Un ecosistema de empresas de naturaleza innovadora, ubicado en una región determinada y que favorece sinergias de todo tipo con un objetivo común: el despegue tecnológico, económico y social del territorio en el que se ubica. Esta podría ser, a grandes rasgos, una definición de polo de innovación.
El ejemplo más recurrente a nivel mundial quizá sea Silicon Valley pero las necesidades actuales de la economía han hecho que afloren ecosistemas de este tipo en cada rincón de la geografía de los países más desarrollados. El auge de la digitalización, la pujanza de las start-ups de base tecnológica o las nuevas necesidades de la industria, como la impresión 3D, suelen ser las principales motivaciones para la eclosión de estos polos territoriales.
Y algunos de estos polos están tan especializados que ya no sólo aspiran a dinamizar la economía regional sino que su meta pasa a ser convertirse en referente nacional o internacional. Estos son tres de los ejemplos que encontramos en nuestro país.
Polo de innovación aeroespacial, en Galicia
Uno de estos polos pujantes en el ecosistema nacional se encuentra en Galicia, concretamente en el aeródromo de Rozas, en Castro de Rei (Lugo). El objetivo de la Agencia Gallega de Innovación (GAIN) es claro: que la región siga siendo un referente del sector de los aviones no tripulados en un horizonte de cinco años, sirviéndose de la innovación, de la investigación y del conocimiento.
Es por ello por lo que el gobierno regional, en colaboración con empresas punteras en el sector como Indra, Boeing, Babcock y del Instituto de Técnica Aeroespacial (Inta), tiene un plan de acción en el que no escatimará ni un euro.
De hecho, la inversión público-privada prevista para el próximo lustro asciende a 160 millones de euros y consistirá en reforzar las infraestructuras existentes, consolidar la industrialización de equipos y sistemas, y avanzar en la búsqueda de todo tipo soluciones.
En la actualidad, este Polo Aeroespacial está acometiendo la primera fase de construcción de su parque tecnológico e industrial, que alcanzará una superficie de 31.000 metros cuadrados y que tendrá capacidad para albergar una quincena de naves. Allí la compañía Babcock ya está a punto de finalizar la construcción de su hangar e Indra hará otro. Además, este polo de innovación ha sido el escenario de las pruebas finales de vuelo del Targus, el avión opcionalmente pilotado (OPV) civil más avanzado desarrollado hasta la fecha en España a cargo de Indra.
La Xunta de Galicia, a través de Gain, lanzó el pasado mes de junio una consulta al mercado para identificar nuevas tecnologías y tendencias en el sector y diseñar el horizonte que se vislumbra de cara a 2025 en este polo de innovación aeroespacial. Al respecto, el vicepresidente económico y conselleiro de Economía, Empresa e Innovación, Francisco Conde, ha explicado que se recibieron 153 manifestaciones de interés -presentadas por 67 entidades diferentes- de las que más de la mitad proceden de otras comunidades autónomas y de empresas de países como Israel, EE. UU., Portugal, Suiza, Italia y Holanda.
“El objetivo es que este futuro parque industrial cuente con unas instalaciones únicas y pioneras en España que sirvan como base de operaciones a las empresas de un sector con gran potencial de crecimiento como es el aeroespacial. Contar con más y mejores infraestructuras hace del Polo Aeroespacial un reclamo para atraer nuevas inversiones y fortalecer así, el tejido empresarial de este sector en Galicia”, destaca el vicepresidente económico gallego.
A día de hoy, los datos hablan por sí solos. El Polo Aeroespacial de Galicia lleva movilizados 165 millones de euros, y ha hecho posible que medio centenar de empresas y de centros de conocimiento y quinientos personas trabajen en el desarrollo de más de 35 proyectos.
Polo Tecnológico del Cáñamo, en Extremadura
Quizá la idea de crear un ecosistema innovador alrededor del cáñamo pueda sonar a inocentada. Pero no. El Centro de Tecnológico Nacional Agroalimentario de Extremadura (CTAEX) y la empresa Bhalutek Hemp -especializada desde 2012 en la I+D+i para la mejora genética del cáñamo industrial- han fundado el Polo de Innovación del Cáñamo, que ya cuenta con 21 socios entre los que se encuentran la Universidad de Málaga y la de Extremadura.
Este polo va a dedicarse en los próximos años a intentar posicionar a la región extremeña como un centro de referencia nacional gracias a la investigación y la innovación relacionada con esta peculiar y siempre controvertida planta que, en cualquier caso, tiene demostrado su potencial como cosmético o como complemento medicinal y que no en todas sus variedades es psicoactiva.
