Los dominios de la Antigua Roma abarcaron un territorio tan vasto que la alimentación de sus ciudadanos y habitantes fue muy diferente, si bien la base de todo se encontraba en productos derivados del trigo. Las dietas de las distintas regiones fueron además sufriendo modificaciones a lo largo de los siglos y nutriendo a la Urbs de platos especiales
En Hispania, por ejemplo, se fabricaba el famoso garum, una salsa salada hecha a base de vísceras fermentadas de pescado. Se empleaba principalmente para condimentar o acompañar gran cantidad de comidas y el procedente de la zona de Cádiz era uno de los más apreciados en todo el Imperio romano.
Sin embargo, también cabe destacar que la comida, los platos y las elaboraciones eran bien distintas dependiendo del grupo social en el que nos encontrásemos, algo que ha ocurrido en todas las civilizaciones. En este sentido, te hablamos de un plato que tomaban las gentes más importantes de la Antigua Roma durante los banquetes.
El porcus troianus
Los romanos disfrutaban de una amplia variedad de alimentos en su dieta diaria y en sus opulentos banquetes, conocidos como cenae. Cabe destacar que estas reuniones eran ocasiones sociales importantes y especiales que se celebraban con el objetivo de reflejar el estatus y la riqueza del anfitrión.
Eran muchos los platos que se elaboraban para estas ocasiones. Sin embargo, uno de los más destacados fue el porcus troianus, que se trataba de un cerdo relleno de distintos alimentos.
El porcus troianus era un plato impresionante y muy elaborado que se servía en los banquetes romanos. Su nombre resulta muy peculiar ya que puede traducirse como "cerdo troyano", una alusión al famoso caballo de Troya debido a que es un trato de una naturaleza engañosa y sorprendente: no se sabe qué habrá dentro.
Concretamente, consistía en un cerdo entero que se rellenaba con una variedad de otros alimentos, como podían ser aves, salchichas, frutas, nueces y a veces incluso mariscos. De ahí que fuese un plato sorprendente y extravagante.
Además, cabe destacar que su preparación era extremadamente laboriosa y se consideraba un espectáculo culinario: cuando se abría el cerdo, se revelaba el relleno que se había escogido para esa ocasión para sorpresa y deleite de los comensales.
Apicio, famoso gastrónomo del siglo I d.C., menciona en su libro de recetas De re coquinaria la preparación de un cerdo relleno, lo cual muestra la sofisticación y la opulencia de la cocina romana en los banquetes de la élite.
Cabe destacar que el porcus troianus no solo reflejaba la habilidad culinaria del cocinero, sino también el estatus social del anfitrión del banquete, ya que la complejidad y el costo de su preparación lo hacían accesible solo a los más ricos y poderosos de la sociedad romana.
¿Qué comían los romanos en los banquetes?
Sin embargo, cabe destacar que los romanos no sólo comían porcus troianus durante sus banquetes, sino que también había otros platos o recetas. En cualquier caso, en general la comida de estas comilonas era más extravagante y variada que en las reuniones normales.
Además, los banquetes podían consistir en múltiples platos servidos en varios "actos" o "servicios". Y algunos de los alimentos más lujosos y extravagantes que podrían encontrarse incluían platos de entrada que podían ser olivas, huevos, ostras y ensaladas.
Luego, además del "cerdo troyano", otro tipo de carnes, como pavos reales, flamencos o liebres, entre otros ejemplos. Sobre todo, eran comunes también las aves durante estos banquetes. También mariscos y pescados, sobre todo variedades exóticas como langostas o cangrejos.
En otras ocasiones elaboraban otros platos como el jabalí relleno o lechones asados enteros. Y evidentemente, en estas comidas también se incluían postres, entre ellos, frutas frescas, miel, frutos secos y pasteles o dulces a base de queso y miel.
Además, no podían faltar las salsas y los condimentos, que eran una parte importante de la cocina romana, como el citado garum. En la parte de la bebida sobresalía el vino. Y a diferencia de la práctica moderna de beber vino puro, los romanos generalmente lo diluían con agua, una práctica común para todos los niveles sociales. La proporción de agua/vino podía variar, pero generalmente se utilizaba más agua para hacer la bebida más ligera y refrescante
En general, cabe destacar que los banquetes romanos eran una demostración de riqueza y poder, y a menudo se utilizaban para impresionar a los invitados y fortalecer las relaciones sociales y políticas. De hecho, no todo el mundo estaba invitado, sino que se solía invitar a los senadores, magistrados y otros funcionarios de alto rango (invitados comunes en los banquetes de la élite), así como miembros de la familia imperial, patricios y aristócratas.
Además, también se podía a invitar a otro tipo de personas con poder o individuos influyentes, así como a parientes cercanos y amigos de los anteriormente mencionados.
También cabe destacar que había músicos y cantantes, que eran contratados para amenizar la velada, así como poetas y oradores para recitar poesía o discursos, agregando un elemento cultural e intelectual al evento. Y en banquetes particularmente lujosos, se podían contratar actores, mimos y acróbatas para ofrecer entretenimiento visual y teatral.
Y luego estarían los esclavos domésticos, que no eran invitados, sino trabajadores pues eran los encargados de estar sirviendo la comida, entreteniendo a los invitados y asegurando que todo transcurriera sin problemas; así como los cocineros y el personal de cocina, que eran esenciales para la preparación de los elaborados platos servidos en los banquetes.