Antonio Alarcón padece un glaucoma avanzado que ha ido restándole capacidad de visión en los últimos años hasta tener menos un 10%. Con su metro noventa de altura y su gran corpulencia, cuando empezó a utilizar el bastón blanco se dio cuenta de que no podía evitar los golpes con obstáculos que se encontraba en su camino por encima de la cadera. Controlaba los pasos y todo lo que sucedía bajo sus pies, pero no podía esquivar estos obstáculos con el bastón tradicional.
“Mi miedo era golpearme con los sombrillas y parasoles de las terrazas, con los toldos de los comercios, con algunas ramas de árboles, con los techos bajos… cuando me enseñaron a utilizar el típico bastón y pregunté cómo podía esquivar estos obstáculos, la respuesta fue: ‘Esto no lo puedes esquivar’, solo pones la mano delante la cabeza para protegerte”, nos cuenta Alarcón. “Nadie se había planteado que un bastón blanco solo protege de cintura hacia abajo”.
De esta necesidad imperiosa nació la idea de desarrollar lo que ahora es Egara a través de una spin off de la Universidad Miguel Hernández. Así, Alarcón nos cuenta cómo desarrolló un mango de asistencia inteligente capaz de adaptarse a todos los bastones tradicionales para personas ciegas para transformarlos en una especie de “barrera virtual” que les protege de estos obstáculos. Con su ayuda, se pueden evitar estos choques fortuitos, pero dolorosos, con objetos y barreras elevadas por encima de la cintura, indetectables para ellos.
Este desarrollo no ha sido fácil, más bien ha sido un proceso largo que se inició en el año 2013 y en el que han participado equipos multidisciplinares de la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH), de la Cátedra de Investigación Bidons Egara y la empresa tecnológica Instead Technologies para contar con hasta cinco prototipos funcionales que se probaban con usuarios reales en su día a día para solventar los diferentes problemas que se encontraba.
La tecnología de Egara es capaz de identificar estos obstáculos aéreos gracias a tres sensores de ultrasonidos instalados en la parte inferior del mango que crean esta barrera virtual frente al usuario. Estos sensores realizan un barrido de todo lo que se encuentra frente al usuario en el momento en el que el bastón está en el centro para encontrar lo que hay delante de él. “Mientras el usuario mueve el bastón de un lado a otro, los sensores están callados”, nos explica Alarcón.
Cómo funciona
Hasta ahora, las soluciones que iban saliendo al mercado establecían una vibración del mango del bastón al hallar un obstáculo. “Esto funcionaba muy bien en un laboratorio o, incluso, en un edificio, pero al salir a la calle la percepción cambia”. El bastón blanco es tan sensible de por sí, que genera una especie de vibración en el usuario al percibir, por ejemplo, un cambio en el pavimento, con lo que esta opción no era funcional.
Ante estas pruebas, desde Egara decidieron crear una especie de wearable, una pulsera en concreto, que es la que transmite la vibración al hallar una barrera en la zona del tronco superior. Esta pulsera está conectada al bastón de forma imantada para evitar accidentes.
Además, los ingenieros de Egara han desarrollo un sistema que se integra en el interior del bastón para procesar toda la información que captan los sensores de ultrasonido. Asimismo, también cuenta con un sensor de giróscopo de seis ejes para localizar la posición del bastón en cada momento y así saber cuándo lanzar o no los sensores de ultrasonidos.
Tras el procesamiento de los datos, la información se simplifica para el usuario: “Si hay un obstáculo delante vibra para que pare y si no hay nada no vibra”. No aporta más datos para no hacer más complicado su uso, ni se graba el recorrido del usuario.
“Un lanzamiento comercial de 5.000 unidades requiere una inversión brutal, porque solo el molde para fabricar las piezas del bastón nos cuesta 30.000 euros”, explica Alarcón. En estos momentos, ya cuentan con unas cien unidades en el mercado, gracias a la colaboración de una empresa que les ha ayudado a hacer los plásticos para sacar este centenar a la venta. Si consiguen inversión quieren hacer una tirada mayor y así poder reducir el precio de venta, que podría oscilar entre los 150 y los 250 euros.
“En España ONCE nos ofrece un paraguas importante, pero hay gente que tiene un determinado porcentaje de visión y no cumple los requisitos, por lo que no pueden acceder a esa formación para usar un bastón blanco”, explica Alarcón. Para ellos ha creado un ‘modo tutor’ del bastón y su nuevo dispositivo que indica al usuario cuando está bien puesto y cuando hace bien el barrido para que funcione de forma óptima.