Información básica para quienes nunca hayan viajado en un crucero: la experiencia supone sumergirse en un microcosmos aislado, una ciudad prácticamente autosuficiente, junto con varios miles de personas a las que no se conoce de nada, y en un entorno relativamente reducido (aunque perderse en el barco es lo más normal…), que depende altamente de ciertos factores tecnológicos.
Sobre todo, esto último incide en el reinicio de la vida que busca la verdadera normalidad (aún lejana) en todos los ámbitos, tras los casi dos años que llevamos de pandemia.
D+I se ha embarcado durante cuatro días en el colosal MSC Seashore, un navío de 339 metros de eslora y 51 de manga, recién construido en los astilleros italianos Fincantieri, en Monfalcone. Fue puesto en flotación (primer contacto con el agua antes de la botadura) el 20 de agosto de 2020 entrando en servicio en agosto de este año.
Tiene capacidad para 5.632 pasajeros, en sus 2.270 camarotes y 19 cubiertas, y puede albergar a más de 7.000 personas al sumar más de 1.400 tripulantes.
Estas cifras dan idea del enorme desafío logístico de una nave que próximamente hará viajes hasta el Caribe y las Bahamas, para recalar en la isla privada Ocean Cay MSC Marine Reserve, un resort de 'desarrollo ecológico' recién estrenado de la compañía naviera.
El primer reto es garantizar la seguridad sanitaria. Y así empieza, en el puerto de Barcelona, la primera singladura, con un largo peregrinaje por los pasillos de la terminal de embargue.
Primera singladura: Barcelona-Marsella
Otra nota básica: aunque el lenguaje cotidiano suele asimilar la palabra 'singladura' con un viaje completo, su definición se corresponde con la distancia que recorre un barco desde las 12:00 del día hasta el mediodía siguiente. Lo que no necesariamente supone 24 horas, dependiendo de que durante la navegación cruce distintos husos horarios.
El protocolo para embarcar es muy estricto. Es obligatorio cumplimentar un cuestionario previo, referido a la covid, y suscribir un seguro que cubra posibles eventualidades, como un aislamiento forzoso, repatriación y todo lo que pudiera suponer tener un contacto con la infección.
"Los pasajeros tienen que venir vacunados, o con un test PCR o de antígenos hecho 48 horas antes de llegar al puerto", explica a D+I Fernando Pachecho, director general de MSC en España.
Pese a estas cauciones, el pasajero es recibido en el puerto con una 'pistola' lectora de temperatura apuntando a su frente. Luego pasa por las manos de un sanitario que toma una muestra nasal para un test rápido.
Antes de subir al barco, el viajero se integra en su mundo virtual al recibir una tarjeta magnética que sustituirá a cualquier sistema de identificación y medios de pago (hay que asociarle la tarjeta bancaria) durante la estancia en el crucero.
A lo largo de la navegación, el 'pistoletazo' para la toma de temperatura se repetirá cada día, normalmente, al acudir a almorzar, asociando el registro con la tarjeta de pasajero.
"Hay otros pasos dentro del protocolo de seguridad, como el distanciamiento, que sólo conseguimos ahora con la limitación de la capacidad del barco. A día de hoy llevamos una capacidad máxima del 70% del pasaje", indica Pacheco.
Un leve balanceo, sobre las cinco y media de la tarde, confirma que la nave ha zarpado rumbo a Marsella. Es una navegación suave, aunque los expertos advierten que el Golfo de León suele ser bastante agitado.
Eso se traduce en alguna sacudida perceptible al caer la noche. La tecnología de gobierno de la nave y la arquitectura de los grandes cruceros turísticos están pensados para dar la máxima estabilidad (la mayoría de los pasajeros no son lobos de mar) y navegar mayoritariamente durante la noche.
El día es para hacer visitas en cada puerto.
Segunda Singladura: Marsella-Génova
Pero eso no ocurre en Marsella, donde el Seashore atraca antes de las nueve. Lo que no está previsto es que haya alguna excursión. "Todas las excursiones son obligatoriamente con nuestros proveedores, que tienen que seguir los mismos protocolos que nosotros", advierte Pacheco.
"Los conductores de los autobuses han sido vacunados y se hacen un test de antígeno todas las mañanas, antes de estar en contacto. El autobús está totalmente higienizado cada mañana", añade.
No hay otra posibilidad de bajar a tierra. El barco se convierte en una especie de 'mundo burbuja'. Cualquiera que lo abandone por su cuenta queda excluido. No puede volver. Al regreso de una excursión oficial se repite la lectura de temperatura en la misma puerta de embarque.
El tiempo en Marsella se convierte en la ocasión de recorrer la nave de cabo a rabo. Es como una ciudad de vacaciones, o un parque temático. Hay restaurantes, bares, piscinas, gimnasio, áreas de recreo con videojuegos en 3D y realidad virtual, peluquería, spa y una zona 'infantil'. Un tobogán de agua sobrevuela desde la cubierta más elevada el costado del barco hasta más allá de sus propios límites.
"Otro apoyo tecnológico es que por el barco hay muchos puntos de pantallas táctiles para obtener información", señala el director general español. Que añade la existencia en algunos cruceros de la compañía de "un mayordomo digital, que llamamos Zoe, en la cabina".
Se refiere a un asistente inteligente. Un dispositivo con pinta de altavoz, como los de Amazon y Google, al que se le pueden consultar casi todas las cosas que se preguntarían en recepción, como horarios de restaurantes y disponibilidades de servicios y actividades.
Otra tecnología que incorporan ya algunas naves de MSC es una pulsera de identificación con radiofrecuencia. "En lugar de la tarjeta para abrir la habitación o para pagos", detalla Pacheco.
