Aunque la mayoría de las miradas en el CES 2019 se concentraban en las grandes marcas, desplegadas en un sinfín de pabellones y espacios de exposición distintos, muchos otros ojos se posaron en las aventuras disruptivas que miles de startups mostraron en el Eureka Park.
Un lugar que, si bien no muy glamuroso (estaba situado en los bajos de uno de los centros de convenciones) derrochaba innovación por sus cuatro costados. Y resulta normal, tanto por la localización del evento como por el hegemónico liderazgo de este país en la escena digital, que la mayoría de las startups expositoras en el CES 2019 procedan de Estados Unidos.
Sin embargo, la presencia internacional no era menos destacada: Francia copaba -gracias a una iniciativa pública llamada 'La French Tech', respaldada por Business France- gran parte de los expositores, con proyectos encomendados, eso sí, prácticamente en exclusiva al segmento de consumo y al retail. En una escala menor, también los Países Bajos, Bélgica o Italia contaban con su propia sección para dar visibilidad a iniciativas innovadoras propias. Fuera de Europa, Israel -un clásico del sector- y Corea del Sur no pasaban desapercibidas para la concurrida audiencia del CES.
¿Y España? Nuestro país también estaba representado, aunque de forma casi imperceptible. Apenas con unos modestos estands del ICEX (que por no tener no tenían ni un logo o bandera)... a años luz del despliegue realizado por nuestros vecinos.
Tanto es así que, contando los proyectos traídos por el ICEX y los que se han instalado por su cuenta, poco más de una decena de startups del Eureka Park procedían de España. Un limitado listado en el que destacan BROOMX, start up dedicada a la creación de experiencias de realidad virtual sin gafas, o Zero 2 Infinity, que quiere lanzar globos de gran altitud para llevar tanto carga como personas al espacio.
Las startups dan respuesta a problemas sociales
Entrando en la materia pura y dura de la innovación mostrada en el Eureka Park, resulta muy destacable el hecho de que muchos de estos proyectos de base digital no hayan hecho de la tecnología su principio y final, sino que hayan nacido con el objetivo de solventar algún problema social usando para ello la última técnica a su alcance.
Para muestra, un botón. QT Medical presentó un sistema de electrocardiograma compacto, digital e inalámbrico, capaz de realizar esta prueba con calidad profesional... en nuestra propia casa. Por su parte, Waverly Labs dio vida a Pilot, un traductor de idiomas para audífonos, en la convergencia de la traducción de voz y la tecnología móvil. Mientras, Padrone mostraba un anillo digital que podría llegar a sustituir al ratón de ordenador, creando toda una nueva experiencia de uso en esta parcela.
También vimos a empresas prometedoras como Blue Whale Company, que ha desarrollado una válvula autónoma para detectar fugas en tuberías en tiempo real. O como Heatworks, un calentador que esconde en su aparente cotidianidad un sistema de electrodos de grafito capaz de ahorrar hasta un 99,9% de energía respecto a dispositivos convencionales.
O NanoScent, un detector en tiempo real que identifica y monitoriza compuestos orgánicos volátiles específicos (VOCs, por sus siglas en inglés) en el aire. Sin olvidar a BitLumens, empresa que proporciona energía descentralizada a comunidades rurales, con blockchain como telón de fondo.