Desde hace más de un siglo se vienen buscando modelos matemáticos para predecir el comportamiento de las epidemias. Lo explicaba fabulosamente bien en 2017 el coronel médico en la reserva José Alfonso Delgado en la ponencia Dinámica de sistemas aplicada en la epidemiología, con la que participó en el seminario de la Facultad de Ciencias Matemáticas de la Complutense de Madrid Las matemáticas en la lucha contra las pandemias. Imposible mayor capacidad anticipatoria la de algunos, ¿verdad? Y para lo que nos ha servido.
La tarea de modelizar adecuadamente las pandemias recibió un enorme impulso con los trabajos sobre dinámica de sistemas de Jay Forrester, que ejerció en la MIT Sloan School of Management desde mediados del siglo pasado hasta los inicios del actual. Me transmitió sus ideas un alto cargo de la Administración pública, Emilio Barberá, cuando me convencía para crear la sección El Mundo de la Innovación, germen del actual INNOVADORES (quiero imaginar que pensaba en el poder de la esfera de la comunicación para mejorar otros sistemas).
Cómo sustraerse del atractivo de diseñar un modelo que describa la relación entre las diferentes esferas de interés como una evolución de flujos: cuando tocas una variable de salud, se ve afectada la economía y el resto de sistemas alguna forma. ¿No es acaso ésta la pesadilla que trae de cabeza a nuestros gestores políticos: encontrar el equilibrio?
Es lógico pensar que la dinámica de sistemas, tal y como la visualizó Forrester, que tradicionalmente ha permanecido en segundo plano frente a la econometría como base para la ciencia económica, puede consolidarse a raíz de la crisis del coronavirus como la disciplina clave para predecir el mundo en la era digital.
Porque, pese a su mayor, su enorme complejidad, demuestra ser una forma, al menos en teoría, mucho más eficiente para tomar decisiones en tiempo real, y no a posteriori. Habrá que estar atentos a la evolución que podrían tener en el futuro plataformas de software para sistemas dinámicos como Vensim, un histórico del lugar, o Stella.
Y si tan prometedoras aportaciones nos aguardan tras la dinámica de sistemas, ¿por qué no empezamos a verlas? ¿Por qué esta sensación de caos, imprevisión, descoordinación en la gestión de la Covid-19?
En su ponencia de 2017, José Alfonso Delgado explica perfectamente lo que nos pasa ahora. Para que los modelos dinámicos funcionen hacen falta dos condiciones: que la lógica de las relaciones sea correcta y que también lo sea la calibración de las tasas. Es decir, una buena calidad de los datos. ¡Son los datos, imbécil!, que diría uno. Sí, la prioridad número uno debería haber sido disponer de buenos datos y no la ensalada de mentiras en la que vivimos.
Eugenio Mallol es director de INNOVADORES