Aquel hallazgo realizado en 1881 dejó mudos a los arqueólogos y los medios de comunicación del momento se hicieron eco de la noticia. En las arenas de la inmensa necrópolis del Valle de los Reyes, cerca de la actual ciudad de Luxor y antigua Tebas, el egiptólogo francés Gaston Maspero había encontrado casi intacto el último refugio de más de medio centenar de momias entre las que se encontraban miembros de la familia real y varios faraones de las dinastías XVII a la XXI.
En realidad hacía décadas que lo habían encontrado los campesinos locales. Algunos pequeños tesoros de aquella tumba nombrada como TT320 ya circulaban en el mercado negro de antigüedades cuando llegó Maspero. La hipótesis defendida por el afamado egiptólogo, que también popularizó el término de "los Pueblos del Mar", radicaba en que aquel recóndito valle había sido elegido hacía milenios con el objetivo de reubicar y proteger aquellas momias y sus tesoros del imparable saqueo y expolio que sufrían las necrópolis faraónicas.
Desde entonces, las investigaciones de este Valle Escondido de Luxor giraron en torno a la tumba TT320, oculta y aislada, y las momias de aquellos monarcas del país del Nilo que tampoco encontraron descanso en este escondrijo funerario que debió estar repleto de ofrendas. Sin embargo, este valle, que en realidad se trata de un circo geológico, se encuentra situado en pleno centro de la necrópolis de Tebas y en su alrededor se encuentran multitud de templos, tumbas, monasterios y restos arqueológicos. Las piezas en el rompecabezas no parecen encajar.
Grafitis y efigies
El magnetismo de aquella tumba faraónica es innegable pero para resolver su misterio es necesario escapar de su embrujo y centrarse en el mal llamado Valle. Un estudio centrado en los grafitis de la margen izquierda del Nilo y en la montaña tebana encontró un número inusualmente elevado de estas figuras en la zona. "Para ser un lugar escondido y secreto, no parece el más indicado", razona en uno de sus artículos José Ramón Pérez-Accino, doctor en Historia Antigua, profesor de la Universidad Complutense de Madrid y director del 2C Project que lleva desde 2017 estudiando este misterio.
La teoría que defiende cambia los paradigmas con los que normalmente se ha estudiado el entorno de la tumba TT320. Para ser una tumba que debía permanecer en secreto, los grafitis documentados se encuentran flanqueando el camino y rodean las rocosas paredes del hipogeo faraónico. Su críptico y esquemático contenido es muy variado, encontrándose desde oraciones y nombres de sacerdotes hasta representaciones humanas y del paisaje con un claro significado ritual.
En una de las primeras prospecciones que el equipo hispano-egipcio realizó en la zona, poco más grande que un campo de fútbol, documentaron una gran roca con forma de cabeza humana con signos de haber sido esculpida y destruida por la mano del hombre: acababan de descubrir una efigie al lado del camino que lleva a la tumba.
Esta extraña roca se encuentra alineada con dos de los grafitis documentados en el circo. Uno de los cuales se sitúa elevado a cuatro metros de altura sobre la entrada del hipogeo. A todos estos elementos hay que sumarle la presencia de un nicho desde el cuál, mirando hacia el este, dos colinas enmarcan el horizonte en el que se encuentra el fastuoso inmenso templo de Karnak, uno de los centros religiosos más importantes de toda la historia de Egipto.
Un lugar mágico
Para redondear la importancia del lugar, bajo los restos de la efigie se localizó un depósito de sedimentos y escombros. Allí se descubrieron toda una serie de momias de animales, restos de cestas y un mueble de madera, ofrendas y un recipiente cerámico con la imagen del dios Sobek. Con cabeza de cocodrilo, se consideraba que del sudor de este dios había nacido el inmenso río Nilo a cuyas orillas creció esta gran civilización.
Nada está hecho al azar. En el templo de Sobek-Ra en Qasr Qarun se encuentra perfectamente alineados con el amanecer del 21 de diciembre, el solsticio de invierno. Al realizar la prueba en el Valle Escondido, el astro solar inundó con su luz el nicho desde el que se observa Karnak y la misteriosa efigie.
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"Todos estos elementos parecen definir una zona de uso sagrado, cultural, de nuevo en directa contradicción con la idea de que el circo es un lugar secreto, abandonado y completamente oculto", explica Pérez-Accino.
La efigie que saluda al sol y que se enmarca dentro de este recinto sagrado fue mutilada por motivos desconocidos. Entre las principales hipótesis que manejan los investigadores, todavía sin confirmar están los motivos políticos y religiosos.
Sin embargo, que doctrina pudo ser la causante de su destrucción, se desconoce. En periodo romano y bizantino se establecieron varios monasterios cristianos aunque posteriormente la zona pasó a control islámico sobre el siglo VII d.C. Sea como fuere, ambas corrientes presentaron en algún momento u otro una fuerte tendencia iconoclasta.
Sin embargo, en cuanto el porqué la tumba apareció casi intacta a pesar de encontrarse en un sitio tan destacado y conocido, se debe a otra técnica anti ladrones alejada de su secretismo.
"De la misma manera, que los cuerpos fueron depositados sin grandes tesoros, como es el caso, actúa como un elemento desmotivador para el saqueo si se pone en relación con la cantidad de casi 180 toneladas de arena y escombros que es capaz de albergar el pozo de la tumba TT320", cierra el egiptólogo.