Mucho ha llovido desde que Singh Kapany inventara la fibra óptica en 1952. Pasó, por ejemplo el año 1984 con la instalación de la primera red de fibra entre Washington DC y Boston, al mismo tiempo que se fundaba el SETI, el servicio de búsqueda de inteligencia extraterrestre. También discurrió veloz el año 1984, con la instalación del primer cable submarino basado en fibra (el TAT-8, entre Estados Unidos, Inglaterra y Francia) o el primer álbum en directo de los británicos Depeche Mode. Y de esos antecedentes a nuestros días, la fibra óptica se ha convertido en una realidad democratizada en todos nuestros hogares y en la opción por defecto para las comunicaciones de datos a través de redes fijas.
Según un análisis de MarketsandMarkets, en junio de 2016 había unos 274 millones de suscriptores en todo el mundo de servicios FTTH (fibra al hogar), de los que el 77% estaba radicado en la región de Asia-Pacífico, otro 15% en Europa y otro 5% en América del Norte. Si nos atenemos a facturación, estamos hablando de un mercado global de fibra (incluyendo FTTH y sus hermanos FTTC -to cabinet-, FTTS -to street- o FTTP -to premises-) de 9.290 millones de dólares en 2017 que irá ascendiendo hasta los 14.310 millones en 2023. O lo que es lo mismo: un crecimiento anual compuesto del 18,1% en el próximo lustro.
Datos de extraordinaria relevancia, pero que no permiten ni a los operadores ni a sus proveedores dormirse en los laureles. Mientras las teleco siguen tratando de amortizar sus actuales despliegues de fibra, con velocidades que rondan entre 100 y 300 Mbps, el imparable devenir del tiempo ha hecho que deban reinventar estas redes para las demandas del nuevo consumidor del siglo XXI. "Estamos tirando fibra para cosas que hoy en día ni podemos utilizar", reconoce de hecho Heinz Herren, CTIO de Swisscom. Una disonancia entre capacidad y uso que no impide que este operador planee elevar la velocidad media de su red de 43 Mb actuales a 200 Mb en 2025 y a los 400 Mbps en 2030.
Tres son las necesidades claves que motivarán este cambio de paradigma en los próximos cursos, más allá del consabido incremento en el tráfico web que supondrá la expansión del internet de las cosas. La primera es el vídeo en streaming cuando éste alcance resoluciones de ensueño como la 8K (7680 × 4320 píxeles) o requiera procesamiento en directo como el de las cámaras de tráfico con inteligencia artificial (solo tres de esos dispositivos exigirán unos 100 Mbps de ancho de banda). El segundo requerimiento pasa por los juegos online (donde la latencia se impone como principal factor a tener en cuenta, con los 20 milisegundos como frontera entre el éxito y el fracaso). Y, por último, pero no menos importante, nos encontramos con la realidad virtual y las experiencias inmersivas, donde tanto latencia como velocidad se antojan esenciales.
"Todo es fibra hoy en día, ya hablemos de redes fijas o móviles. No se puede entender una teleco sin la fibra, porque hasta los 65.000 km de cables submarinos que tenemos depende de ella", explica Enrique Blanco, global CTIO de Telefónica, durante el foro UBBF 2018, celebrado en Ginebra. "Pero la fibra en sí misma no es suficiente: hay que crear un enfoque end-to-end para los clientes e industrializar todas las capas de la red, desde el acceso del cliente hasta la distribución y operativa de la red, principalmente mediante la virtualización y automatización de la misma". Según las cifras compartidas por la propia compañía, Telefónica ya ha desplegado unos 300 casos de uso con 170 fuentes de datos para sus modelos de inteligencia artificial aplicados a la gestión de la parte oculta, esa de la que no nos damos cuenta, de las telecomunicaciones.
Solo entre 2005 y 2015, el coste medio de implementar fibra al hogar (FTTH) pasó de más de 1.000 euros apenas 700. Un ahorro de costes que no trajo aparejado ni una simplificación de la red ni las capacidades necesarias para abordar los tres desafíos claves del futuro inmediato de las telecomunicaciones. "Hay que buscar un particular equilibrio entre una operativa basada en la experiencia y los despliegues de red basados en el valor", comenta al respecto Ryan Ding, presidente de Huawei Carrier BG. "Es necesario que los operadores creen ecosistemas, especialmente en torno a los contenidos que aprovechen su red, simplifiquen la arquitectura de su red y la doten de inteligencia artificial para mejorar su calidad".
