Si ahora mismo te preguntasen cuánto puede costar un Uber con salida de Madrid y destino a Lisboa, seguramente contestarías lo que el sentido común te dice: alrededor de 450 euros. Sin embargo, ¿qué pensarías si te digo que podría hacerse ese trayecto por dos euros?
Estaríamos ante un caso de robo de identidad. Es tan “fácil” como acceder a ciertas páginas web que venden, por ese importe, listados de más de 3.000 cuentas de Uber, por ejemplo, entre mucha otra información, con sus credenciales. Y todo ello por dos euros.
Así el ciberdelincuente haría el viaje por un mínimo coste, mientras que el usuario suplantado encontraría en su cuenta un coste sorpresa que él nunca ha realizado. A ese contratiempo, además, se le sumaría la dificultad añadida de tener que de demostrar que él no realizó ese viaje.
La era digital en la que vivimos, una era de accesibilidad, conveniencia, conectividad y customer centricity, deja una gran puerta abierta al ciber fraude. Según el informe Tendencias sobre prevención y gestión del fraude 2018 elaborado por la Asociación Española de Empresas Contra el Fraude (AEECF), hasta seis de cada 10 compañías españolas reconoce que ha sufrido mayores intentos de fraude online en comparación con el último año.
Los tipos de fraude que más alarman a las empresas son el fraude de admisión en puntos de venta digitales -portales y páginas web-, el robo de datos -malware, ingeniería social o hacking-, el fraude de admisión en puntos de venta presenciales -tiendas-, y el fraude en cuenta -cambio de perfil o inicio de transacción tras un acceso fraudulento en la cuenta de un cliente-.
En concreto, la suplantación de identidad ha evolucionado notablemente. Antes, a una persona le robaban el DNI, que es la única forma en que alguien podría actuar en su nombre, y cuando se daba cuenta, acudía a una comisaría, lo denunciaba y, normalmente con eso era suficiente. Actualmente, ya no es necesario disponer de un DNI físico, ya que los datos identificativos de cada persona se encuentran en múltiples servidores, de diferentes empresas y de distintos países, ya que ha ido repartiendo sus datos en hoteles, aerolíneas, tiendas online, operadoras móviles… El robo de identidad está a la orden del día. A modo de ejemplo, el 43% de las transacciones por internet en USA son falsas.
Este es un tema de gran prioridad para las empresas y de hecho estudios confirman que la prevención del fraude es una prioridad para el 85% de las empresas europeas. Resulta que el fraude ya no es sólo transaccional, sino global y muy sofisticado.
El futuro de la prevención en fraude pasa, necesariamente, por el análisis avanzado de los datos de los que se disponen y del desarrollo de soluciones de machine learning, así como otras plataformas inteligentes que permitan combinar tecnologías que agrupen el mayor número posible de soluciones de diferente tipo para la detección temprana de acciones fraudulentas.
Además, existen en el mercado soluciones que alertan al usuario o consumidor de que sus contraseñas de internet han sido comprometidas, o de que se encuentran en algunas de esas webs a las que los ciberdelincuentes pueden acceder y pagar por los datos. Con esa información en nuestro poder podremos actuar y llevar a cabo los cambios necesarios para que las personas puedan proteger su integridad digital y estar más seguros en el mundo online.
Por Rita Estévez Luaña, CEO y Market President de Experian España & Portugal