Cuando en 1519 los hombres de Hernán Cortés desembarcaron en Veracruz ante sus ojos se desplegó un océano verde repleto de pueblos antiguos con culturas extrañas. El cronista Bernal Díaz del Castillo relata que los nativos mexicas tomaban una bebida compuesta por cacao. El propio Cortés dijo que tenía un gusto amargo y picante pero los conquistadores pronto se acostumbraron y adoptaron aquella novedad. El cacao, más allá de servir como bebida jugaba un papel principal en el modo de vida del México precolombino.
"Cuando todo era noche, cuando no había luz, [los dioses] decidieron crear al hombre formando su cuerpo con harina de maíz; y el hombre les pagó el don de la vida con el cacao", relata una leyenda maya sobre el origen de la vida recogida en el Popol Vuh. Sin embargo, el origen del árbol del cacao -cuyo nombre científico Thebroma cacao se traduciría como "la comida de los dioses"- y su domesticación están lejos del golfo de México y se sitúan en la cuenca del indómito río Amazonas, la selvática región donde Lope de Aguirre enloqueció. Hasta hoy, nunca quedó del todo claro cómo dio el salto al resto del continente.
Aquella planta fue domesticada y se extendió por toda América Central y Sudamérica gracias a las rutas comerciales hace al menos 5.000 años y fue mucho más utilizada de lo que se pensaba antiguamente tal como sugiere el último estudio publicado por la revista Scientific Reports. Para llegar a estas conclusiones, el equipo liderado por Claire Lanaud (instituto AGAP) analizaron los residuos de cacao de 352 restos cerámicos conservados en museos de un total de 19 culturas precolombinas que habitaron en una cronología que va desde hace 5.900 hasta hace 400 años entre Ecuador, Colombia, Perú, México, Belice y Panamá.
Agricultura y comercio
"Las interacciones entre la Amazonia y los pueblos de la costa del Pacífico que involucraron el uso y domesticación de T. cacao probablemente ocurrieron durante las primeras etapas de la agricultura", informan en su artículo.
Los hallazgos demuestran que el cacao se cultivó extensivamente a lo largo de la costa del Pacífico poco después de su domesticación en el Amazonas hace al menos 5.000 años, con altos niveles de diversidad entre las cepas antiguas que indican que poblaciones genéticamente distintas se criaron juntas.
La presencia de genotipos de cacao originarios de la Amazonia peruana en la región costera ecuatoriana de Valdivia sugiere que estas culturas tuvieron un contacto de larga duración. También se detectaron cepas de cacao peruano en artefactos de la costa caribeña colombiana. En conjunto, esto indica que las variedades de cacao experimentaron una amplia difusión entre países y fueron cruzadas para adaptarse a nuevos entornos a medida que diferentes culturas adoptaron su uso.
Los autores del estudio también utilizaron información genética de 76 muestras modernas de T. cacao para establecer la ascendencia del cacao antiguo presente en los materiales cerámicos, lo que podría revelar cómo las cepas antiguas se diversificaron y extendieron en el continente.
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Para ello, además de rastrear el ADN de cacao antiguo, los investigadores rastrearon en estos restos la presencia de metilxantina y de sus tres moléculas principales, teobromina, teofilina y cafeína que están presentes en el cacao contemporáneo. En total, cerca de un 30% de las piezas de cerámica analizadas presentan retos de ADN de T. cacao antiguo que "se usó en tanto en actividades doméstica como rituales", explican en el estudio que desarrolla que esto "demuestra la extensión
y el uso continuo tanto de T. cacao como de sus parientes silvestres por parte de los pueblos antiguos que vivían a lo largo de la costa pacífica del norte de Sudamérica".
Concluyen que una mayor comprensión de la historia genética y la diversidad del cacao pueden ayudar a contrarrestar amenazas, como las enfermedades y el cambio climático, que enfrentan las cepas de cacao modernas.