El polo, presentado hace solo unas semanas, nace con la vocación de promover el desarrollo y aprovechamiento integral de esta planta, dar acceso a las tecnologías de cultivo y transformación, favorecer la creación de nuevos emprendimientos tecnológicos públicos y privados, compartir conocimiento tecnológico entre los integrantes y hacia terceros, impulsar la investigación, pública y privada, en las distintas disciplinas, actividades y conocimientos que forman el ámbito del cáñamo industrial, estimular la formación y capacitación de científicos, técnicos y agricultores de recursos agrícolas y productivos… Es decir, la labor que se le presupone a cualquier polo de innovación. El hecho diferencial quizá radique en la base sobre la que se basa la eclosión de este ecosistema: el cáñamo.
“Dada la actual situación excepcional de crisis sanitaria es muy probable que en los próximos años se agrave la recesión económica precisando respuestas concretas y acciones decisivas. Entre ellas, el cáñamo industrial podría ofrecer una oportunidad de regeneración de zonas rurales de nuestra región, con un enfoque sostenible desde el punto de vista medioambiental, económico y agronómico gracias a sus características y múltiples usos. Se define el Polo Tecnológico del Cáñamo como un lugar donde se realicen distintas actividades de I+D que reconozcan y pongan en valor el cultivo del cáñamo en nuestro país”, explican desde el CTAEX.
Por su parte, Iker Val, director de Bhalutek, ha involucrado al sector productor como parte fundamental de la cadena: “El Polo ayudará a que haya una filosofía cooperativista y responsable; esperemos que haya una evolución en positivo y que el productor no esté marginado y obligado a trabajar por un salario mínimo”.
Esta iniciativa cuenta con el apoyo tanto el presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, como la delegada del Gobierno en la región, Yolanda García Seco.
Eso sí, todas las partes reconocen que aún queda cierto trabajo por hacer. Desde el Polo Tecnológico del Cáñamo han reclamado cambios a nivel normativo para que la legislación se adapte a la realidad. Juan José Manzanero, presidente de CTAEX, ha incidido en la necesidad de que haya cambios regulatorios que permitan el “desarrollo completo del sector, con plenas garantías legales” tal y como ha sucedido en países de nuestra influencia, como Italia.
Polo Tecnológico de Ciberseguridad, en Castilla y León
La pandemia ha traído consigo el teletrabajo en la mayoría de las empresas. Y con el teletrabajo han aumentado los ataques cibernéticos hasta un 25% según estimó recientemente el Centro de Operaciones de Seguridad de Secure&IT. Que se trata de un dato preocupante, es evidente; pero no lo es menos que las ciberamenazas ya no pueden considerarse un fenómeno aislado causado por un hecho concreto.
Ya hace años que existe el problema. Pero también hace años que se buscan soluciones. El principal órgano nacional que trabaja en contener este tipo de amenazas es el Instituto Nacional de Ciberseguridad (Incibe), ubicado en León.
La sola presencia del Incibe en la capital leonesa ha ido generando en los últimos años un ecosistema empresarial principalmente centrado en la tecnología relacionada con la ciberseguridad. Este polo ya tiene censadas a setenta compañías especializadas. Además, recientemente el Gobierno central ha anunciado un plan para que eclosione en la zona y durante los próximos cinco años un vivero de 20.000 especialistas en ciberseguridad, inteligencia artificial y datos.
De esta manera, León ya es, a todos los niveles, un polo de referencia en la investigación y desarrollo de tecnologías relacionadas con la ciberseguridad. Pero ninguno de los actores protagonistas de este hub quiere parar ahí. ¿Por qué no ser también una referencia internacional?
Ese es el sueño por el que está peleando el Gobierno central: convertir a León en la sede del Centro Europeo de Competencia Industrial, Tecnológica y de Investigación en Ciberseguridad, alrededor del cual empezaría a crecer, más si cabe, un ecosistema tecnológico sin precedentes por el que pasaría todo el conocimiento mundial sobre este sector tan delicado.
Pero, como no podía ser de otra manera, España y León no son los únicos que sueñan con convertirse en una referencia mundial en la materia. Las autoridades comunitarias deben decidir la ubicación de este centro entre varias candidaturas. También compiten Francia, Portugal, Rumanía y Estonia. Es probable que antes de que acabe el año ya se conozca la región afortunada. En León esperan impacientes.