups. Pero hoy sólo vamos a mostrar el músculo que tienen algunos de los institutos y ecosistemas con más solera de este país. Unos dirán que años y presupuestos no les han faltado. Cierto. Pero el prestigio se lo han ganado.
Sobre todo si hablamos de Innobasque o Eurecat. El primero está creando lazos con Gales a través de su Impact Innovation para lograr buenos scoutings de tecnología y alianzas en formación. El catalán ha mirado más lejos, se alía con el Royal Melbourne Institute of Technology en un proyecto común para transformar las pymes y grandes empresas de Cataluña y de Victoria (Australia).
Como verán hay gobernantes que tienen visión de futuro y horizonte internacional y otros que no tienen mucho nivel. Nunca les he querido comentar nada de la relación que tiene el alcalde de Valencia, Joan Ribó, con su ecosistema innovador. Y su alergia por la economía de mercado en general. Envidio a los malagueños, eso sí es un alcalde implicado. Yo no quiero ser juez y parte (parte perjudicada), pero algún día no me podré reprimir. Hoy escribiré unas pocas líneas por imperativo de la actualidad.
Esta semana David venció a Goliat. La Asociación Valenciana de Startups se enfrentó en los tribunales al Consorcio que gestiona la Marina de Valencia. Las startups querían su espacio, nunca mejor dicho. Y se vinieron arriba. Pleitearon por la sede de la antigua Estación Marítima contra nada menos que el Consorcio compuesto por Gobierno central (40%), Generalitat (40%) y Ayuntamiento de Valencia (20%). Y les vencieron. La adjudicación se saltó la legalidad, según el juez. Una prueba más de que la digitalización y la realidad empiezan a encontrarse.
La Marina es uno de los Hubs de Europa con más potencial, donde están ubicadas dos de las incubadoras líderes del país, Lanzadera e Innsomnia, con grandes corporates a las que digitalizan. Pero el Ayuntamiento y el Consorcio tratan a las incubadoras y a las startups con un desinterés que no se pueden ni imaginar. Desde los confusos gestores a la desganadas funcionarias, que miran con parsimónica lentitud cualquier trámite para unas empresas que tienen la velocidad en su ADN. Ahora bien, parte de la culpa la tienen también los anteriores, que dejaron un lugar al margen de la ley.
Me contendré, que no estamos aquí para eso. Espero no tener que darles más detalles en el futuro.
La moraleja, con la que siempre nos gusta acabar, hoy enlaza el inicio, el final y la mitad del artículo. Las startups ya se codean con los empresarios. Las incluyen en las cumbres de la economía de los mayores. Han bajado a la platea, ya no son meros floreros. Ellas mismas ya plantan cara al poder. Y, sobre todo, su agilidad y frescura son el espejo en el que se miran las grandes tecnológicas. ¿Verdad que hay que empezar a considerarlas como actores importantes?... ¿Y por qué no?
** Rafa Navarro es editor de D+I y CEO de Inndux Digital Group.