Precisamente la inteligencia artificial se antoja como la gran revolución para construir lo que Ding denomina como la "arquitectura de telecomunicaciones para la próxima década". En ese sentido, Huawei se ha apuntado a la tendencia que ya inició Cisco hace unos años para impulsar las redes adaptativas, orientadas por la intención (intend-based networks), capaces de incorporar el machine learning en el seno de este complejo terreno.
Así, no solo se podrá balancear la carga de forma más eficiente o prever picos de demanda en determinados momentos o zonas, sino que también veremos cómo el mantenimiento preventivo acaba con el 70% de los errores, asociados a fallos humanos, lo cual a su vez redundará en una reducción notoria de costes de operación (y quién sabe si también en los precios finales de la fibra para los consumidores).
Para David Wang, presidente de productos y soluciones de Huawei, esta tendencia alberga no sólo un sentido a largo plazo, sino rentabilidades a corto plazo de lo más interesantes para todos los agentes de la cadena de valor. "Hay una apuesta clara por las redes autónomas como única solución a los problemas estructurales de los operadores en la actualidad: mantenimiento cada vez más caro y complejo, eficiencia y la detección de los errores a través de las quejas de los propios usuarios". Para este directivo, que traza un paralelismo claro entre las redes inteligentes y los coches autónomos, ahora mismo nos encontraríamos en un nivel 2, el cual se caracteriza por "poder identificar escenarios sencillos, con la ejecución de medidas automatizada, pero todavía con la necesidad de vigilancia y toma de decisiones humana".
Ley de Moore
Al igual que se estableció en la industria de los semiconductores, cada vez más voces del sector de las telecos hablan de una suerte de Ley de Moore propia. Según esta hipotética norma, estaríamos hablando de que la capacidad de la red de telecomunicaciones se multiplicaría por dos cada dos años. Algo insuficiente a todas luces si tenemos en cuenta que, según diversos estudios, la demanda de tráfico digital crece hasta 10 veces cada cinco años.
Todo un desafío para los operadores y toda la industria asociada que, de nuevo, guarda sus ases en la mejora, expansión y democratización de la fibra óptica. Por ejemplo, Christian Gacon -vicepresidente senior de Orange- anticipa que su compañía ya está trabajando en redes de hasta 10 Gbps como parte de su estrategia corporativa. Telefónica presume de haber tirado cable para dar cobertura a 20,2 millones de hogares, pese a que apenas 3,6 millones de ellos se han suscrito a su oferta de FTTH. A su vez, Swisscom presume de tener cobertura de fibra en el 98% del país helvético, si bien en sus números hay cierta trampa: en sus planes a largo plazo, apenas un 30% será fibra hasta el hogar, siendo otro 50% fibra hasta la calle (que requiere luego de una conexión por cobre al uso para llegar al cliente final).
¿Cómo hacer convivir -y amortizar- los despliegues existentes con lo nuevo? ¿Conseguirán los operadores crear un ecosistema de valor que les diferencie de los OTT? Quedan muchas preguntas abiertas, pero eso da para otro reportaje.
Contenidos que mueven la banda ancha
La demanda de una fibra reinventada se basa en el consumo de contenidos altamente exigentes en ancho de banda, como los contenidos de TV o el hogar conectado. Orange reconoce estar trabajando con 700 agentes en torno al IoT mientras que Telefónica acaba de sellar un acuerdo con Netflix. Incluso los proveedores se han sumado a esta batalla, aprovechando las dificultades de los pequeños operadores por sumar esfuerzos: Huawei ha lanzado un agregador de contenidos para «negociar precios con los creadores y ofrecer una plataforma a medida para cada teleco», el cual ya cuenta con 184 productores de contenido y 100 ‘telecos’ asociadas.
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Fibra por defecto
«Tenemos un compromiso claro para adoptar y consumir la fibra óptica como la red primaria para el acceso y consumo de datos en todos los lugares donde esté disponible». Así de tajante se muestra Peter Bell, CTIO de Openreach, la filial de BT encargada de las infraestructuras de telecomunicaciones en Reino Unido.