¿Una princesa de Europa central en Alicante? El enigma de la excepcional tumba con joyas de oro
Un estudio revisa un singular enterramiento femenino de hace más de 3.500 años hallado en Orihuela que contiene unos diminutos conos de oro únicos en el mundo argárico.
14 marzo, 2024 10:30Las excavaciones realizadas a principios del siglo XX en San Antón, Orihuela, uno de los yacimientos de la Edad del Bronce más relevantes de la provincia de Alicante, sacaron a la luz una gran cantidad de tumbas prehistóricas. El encargado de los trabajos, el sacerdote jesuita Julio Furgús, interpretó el sitio, con casi 800 enterramientos, como una necrópolis, aunque se trataba en realidad de un asentamiento argárico, una sociedad guerrera con organización jerárquica y construcciones monumentales que inhumaba a sus muertos bajo las viviendas. El 1905 dio a conocer los datos de una sepultura particular que incluía un excepcional ajuar con objetos de oro.
La revisión, gracias a la nueva información proporcionada por el registro arqueológico, de los restos humanos y materiales conservados en la tumba y su contexto revela ahora unas sorprendentes conexiones sociales entre el sureste de la Península Ibérica y la cuenca carpática, en Europa central. En un estudio publicado en la revista Antiquity, un equipo de investigadores de la Universidad de Alicante y el Museo Arqueológico de Alicante propone que la mujer enterrada en el yacimiento argárico con los elementos típicos de la élite social pudo ser una 'princesa' llegada desde el otro lado del continente.
En este enterramiento singular de San Antón, fechado entre 1900-1650 a.C., el jesuita Furgús documentó el esqueleto —hoy perdido— de una mujer, recostado en posición encogida sobre su lado derecho, y con el cráneo, "totalmente embadurnado de negro", orientado al oeste. El excavador reseñó que a cada lado de la cabeza había una espiral de plata, usadas probablemente como pendientes o adornos para sujetar el cabello, y una vasija de gran tamaño muy fragmentada. A la altura de la cintura descubrió un cuchillo de 14 cm de largo adherido a un pequeño pañuelo de tela y dos punzones, uno de metal y otro de hueso.
No obstante, lo más significativo era una colección de 73 "conos huecos" de oro, de los que solo se conservan 42, localizada entre las vértebras del cuello. La aparición de conchas marinas perforadas y dos pequeños discos de marfil de 5 mm de diámetro empujó a Furgús a pensar que se trataban de los elementos de un collar. Pero tras un siglo de investigaciones sobre el mundo argárico, que floreció aproximadamente entre 2200 y 1550 a.C., ese extraordinario conjunto de pequeños conos representa un unicum dentro del legado arqueológico de esta misteriosa civilización que revolucionó la Península Ibérica.
Juan A. López Padilla, Francisco Javier Jover Maestre, Ricardo E. Basso Rial y María Pastor Quiles, autores del artículo científico, explica que este conjunto es el único ejemplo de joyería argárica elaborado con una técnica que consiste en embutir una pequeña laminilla de oro dispuesta encima de una matriz con una oquedad de forma cónica y, más destacable todavía, el único que no encuentra un paralelo hecho en plata, el material más abundante en la orfebrería de esta sociedad.
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¿Viaje o regalo?
¿Pero cuál era la verdadera utilidad de estas diminutas piezas? A finales del siglo pasado algunos investigadores ya señalaron el parecido de los conos del yacimiento de San Antón con los que formaban parte del tesoro de Kápolnahlom, hallado en el norte de Hungría. En una necrópolis de Eslovaquia perteneciente a la cultura Otomani-Füzesabony, también de la Edad del Bronce, han aparecido 144 artefactos de oro casi idénticos en seis tumbas femeninas, y en torno a las clavículas de los esqueletos, pertenecientes a mujeres del más alto rango social. Diversas investigaciones han desvelado que el uso de una amplia variedad de objetos de oro y bronce cosidos a materiales textiles para decorar las ropas fue una tradición extendida en Europa central en esta época.
Los arqueólogos españoles aseguran que existen parecidos evidentes entre los conos de la zona de los Cárpatos y los de San Antón, dos regiones separadas por más de 2.000 kilómetros, tanto a nivel de diseño y fabricación como por su distribución en los esqueletos. Sería por lo tanto un lujoso adorno que se colocaba en algún dobladillo de los vestidos de mujeres de alto estatus.
El gran interrogante a resolver es que el enterramiento hallado en Orihuela resulta extraordinario y único para el mundo argárico. Un estudio reciente de una serie de tumbas de La Almoloya, uno de los principales núcleos de El Argar, reveló que esta sociedad practicó la exogamia femenina. López Padilla y el resto de autores del artículo de Antiquity recuerdan que el movimiento de mujeres entre asentamientos también fue común en la Europa de la Edad del Bronce, incluyendo las poblaciones de la cuenca carpática.
Los arqueólogos ven más probable la presencia de una "princesa de los Cárpatos" en el suroeste de la Península Ibérica como resultado de estas prácticas sociales que el largo viaje de un artesano para elaborar este artefacto exclusivo o que un orfebre local hubiera copiado dicha tradición externa para las élites argáricas. "El hecho de que ningún equivalente de plata se haya descubierto hasta el momento es una evidencia muy significativa en este sentido. Esto también hace improbable que el vestido fuese un regalo enviado desde el otro lado de Europa para una 'princesa' argárica, aunque esto no debe descartarse completamente a la luz de nuevas pruebas de un comercio e intercambio textil en la Edad del Bronce", analizan.
"Parece razonable suponer que, de acuerdo con la práctica argárica de exogamia y patrilocalidad, como en otras partes de la Europa de la Edad del Bronce, las mujeres llegadas de otras comunidades se habrían visto obligadas a integrarse plenamente en las prácticas sociales de la comunidad de sus maridos", valoran los investigadores. "Éste habría sido el caso de esta mujer, y sin duda la única razón por la que su exótico vestido pudo acompañarla hasta la tumba es que estas joyas de oro no contravenían ninguna norma argárica sobre su uso en entierros femeninos de alto rango".
La ropa ornamentada con joyas habría sido tan exótica hace 3.500 años como lo es hoy en día al estudiar el registro arqueológico de la Edad del Bronce en Iberia. Los investigadores se preguntan si su presencia en la tumba sería el testimonio del remoto lugar de origen de esta 'princesa' y si los objetos del resto del ajuar revelan su integración como miembro destacado de la sociedad argárica: "Si ese fuera el caso, su papel en el desarrollo de relaciones e interacciones sociales entre las élites de ambos extremos del Mediterráneo a lo largo de la primera mitad del segundo milenio antes de Cristo es innegable".