Los anfiteatros romanos son uno de los tipos de estructuras más representativos de la arquitectura romana, conocidos por su función en el entretenimiento público. Muchos de estos edificios han sobrevivido hasta nuestros días, aunque en diversos estados de conservación. Algunos, como el famoso Coliseo, son importantes atracciones turísticas y símbolos del legado de la Antigua Roma.
Sin embargo, no sólo el Coliseo de Roma es un ejemplo de anfiteatro que ha pervivido hasta nuestros días, sino que cabe hablar de otro ejemplo de época romana considerado como uno de los mejor conservados y que aún sigue en uso.
Se trata del anfiteatro de Nimes, situado en la ciudad francesa homónima y que es famosa por la multitud de restos de época romana que se conservan en bastante buen estado. De de hecho, es conocida como "la pequeña Roma" gala.
Nimes conserva varios monumentos de esta época romana. Sin embargo, entre ellos destaca principalmente el anfiteatro conocido como "Arenas de Nimes". Fue construido a finales del siglo I d.C., durante el reinado del emperador Augusto, aunque algunos estudios sugieren que pudo haberse completado durante el reinado de Domiciano.
Desde su construcción, el Arenas de Nimes fue escenario de cazas de fieras salvajes y combates de gladiadores. Recordemos que los combates de gladiadores eran uno de los eventos más populares en los anfiteatros.
Los gladiadores, que eran esclavos, prisioneros de guerra o voluntarios profesionales, luchaban entre sí o contra animales salvajes. Estos combates podían ser a muerte o hasta la rendición, dependiendo de las reglas establecidas para el espectáculo.
También se celebraban en este lugar otro tipo de espectáculos, conocidos como venationes, donde los cazadores (venatores) luchaban contra animales salvajes traídos de diferentes partes del Imperio, como leones, tigres, osos, elefantes y otros. Estos eventos demostraban el dominio de Roma sobre la naturaleza y sus conquistas.
El Arena de Nimes es un anfiteatro que destaca por su excepcional estado de conservación y porque aún se mantiene en uso. Incluso, podría ser considerado como uno de los mejor conservados del mundo.
De hecho, estudiosos como Amanda Claridge, en su obra Rome: An Oxford Archaeological Guide, destaca la conservación del anfiteatro de Nimes y lo compara favorablemente con otros anfiteatros romanos, incluyendo el Coliseo en Roma.
En general, el anfiteatro de Nimes, también conocido como las Arenas de Nimes, es a menudo mencionado por estudiosos y expertos en arquitectura romana como uno de los mejor conservados del mundo. Por ejemplo, otro experto, John Bryan Ward-Perkins, en su libro Roman Imperial Architecture, menciona el anfiteatro de Nimes como uno de los ejemplos más completos y mejor conservados de un anfiteatro romano.
En cuanto a las características del anfiteatro, mide 133 metros de largo por 101 metros de ancho. Y su altura es bastante monumental: 21 metros. Se conoce que podía acoger (y acoge) a más de 23.000 personas, distribuidas según su rango social en las 34 gradas.
Sin duda, el Arenas de Nimes destaca como un anfiteatro un tanto desconocido, pero de gran importancia. En cualquier caso, uno de los más importantes siempre será el Coliseo o Anfiteatro Flavio, ubicado en Roma, que es el anfiteatro más grande y famoso. Este podía albergar entre 50.000 y 80.000 espectadores y fue inaugurado en 80 d.C. por el emperador Tito.
También cabe hablar del Anfiteatro de El Djem, situado en Túnez, otro que destaca por su buen estado de conservación. Fue construido en el siglo III y podía albergar hasta 35.000 espectadores.
Y otro ejemplo destacable es el Anfiteatro de Capua, considerado el segundo más grande de Italia después del Coliseo, que se encuentra situado en Santa Maria Capua Vetere.
En definitiva, el anfiteatro de Nimes es un ejemplo de esos centros de la vida social y cultural que poseían las ciudades romanas. Ofrecían una forma de entretenimiento accesible a todos los niveles sociales, aunque los mejores asientos eran reservados para los ciudadanos más prominentes.
Además, los juegos y espectáculos organizados en los anfiteatros tenían un carácter político y propagandístico, utilizados por los emperadores y políticos para ganar popularidad y controlar a las masas.