En su primera comparecencia como ministro de Transformación Digital y Función Pública, José Luis Escrivá desvelaba que Málaga será la sede del segundo centro de I+D de IMEC, "un centro de vanguardia absoluta de diseño y prefabricación de chips de la más alta tecnología". Se trata de uno de los nombres ya conocidos por su implantación en España al calor del PERTE Chip, dotado con más de 12.000 millones de euros, y que busca afianzar la autonomía estratégica de España en materia de semiconductores.
"Ya hemos cerrado el proceso de negociación con la Junta y con el Ayuntamiento y ahora cerraremos en los próximos días las condiciones finales", indicaba el ministro, al mismo tiempo que resaltaba el trabajo "intenso" que han realizado en las últimas semanas con la "muy buena" colaboración con las instituciones autonómica y local.
Sin embargo, y a diferencia de las otras dos organizaciones que han anunciado operaciones en nuestro país dentro de este ámbito -Cisco y Broadcom-, IMEC es relativamente desconocido para el público general. Es algo normal: en este caso, no estamos ante una gran corporación multinacional, sino ante uno de los institutos más avanzados de Europa en investigación y desarrollo de chips.
Creado en 1984, IMEC son las siglas de Centro Interuniversitario de Microelectrónica. Se trata de un organismo belga que fue fundado como una organización sin ánimo de lucro por el profesor Roger Baron van Overstraeten y que, en la actualidad, está gobernado por una junta directiva en la que hay miembros de la industria, universidades flamencas y el propio gobierno. Al frente de la misma, desde 2009, se encuentra Luc Van den Hove.
El papel del gobierno belga dista mucho de ser anecdótico, puesto que el camino de IMEC hasta la actualidad no ha estado exento de múltiples fusiones e integraciones de organismos estatales dedicados a tareas similares, como es el caso del centro flamenco iMinds en 2016.
Así pues, cuarenta años antes de la apuesta española por independizarse de Asia en el desarrollo de semiconductores, IMEC ya hacía lo propio en el seno de Europa. Su aproximación, sin embargo, no es comercial: a diferencia de los fabricantes, no compite, sino que investiga con fondos de todas las empresas del sector y pone a su disposición el conocimiento generado.
Con unos ingresos anuales de 846 millones de euros (datos de 2022), la actividad de IMEC se desarrolla en numerosas áreas ligadas a los semiconductores, desde su mera producción al escalamiento de sistemas, fotónica de silicio, inteligencia artificial o comunicaciones 5G.
Málaga mira hacia Lovaina
Su sede principal se ubica en la ciudad de Lovaina, en Bélgica, donde se encuentra el primero (y hasta ahora único) centro de innovación del instituto. Málaga seguirá, así, la estela de su hermana mayor a la hora de dotarse de una infraestructura y un ecosistema puntero a escala global dentro de la industria de los semiconductores.
La sede de Lovaina es un edificio de 14 plantas donde trabajan 5.500 científicos de 96 países. Lo hacen codo con codo con más de 600 socios industriales a escala global y académicos de todo el planeta. En su haber, una de las salas blancas dedicada a producir semiconductores más innovadoras que se conocen, de 12.000 metros cuadrados, cuya construcción supuso una inversión de 2.500 millones de euros.
Se desconoce cómo y a cuánto ascenderá la inversión dedicada al centro andaluz, pero lo cierto es que será un alumno aventajado del trabajo ya realizado en Bélgica. No en vano, nuestro país es el primero en que se abre un centro similar, ya que IMEC se ha ido expandiendo a escala global con oficinas y centros de investigación en Estados Unidos o Asia, pero nunca con una infraestructura que replique lo hecho en tierras flamencas.
De la agricultura a la energía
El amplio espectro de las investigaciones de IMEC le hace diferencial frente a otras plantas de semiconductores, focalizadas en la industria digital. En este caso, sus trabajos abarcan multitud de sectores, desde la agricultura a la energía o la salud.
Por ejemplo, IMEC desarrolla actualmente sistemas compactos que permiten la atención sanitaria descentralizada, como secuenciadores de ADN portátiles. También tecnologías para convertir energía renovable en moléculas valiosas como el hidrógeno o herramientas de localización en interiores que son importantes impulsores de fábricas inteligentes donde los humanos y los robots de IA trabajan juntos.
Pero si por algo es conocido IMEC es por su experiencia en reducir el tamaño de los semiconductores para hacerlos cada vez más omnipresentes y accesibles en dispositivos inimaginables. Uno de sus últimos hitos se materializó en diciembre de 2022, cuando IMEC alcanzó un acuerdo con la empresa japonesa Rapidus para producir chips en un novedoso proceso de 2 nanómetros. Antes, en 2015, ya fue reconocida por The New York Times como un ente pionero en crear los chips más pequeños y sofisticados del mundo.