Las antiguas civilizaciones desarrollaron diversas técnicas ingeniosas para mantener sus hogares frescos, adaptándose a los climas cálidos de sus respectivas regiones. Es el caso de los romanos, que sabían cómo controlar el calor en sus domus y así combatir las olas de calor.
Por ejemplo, ya civilizaciones como la sumeria utilizaban paredes gruesas de adobe o barro que actuaban como aislantes térmicos. Durante el día, estas paredes absorbían el calor, liberándolo lentamente por la noche, manteniendo las casas frescas durante las horas más calurosas.
Posteriormente, no sólo los sumerios supieron cómo mantener frescos los hogares en particular, y las ciudades en general, sino que también los egipcios, que sufrían y sufren un clima muy cálido, pusieron en marcha estas técnicas.
Trucos antiguos contra el calor
Los sumerios, una de las primeras civilizaciones urbanas, que se desarrollaron en la antigua Mesopotamia (actual Irak), se enfrentaron al desafío de mantener sus casas frescas en un clima cálido y árido. Para lograrlo, emplearon varias técnicas arquitectónicas y de construcción adaptadas a su entorno.
En este sentido, cabe destacar que las viviendas sumerias estaban hechas principalmente de ladrillos de adobe (una mezcla de barro y paja secada al sol). El adobe es un material que posee excelentes propiedades de aislamiento térmico, lo que ayudaba a mantener las casas frescas durante el día y a conservar el calor por la noche.
Las paredes gruesas de adobe eran capaces de absorber el calor del sol y liberarlo lentamente, minimizando las fluctuaciones extremas de temperatura dentro de las casas. Además, cabe destacar que los sumerios construían los edificios de forma junta, es decir, unos al lado de otros, una técnica que se utilizaba para reducir el número de paredes expuestas al calor.
También cabe destacar que los sumerios normalmente construían casas con los techos planos y las paredes altas, un diseño que permitía que el calor subiera y se dispersara en el techo, mientras que las áreas de vida en el nivel del suelo permanecían más frescas. Además, las paredes altas proporcionaban sombra, reduciendo la cantidad de calor directo que entraba en las viviendas.
La arquitectura sumeria es la fundación de las posteriores, de ahí su importancia a la hora de crear técnicas para combatir el calor que, posteriormente, fueron implantadas por otras civilizaciones.
Igualmente, cabe destacar que los egipcios utilizaban el agua para enfriar sus hogares. Lo que hacían principalmente era colocar jarras de cerámica porosa llenas de agua en las ventanas con el objetivo de que el agua se fuese evaporando lentamente, enfriando el aire que entraba. Esto se pondría entender como el origen del aire acondicionado, pero de una forma mucho más barata y ecológica.
Además, en las viviendas de los más adinerados se utilizaban pequeñas fuentes o estanques en estos patios interiores, en tanto que servían para refrescar el ambiente.
Y también cabe destacar que, normalmente, en las antiguas civilizaciones, las casas estaban orientadas estratégicamente para minimizar la exposición al sol directo durante las horas más calurosas del día. Por ejemplo, las casas romanas y griegas frecuentemente tenían sus fachadas principales orientadas hacia el norte o noreste.