Siguiendo un paralelismo casi mimético, las autonomías españolas quieren convertir a las startups en pymes tecnológicas. El Gobierno, en su plan España Nación Emprendedora, busca escalarlas para lograr scaleups. Y Bruselas, campeones globales.
En este repaso a lo mejor de la semana de D+I (Disruptores e Innovadores), me he quedado con las palabras de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, cuando decía el viernes: "Los europeos somos muy buenos en hacer ciencia con dinero, pero no en hacer dinero con la ciencia". Quizás porque nos falta poner en valor la dureza de emprender y lo complejo que es convertir las ideas en empleo y negocio. Y que la creación de empresas no sea demonizada. A ver si llamándoles startups podemos avanzar.
Porque la líder europea hacía esta advertencia al presentar el proyecto de la gran aceleradora europea de startups a la que va a destinar 10.000 millones en seis años. Quiere lanzar retos para crear compañías de liderazgo mundial. Al más puro estilo de lo que hacen las aceleradoras privadas: pitch, formulario que aterriza la propuesta y rapidez en la asignación de ayudas.
Las ventajas del reto
Se atribuye a la NASA la idea original del lanzamiento de retos. En plena competencia de las superpotencias de la Guerra Fría por conquistar el espacio, necesitaban toda la ayuda externa posible. Un concurso de talento, para resolver los desafíos que les sobrevenían, fue de gran ayuda en aquella carrera del poder y la ciencia.
Aquel sistema de captación de ideas y soluciones derivó en el ámbito privado en un método ordenado aderezado de términos como: elevator pitch, prueba de concepto, mínimo producto viable, rondas de financiación, investor day,...
En los últimos años me ha tocado promover y participar en numerosos procesos de este tipo para la banca, los seguros, la industria, la logística, los puertos,... Muchas horas como jurado y muchos pitchs. Y algún que otro millar de startups analizadas. Y lo más importante del proceso no es el final, sino el camino.
Tener a decenas de personas buscando solución a tus problemas y viéndolos desde puntos de vista muy diferentes, con la tecnología como base, te abre la mente para siempre. Pero para que un reto tenga éxito, atraiga al mejor talento y sobre todo se implante bien, requiere de una metodología clara y segura. De transparencia y de un equilibrio entre las partes. De alguien imparcial que marque los tiempos y las reglas del juego entre diferentes culturas. Y, sobre todo, mente abierta y valentía para correr pequeños riesgos, lo que llamamos "fallar barato".
La tecnología se generaliza
Cuando hace unos años sólo un puñado nos dedicábamos a esto en España, solían decirnos al terminar nuestras presentaciones que sentían miedo ante los cambios futuros que les dibujábamos. Recuerdo una entrevista que le hice al director de la planta de Ford en España, Dionisio Campos, en 2017, en una sesión de formación a empresarios. Sentenció con una frase que creó un frío silencio: "Si esta tarde después de salir de aquí no tenéis claro que debéis digitalizaros, quizás mejor sea cerrar la empresa porque en tres años no valdrá nada". Dionisio se jubiló. Esta semana, cuatro años después, Ford ha anunciado 630 despidos y el cierre del turno de noche. Pese a los intentos de algunos actores por traer a España áreas de tecnología de movilidad de la multinacional del óvalo, otros destinos ganaron la batalla.
Será por este tipo de noticias o por la llegada de los fondos, pero es cierto que con cuatro años de retraso se empieza a apreciar un cambio de tendencia entre los empresarios más pequeños. Lo contaba D+I el viernes, Red.es y las Cámaras de Comercio van a abrir 60 oficinas para ayudar a digitalizar a las pymes.
No sé si el plan realmente peca de estrategias de otro momento, habrá que esperar a conocer su implantación, pero sólo la iniciativa ya puede mover montañas. Porque si algo ven las empresas en la digitalización es la única o la gran salida.
El dato se ofrecía el martes, cuando se hacía público el barómetro de la reactivación que ha puesto en marcha la plataforma EActiVate con el apoyo intelectual del Ivie. Análisis de tendencias y una encuesta a más de 800 empresas para dejar claro que el 60% de los empresarios van a invertir en digitalizar sus negocios en este complejo año.
