En diciembre del año 2000, el Ministerio de Ciencia y Tecnología realizó una convocatoria de ayudas, en forma de anticipos reembolsables, para los parques científicos y tecnológicos que comenzaban a proliferar por toda España. Su gestión fue controvertida, así como las dificultades de muchas de estas instalaciones para hacer frente a los plazos de devolución de esos préstamos, tanto que llegó a considerarse como un escándalo público e incluso recibió una particular denominación: el 'parquetazo'.
Esa primera convocatoria fue de 189,5 millones de euros, aunque a partir de 2005 volvieron a retomarse esta clase de ayudas con cifras mucho mayores. En 2009, el año en que más dinero se destinó a esta partida, hablamos de 502,2 millones de euros otorgados a los parques científicos y tecnológicos de nuestro país. En total, entre el 2000 y 2014, se invirtieron nada menos que 1.723 millones de euros en 86 de estas instalaciones y su ecosistema asociado.
De esta ingente cantidad de dinero, el 20% fue a parar a proyectos propios de las entidades promotoras de los parques, el 14% era para proyectos de las universidades con parques vinculados a ellas y el 66% para las empresas y entidades que formaban parte de estos espacios.
Para muchos, sigue instalada en el imaginario colectivo la imagen del despilfarro en edificios vacíos. Incluso hay quienes en la actualidad siguen considerando a los parques científicos y tecnológicos como meras oficinas, espacios de ‘coworking’ donde emplazar compañías sin mayor valor añadido. Sin embargo, los datos desmienten por completo esta visión negativa sobre el llamado ‘parquetazo’ y el propio rol que juegan los parques en nuestro ecosistema de innovación.
Según las estimaciones realizadas por la Asociación de Parques Científicos y Tecnológicos de España (APTE), a las que ha tenido acceso D+I - EL ESPAÑOL, cada euro invertido durante la pasada década y media se ha multiplicado por 13, con una facturación anual durante los últimos diez cursos de 2.270 millones de euros y dando empleo de alta cualificación a 25.521 personas. Aclara la patronal, además, que en este montante no se tienen en cuenta ni los impuestos, el IVA o el IBI.
Un dato que no sólo demostraría la utilidad que a largo plazo han tenido estas controvertidas ayudas sino que, además, convierte a estas ayudas en el instrumento más rentable de la historia española a nivel de infraestructuras de I+D+I.
Deuda (casi) pagada
En 2004 debía comenzarse a devolver las primeras partidas de los 189 millones de euros otorgados cuatro años antes, en la primera de las convocatorias asociadas al 'parquetazo'; el original si lo prefieren. La situación fue comprometida en aquellos momentos, con varios de estos entes mostrándose incapaces de hacer frente a esos préstamos.
[El empleo en los parques científicos crece un 2,5% en 2021 y su facturación un 2,8%]
En 2012, el Ministerio de Industria decidió realizar inspecciones en varios de ellos para comprobar el uso real de estas ayudas, lo que ayudó a incrementar la mala imagen de muchos de ellos y de las empresas que albergaban. Por si fuera poco, la actitud de los sucesivos gobiernos nacionales, endureciendo los criterios de devolución e imponiendo agresivos expedientes, provocó además una crisis de tesorería mayúscula e insostenible para muchos de los parques.
En estos momentos, la panorámica es muy distinta. En diciembre de 2017, tan sólo ocho parques científicos y tecnológicos tenían problemas para devolver a tiempo los préstamos que habían solicitado. Y ahora, en pleno 2023, sólo cuatro parques de toda España tienen deuda vencida y pendiente de pago, por valor de 64 millones de euros.
Una situación que, si bien no es idónea, está ya dentro de la legalidad gracias a a la convocatoria de la Orden CIN/822/2021, de 29 de julio, por la que se da cumplimiento a la disposición adicional décima quinta en materia de apoyo financiero a las actuaciones en parques científicos y tecnológicos de la Ley 11/2020, de 30 de diciembre, de Presupuestos Generales del Estado para el año 2021.
89% de ocupación
La APTE también atesora cifras que desmontan a los críticos que creen que estas instalaciones de excelencia son poco más que oficinas infrautilizadas y regadas con dinero público. No en vano, las ayudas del llamado ‘parquetazo’ sirvieron para construir 163 edificios nuevos en 37 parques científicos y tecnológicos que se encuentran actualmente al 89% de su ocupación.
Y no estamos hablando de magnitudes menores. Estos 163 edificios cuentan con una extensión de 840.000 metros cuadrados y alojan a 963 entidades, de las que 90 son centros o infraestructuras de I+D. Precisamente, los préstamos en cuestión también financiaron la creación de 107 de estos entes que se alojan fuera de los edificios propiamente dichos.
Asimismo, los parques científicos y tecnológicos vienen a cubrir un hueco en la cadena de valor de la innovación que no ocupa ninguna otra figura pública o privada en la actualidad: la de hacer de puente entre la Academia y el mercado.
Queda patente, por ejemplo, al comprobar los sectores en que se han enfocado los principales centros e infraestructuras en I+D que recibieron estos préstamos y que, casualmente, coinciden con los sectores de mayor interés futuro para cualquier país moderno: biotecnología (26%), TIC (13%), energía y medio ambiente (12%), ingeniería (11%), medicina y salud (9%), electrónica (7%) o aeronáutica (5%).