"Al mismo tiempo, nos vale para geolocalizar al cliente [dentro del barco]", prosigue. "Aunque se haya hecho el test de antígenos, y sea negativo, un par de días después un pasajero puede empezar a presentar síntomas. Si diera positivo, el protocolo dice que hay que aislarlo en una cabina individual. Esta pulsera nos permite localizar al cliente y saber con quién ha estado en contacto a bordo. Así conocemos a sus contactos estrechos y con quienes ha estado a menos de metro y medio".
Incorporar la pulsera a una nave significa añadir múltiples puntos de control, que van registrando su presencia y generan un aluvión de datos que hay que analizar. Pacheco aclara que la analítica se hace con un sistema completamente autónomo, dentro del barco.
El borde de la nube queda un poco alejado cuando se navega en alta mar. En el crucero hay conexión a internet por satélite, que puede funcionar bien… o no tanto.
Mientras, el capitán Galano Giuseppe nos regaña a unos cuantos por no habernos presentado la tarde anterior en el punto de reunión, tras la sesión de instrucciones de seguridad y nos conmina a hacerlo.
Es otro clásico de los cruceros, las instrucciones de seguridad, que en otros tiempos significaba pasarse cerca de una hora junto a las lanchas de salvamento, con los chalecos salvavidas puestos, para saber qué hacer en caso de emergencia y qué tipo de alerta anuncian distintas secuencias de pitidos.
En los tiempos del covid, se ha sustituido ese mal rato de la sesión presencial por una explicación virtual en la pantalla del camarote. Pero luego hay que ir al punto de encuentro sin perderse…
Génova y 'safe air'
Junto al punto de atraque del Seashore en Génova hay otro crucero de la compañía, el MSC Música, que lleva más de un año amarrado a puerto, nos cuentan.
Y llueve a mares, nunca mejor dicho. Se suspende la excursión para recorrer a pie una parte de la ciudad, sustituida por un paseo en autobús. Hay que conformarse con pasar por delante de la casa de Cristóbal Colón.
Impera la filosofía de los grupos burbuja, aunque en la práctica, todos respiramos el mismo aire, mezclados en los concurridos espacios comunes. Siempre es obligatoria la mascarilla, salvo en el propio camarote… y al comer y beber. "Tenemos una normativa de safe air, para que todo el aire que se respira en el barco sea seguro", puntualiza Fernando Pacheco.
Describe una tecnología de renovación continua del aire, que al ser introducido al barco es filtrado mediante "rayos ultravioleta, que eliminan las bacterias y virus". Todo el sistema tradicional de aire acondicionado ha sido reconfigurado.
El ejecutivo de MSC explica que su compañía ya estaba trabajando en un protocolo de salud e higiene antes de la crisis pandémica, de modo que esta les pilló en vanguardia no sólo para aplicarlo, sino para ser líder en lo que otros han tenido también que hacer apresuradamente.
Pacheco aprovecha para sacar pecho: "Desde hace tiempo tenemos un plan de sostenibilidad para tratar de que nuestras actividades impacten lo menos posible en el medioambiente. Existen unos compromisos para cumplir, no solo con la normativa que nos pide descarbonizar nuestras actividades antes del 2030, sino que pretendemos llegar antes a cumplir el objetivo".
Como parte de ese plan de "protección del medioambiente, el barco es completamente autónomo en cuanto al agua necesaria para el día a día. No necesita coger agua en ninguna ciudad de las que visitamos", asegura.
"Tenemos una tecnología a bordo para recoger agua del mar y filtrarla, de manera que incluso se podría beber sin ningún problema", prosigue, aunque aclarando que no es el agua que se sirve en bares y restaurantes. Normalmente, es embotellada. Pero sí se usa para todas las faenas que requieren de ella.
"Somos completamente autónomos con esta tecnología", añade. Después, el agua que ya se ha utilizado para diversos fines no se devuelve sin más al mar, sino que antes "se filtra con la misma tecnología y luego ya se puede verter".
También habla de emisiones contaminantes: "Las hemos reducido significativamente desde hace años, ya desde 2008, con una tecnología [de catalización selectiva] que permite reducir en un 95% el CO2, y también, significativamente, el óxido de azufre y otros componentes nocivos para el medioambiente".
"Dentro de ese plan de sostenibilidad están los nuevos barcos que se están construyendo" continua. "El año que viene sale de astilleros el MSC World Europa, que es el prototipo de barco impulsado por gas natural licuado. Y a partir de ese año así serán los motores de los nuevos".
Aún añade Pacheco otro anuncio: "Aunque todavía no se sabe mucho, también se está trabajando ya en el primer barco propulsado por hidrógeno. No hay ninguna confirmación de cuándo va a salir, pero se está trabajando con diversas entidades especializadas para que sea dentro de esta década".
Tercera singladura: Génova-Nápoles
La última jornada es la de la navegación más larga. 355 millas náuticas. Se llega al puerto de Nápoles cerca de mediodía tras haber pasado junto a la isla de Elba, que tuvo como ilustre desterrado a Napoleón, entre 1914 y principios de 1815.
Para la última noche a bordo queda echar un vistazo al casino, uno de los mayores atractivos del crucero para algunos. Dicen malas lenguas que es porque se permite fumar.
No hay manera, por mucho que las máquinas filtren el aire, de salir del reino de la ruleta, el bacarrá y las tragaperras sin que la ropa apeste a tabaco. Es el único punto del barco donde se ven circular billetes de banco.
Pero ya sólo queda un último trámite para despedirse de la ciudad flotante y digitalizada: liquidar las cuentas pendientes, dando el uso final a la tarjeta de identificación del crucero, que lanza el cargo contra la tarjeta bancaria previamente vinculada.
Ya no te toman la temperatura para atravesar el último control. Pie a tierra y final de la aventura.