"Al repetir de forma consciente y continuada un movimiento, por ejemplo, cuando un exoesqueleto te hace andar, nuestro cerebro, como tiene espasticidad, las neuronas son capaces de reconectarse y volver a aprender a andar". Este es el reto de los exoesqueletos de uso médico: ayudar a nuestro cuerpo a volver a aprender un movimiento que ha olvidado, bien por una operación, bien por falta de práctica al estar postrado en una cama.
Con este objetivo en mente, la startup vasca Gogoa Mobility ha logrado ya la certificación médica para dos de sus exoesqueletos y está en proceso de comercialización en un sistema sanitario, ahora volcado en la pandemia global por la Covid-19.
Un exoesqueleto, al final, es una herramienta que ayuda en la rehabilitación de movilidad a personas con daño cerebral adquirido, con una lesión modular o, incluso, a esos pacientes que se han pasado postrados en una cama durante meses, por Covid o cualquier otra enfermedad, nos cuenta a D+I Carlos Fernández, director general de Gogoa.
"El exoesqueleto ayuda al paciente a restablecer las conexiones", destaca Fernández. Por ahora ya cuenta con dos de sus dispositivos certificados en Europa, y está en proceso con la FDA en EEUU. El primer de ellos fue Hank, con el que se trabaja las extremidades inferiores: cadera, rodilla y tobillo articulado.
Belk, su exoesqueleto para rodilla, ayudar a personas que han estado con una movilidad reducida durante un prolongado periodo de tiempo, como los pacientes en UCI por Covid, sin moverse de la cama. "Belk permite acelerar el proceso de rehabilitación de estos pacientes que han perdido masa muscular y movilidad. Ayuda y favorece este proceso", puntualiza.
Fernández añade que, además, otro efecto colateral de la Covid es el incremento del número de casos de ictus, como consecuencia de los microtrombos en el cerebro. "Muchos de estos microtrombos afectan al control de la movilidad".
Este exoesqueleto, al ser un uso más concentrado en una articulación, es más económico y está orientado, además, a lesiones deportivas, a posoperatorios de rodilla… Con este dispositivo se puede llegar a acelerar "entre un 40 y un 60% el tiempo del proceso de rehabilitación, según la lesión", puntualiza el CEO de Gogoa.
Para completar su gama de dispositivos para ayudar en la rehabilitación médica, esta startup vasca está desarrollando un equipo para combinar sus exoesqueletos certificados con electroestimulación funcional. "Esta combinación activa el músculo al mismo tiempo que mueve la pierna, de forma que se puede acelerar aún más el proceso de rehabilitación", subraya.
En la actualidad, esta última fase está en el proceso de ensayos clínicos en el Hospital Universitario de Cruces (Baracaldo) y en el Hospital Santiago de Vitoria para demostrar los beneficios de esta tecnología.
Así surgió el proyecto
La historia del inicio de este proyecto es interesante, porque todo partió de un trabajo de identificación de posibilidades de diversificación económica en la comarca Urola Garaia y detectaron que era la comarca de Guipuzkoa con la población más envejecida. "Todas estas personas tenían carencias en asistencia técnica y rehabilitación, y detectamos que en España no había fabricantes especializados en este tipo asistencial".
Fernández recuerda que, al buscar quién tenía este tipo de equipamientos, tenían que irse a EEUU o Japón, porque en Europa se estaban desarrollando proyectos en el ámbito universitario y académico.
Estamos hablando del año 2015. "Nos fuimos a un centro de rehabilitación de Boston (EEUU) y en una reunión, ‘sentado’ en una silla, vimos un exoesqueleto y nos dijeron que era español, desarrollado por el Instituto Cajal del CSIC".
Así, entraron en contacto con el CSIC para negociar "la licencia de la tecnología para llevar al producto al mercado, pero en la comarca nadie se animó a invertir, por lo que apostamos nosotros por las posibilidades" de este proyecto al ver su evolución en EEUU y Japón.
En ese momento se realizó la transferencia de esa tecnología desde el CSIC para convertirla en "un producto comercializable en el ámbito sanitario". De hecho, el CSIC mantiene el secreto industrial de la tecnología aplicada en Hank y, a partir de este, Gogoa ha patentado los nuevos desarrollos y ha creado nuevos modelos de utilidad.
En tres años se consiguió la certificación médica, "siendo los primeros europeos en certificar un exoesqueleto en 2018", tras los ensayos clínicos correspondientes. En 2019 se inició su comercialización de estos exoesqueletos.
Sin embargo, Fernández incide en que es un proceso largo, porque hay que "demostrarle al médico la tecnología para que pueda convencer al hospital para que invierta en estos equipos y, después, que cada departamento autonómico de salud decida también aprobar esta inversión".
En medio de este proceso se decretó la pandemia global por Covid-19, por lo que tuvieron que cancelarse "múltiples demostraciones, aún pendientes, en hospitales de España, Italia a Francia".
En estos meses de 'parón' por el coronavirus, desde Gogoa Mobility han seguido trabajando en sus programas de I+D y de desarrollo de investigación para poder relanzar la actividad cuanto antes. De hecho, en la actualidad, está en proceso la certificación para poder comercializar en EEUU, a través de la FDA.
Asimismo, están pendientes de abrir una ronda de inversión para conseguir financiar este proceso, cerrar acuerdos con distribuidores y mejorar el desarrollo de producto. Además, han aprovechado este 2020 para conseguir la certificación de calidad de fabricante de equipamiento médico.
Esta startup cuenta con una plantilla de 12 profesionales de alta especialización y un volumen acumulado de inversiones de cuatro millones de euros en I+D+i. Sus primeras instalaciones se encuentran en la localidad guipuzcoana de Urretxu, que se han ampliado a Mallabia (Bizkaia), donde fábrica los exoesqueletos.