Seguramente estarán influidos muchos de ellos por esas consultas, o retos abiertos, en los que ha convertido el Gobierno las manifestaciones de interés (MDI). El departamento que dirige Nadia Calviño ha abierto el plazo para proyectos de inteligencia artificial hasta el dos de abril. Con un poco más de tiempo para los MDIs quizás se diese más transparencia al proceso y se lograsen mejores propuestas. Es cierto que por el camino estos procesos están generando una ebullición de proyectos.
Llega a los sectores más duros
Que las profesiones más pegadas al ordenador se digitalicen ya no nos sorprende. Pero sí que este cambio entre en los sectores más duros e irregulares, porque es una muestra de que el avance se generaliza.
Lo leíamos en D+I el jueves: Robotnik y el centro tecnológico Eurecat han creado un cobot para polígonos industriales. Evita obstáculos en un entorno muy irregular, carga hasta 200 kilos y es capaz de memorizar rutas complejas.
Al día siguiente, el instituto vasco Tecnalia aparecía una vez más como referente -qué bien lo hacen desde hace años los vascos en este ámbito-. D+I contaba que el centro tecnológico ha creado el primer gemelo digital de un edificio en Europa. Un banco de pruebas totalmente digitalizado para probar nuevos sistemas de construcción, rehabilitación y mantenimiento. Con más de 3.000 sensores.
El Internet de las Cosas (IoT), la sensorización en masa empieza a dar ya cifras exponenciales. Y están pendientes de sumar los millones de sensores que va a requerir la agricultura, las smart cities, las carreteras para el coche conectado,...
¿Quieren leer una cifra desconcertante?: 38.600 millones de dispositivos de sensorizacion en 2035. No relean, se la repetimos: 38.600 millones. Es la cifra que calcula Statista de elementos de Internet de las Cosas que estarán sensorizando en la domótica de los hogares, las industrias, el campo, la sanidad o la logística,...
La cita viene a apoyar el proyecto catalán Sateliot, que ayer lanzó el primer nanosatélite de una constelación de 100 que estarán la órbita para "extender el IoT con cobertura 5G de forma global y masiva". Lo explicaba a D+I Jaume Sanpera, fundador y CEO de la compañía que cuenta con apoyo público de la Generalitat. Su idea es que sus nanosatélites funcionen como torres de telecomunicaciones desde el espacio, ampliando la cobertura a las operadoras tradicionales.
Si queremos ser ambiciosos hay que lanzar y lanzarse retos revolucionarios. Tanto si las regiones quieren convertir a las startups en pymes, como si el Gobierno desea que crezcan y sean compañías escalables. O si Bruselas se propone alentar la creación de líderes globales. La zanahoria de los retos debe colocarse bien alta para pensar en grande.
Pero siempre con metodología, liquidez asegurada, rapidez, poca burocracia y mente abierta para asumir ciertos riesgos.
Pensar a lo grande también es lo que pasaría por la mente de la madre que aparece en un vídeo: Ana arrodillada y abrazando a su hijo Álvaro, abrazado al mismo tiempo por el primer exoesqueleto pediátrico del mundo que estará en breve en el mercado y que le ayudará a caminar.
Los avances del la spin off del CSIC Marsi-Bionics con este exoesqueleto se los viene contando D+I desde hace algún tiempo. La novedad, nada disruptiva, o sí, es el mensaje en vídeo que han lanzado esta semana Novartis, Marsi-Bionics, el Hospital La Paz y el CSIC. Quieren poner en valor que la ciencia está ayudando mucho a las enfermedades raras, como la atrofia muscular que sufre Álvaro.
Es un mensaje entre lo sentimental y lo científico, pero a mí sí me parece disruptivo. Porque si queremos apoyo para la ciencia, debemos popularizar que estas inversiones públicas son capaces hacer realidad el sueño de poder andar de un niño.
"Hacer ciencia con dinero, para después aprender a hacer dinero con la ciencia"... ¿Y por qué no?
*** Rafa Navarro es editor de D+I y CEO de Inndux Digital Group.