Durante casi 2.000 años, los restos de un naufragio de época tardorromana pasaron desapercibidos en el fondo de una de las playas más turísticas de Palma de Mallorca. Localizado a unos 65 metros de la costa y a dos de profundidad, fue identificado de forma casual en 2019 por un buceador aficionado. Su estudio desde entonces ha confirmado que se trata de un hallazgo excepcional tanto por el origen de la nave, el entorno de Carthago Spartaria/Cartagena, siendo el primer pecio romano conocido con un cargamento de esta región naufragado en aguas del Mediterráneo; como por la fecha del hundimiento, datada en la fase inicial de la Antigüedad Tardía (siglos III y IV d.C.), momento del que hay pocas embarcaciones conocidas en el Mare Nostrum, y muchos menos aún con cargamento hispánico.
El pecio de Ses Fontanelles, de 12 metros de eslora por 6 m de manga y en excelente estado de conservación, transportaba casi tres centenares de ánforas cuando las aguas lo devoraron por algún motivo todavía desconocido. El estudio multianalítico de estos recipientes —parte de ellos íntegros y otros completos pero fragmentados— y de su contenido, así como de los elementos de la arquitectura naval de la embarcación, ha desvelado ahora nueva e interesante información sobre el singular barco romano.
Los resultados, publicados en la revista Archaeological and Anthropological Sciences, se enmarcan dentro del proyecto de investigación "ArqueoMallornauta", impulsado por el Gobierno de Mallorca y las universidades de Barcelona, Cádiz y las Islas Baleares.
En primer lugar, los análisis petrográficos y arqueozoológicos y residuales de las ánforas han permitido documentar tres tipos diferentes de recipientes y lo que transportaban en su interior: una salsa de pescado fermentado (liquaminis flos) muy popular en Roma, aceite y vinos o mostos fermentados para la conservación de fruta (el llamado defrutum o sapa por los romanos). Llama la atención que la tipología de uno de los grupos de ánforas era desconocida en la bibliografía de referencia, por lo que los investigadores las han denominado con el nombre del yacimiento: Ses Fontanelles 1. Hay también un cuarto modelo de vasijas que los arqueólogos relacionan con los pertrechos de la tripulación.
"El análisis de la ictiofauna ha permitido comprender que esta salsa de pescado se preparaba básicamente con pequeños engráulidos, sobre todo boquerones pero con presencia de sardinas", escriben los autores del estudio, liderados por Miguel Ángel Cau-Ontiveros, profesor de Investigación ICREA de la Universidad de Barcelona. Los marinos que iban en el barco mercante organizaron la carga en dos niveles que cubrían todo el largo y ancho del casco, colocando las ánforas verticalmente para maximizar el espacio disponible. Los recipientes se recubrieron con ramas de árboles como elemento de protección.
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Madera del sureste peninsular
El cargamento, no obstante, escondía otra sorpresa: los investigadores han podido obtener un centenar de rótulos pintados en las ánforas, convirtiendo al pecio de Ses Fontanelles en la colección más amplia de tituli picti de España y en una de las más importantes de todo el mundo romano. En algunos de los recipientes, por ejemplo, se observa una línea con los nombres "Alunnius" y "Ausonius", probablemente los impulsores de la empresa comercial, y otra inmediatamente debajo que indica el contenido de esas vasijas: la salsa de pescado.
"El pecio es un ejemplo único ya que es uno de los pocos casos en todo el Mediterráneo donde, gracias a un estado de conservación excepcional, es posible relacionar la información de las inscripciones pintadas con el paleocontenido", destacan los científicos.
"Toda la información analítica sugiere que Alunnius et Ausonius prepararon la empresa comercial marítima, un barco mercante con un cargamento compuesto principalmente de salsa de pescado (liquaminis flos) en las ánforas Almagro 51c, aceite transportado en las ánforas Ses Fontanelles 1 (probablemente una imitación de las Dressel 23) y derivados de la uva o frutas conservadas en dichas sustancias en ánforas de fondo plano", resumen los autores del estudio en sus conclusiones. Tras salir de la ciudad de Carthago Nova/Carthago Spartaria o de un puerto cercano, se hundió por algún motivo que todavía no han sido capaces de identificar en la bahía de Palma.
Gracias al ambiente anóxico del enterramiento del pecio la madera se ha conservado muy bien casi dos milenios después. Su estudio en el laboratorio ha desvelado que los constructores navales utilizaron pino para las partes longitudinales del barco mientras que para las zonas más pequeñas, relacionadas con el sistema de ensamblaje y sometidas a una mayor presión, seleccionaron especies más resistentes, principalmente coníferas y olivos. Ramas de vides y de otras plantas fueron empleadas para proteger y recubrir el cargamento. La procedencia de esta madera conduce a las zonas costeras y bajas, compatibles con el suroeste de la Península Ibérica.
Extracción del pecio
Durante la excavación aparecieron otras piezas arqueológicas "excepcionales". Por ejemplo, un taladro de arco usado por los carpinteros de ribera para la reparación de la embarcación, el primero de su género aparecido en España, o dos zapatos de esparto y de cuero. El proyecto multidisciplinar de investigación incluye más prospecciones en el yacimiento, el estudio completo del cargamento y la arquitectura naval, así como la extracción del pecio para garantizar su conservación.
De hecho, a principios de este mes el Gobierno de Mallorca puso en marcha los preparativos del operativo para acometer esta difícil intervención que involucrará a más de 40 especialistas y a instituciones como la Armada, la Guardia Civil y Ports IB. Según el Ejecutivo autonómico, estos trabajos se llevarán a cabo o a finales de este año o a principios de 2025, dependiendo de la meteorología, y durará entre tres y cuatro semanas. Una vez extraído del fondo del mar, el pecio será trasladado al castillo de San Carlos, donde se realizarán las pertinentes tareas de conservación y consolidación y se expondrá al público.