La fatiga de Zoom está haciendo estragos tras dos años de pandemia. Ante el cansancio colectivo de las pantallas y los saludos virtuales, un profesor de la Universidad de Stanford en California, Jeremy Bailenson, ha decidido trasladar sus clases a la realidad virtual y el resultado de la experiencia ha sido, además de entretenido, recibido con buenos ojos por los alumnos y por la propia universidad.
Bailenson no es nuevo en esto de experimentar con tecnologías. Obtuvo su doctorado en psicología cognitiva en el año 1999 y se ha especializado en un campo que ha atravesado toda una revolución en los últimos años: el de la realidad virtual y aumentada. El catedrático quiere entender “cómo las experiencias virtuales cambian las percepciones de uno mismo y de las personas que nos rodean”. Ahora es el director fundador del Laboratorio de Interacción Virtual Humana en una de las universidades más prestigiosas del mundo.
El metaverso llega a la Universidad de Stanford
Las incursiones de Bailenson en el mundo virtual no comenzaron a partir de los confinamientos, sino mucho antes. “La primera vez que di clases acerca de la realidad virtual en Stanford fue en 2003. Mi objetivo era enseñar una clase sobre la realidad virtual dentro de la realidad virtual, pero todavía no existía una tecnología que me permitiera hacer eso”, comenta Bailenson.
Hubo que esperar veinte años para que las tecnologías asociadas a la realidad virtual y a la aumentada dieran un salto cualitativo. En 2021, el software y el hardware ya estaban listos para que este profesor pudiera viajar dentro de la realidad virtual con sus alumnos. Para ello solo necesitaba una cosa: conseguir el apoyo de la universidad.
Estando en la meca de la revolución ‘tech’, la Universidad de Stanford apoyó la iniciativa sin ningún “pero”. “Stanford me apoyó desde el primer momento y compró 180 cascos de realidad virtual para los estudiantes. Además, fue flexible a la hora de cambiar la estructura del curso, que pasaba a ser algo nuevo y fuera de lo común”, señala Bailenson a D+I.
No solo la universidad se volcó en esta iniciativa, sino que también la comunidad estudiantil se vio animada a cambiar la metodología tradicional de las clases. Alumnos de Economía, Ciencias Políticas, Comunicación, Antropología, Cine, Literatura, Psicología y Sociología y un sinfín de carreras no tecnológicas, optaron por dejar de lado los libros, al menos temporalmente, para viajar al mundo digital.
Finalmente, más de 260 alumnos se apuntaron a la asignatura de “Personas Virtuales” programada por este profesor en los pasados semestres de verano y de otoño. El Zoom no se dejó de lado, ya que todavía se impartían algunas clases a través de las cámaras. Los días de clase más interesantes llegaban cuando era turno de ponerse los cascos de realidad virtual que transportaba a los instructores y a los alumnos a un viaje por el metaverso. Lo que una vez pertenecía solo a la ciencia ficción, ahora ha llegado a las aulas.
Los alumnos tienen la opción de diseñar sus avatares y juntos se dedican a explorar el mundo digital a su alrededor, a hacer sesiones de meditación dentro del metaverso o a participar en charlas.
Bailenson se muestra optimista con el resultado y el futuro: “La recepción por parte de los estudiantes fue excepcional y muchos de ellos me dijeron que había sido la mejor clase que habían tomado hasta la fecha en la universidad, así que voy a continuar impartiendo clases en realidad virtual”.
Y, aunque la tecnología haya mejorado de manera significativa, eso no quiere decir que todas las materias puedan ser trasladadas a la realidad virtual. Bailenson seguirá enseñando clases de realidad virtual dentro de la realidad virtual, pero reconoce que aún queda un largo camino por recorrer para lograr trasladar otras materias, como las clases de arte y de química, en un mundo virtual. No existe un hardware adaptado para estos medios y hay escasez de contenido especializado.
¿El futuro de la educación?
Las aulas necesitan atravesar su propia revolución tecnológica y en este caso Bailenson asegura que mejora la experiencia del profesor y de los alumnos. Hay menos distracciones por el mero hecho de que los alumnos se enfundan sus cascos y “se pierden” en un mundo de exploración e interacción con sus compañeros digitales.
El término metaverso no es nuevo ni atribuible a Facebook, a pesar de que los planes de la grande firma californiana pasen por construir experiencias para sus usuarios en estos mundos digitales. En octubre de 2021, Google Trends deja ver que la búsqueda de la palabra “metaverso” se disparó por encima de los dos millones, el mismo mes que Facebook pasaba a llamarse Meta.
“Siempre habrá una actitud de escepticismo hacia las nuevas tecnologías y no creo que sea algo malo”, confiesa Jeremy Bailenson. “La realidad virtual es ideal en muchos campos, pero no para todos. Yo creo que vamos a ver una adopción progresiva de esta tecnología y esto es bueno, ya que se trata de una herramienta poderosa y tenemos que ver cómo integrarla en la sociedad”.