La odisea de los vikingos en América: así descubrieron la 'tierra de vides' y su oscuro final
Un libro explora el mundo y los viajes de los aventureros nórdicos a través de las historias que contaron sobre ellos mismos en las sagas.
12 octubre, 2023 02:13Erik el Rojo era un proscrito, un pendenciero incorregible y asesino en serie que decidió abandonar Escandinavia y buscar más aventuras, una nueva vida, zarpando hacia el oeste. Fue el artífice del primer asentamiento nórdico en la helada Groenlandia, y también el pionero de una red acuática con la que los vikingos abarcarían todo el Atlántico Norte. Estos intrépidos navegantes llegaron incluso, hacia el año 1000, hasta América, a los territorios de la actual Terranova, en Canadá, adelantándose en cinco siglos a la expedición de Cristóbal Colón.
Esta epopeya quedó recogida en unas narraciones, las sagas, que probablemente daten de principios del siglo XIII y donde se describen las expediciones nórdicas al borde del continente norteamericano, a lo que ellos llamaron Vinlandia, porque allí crecían uvas silvestres que daban un vino excelente. No obstante, la mención más antigua a este lugar figura en la obra de un cronista alemán del siglo XI que se hace eco de las noticias sobre un océano lejano que le había transmitido el rey Svend II de Dinamarca.
La Saga de los groenlandeses habla de seis viajes al oeste de Groenlandia, mientras que solo tres aparecen en la Saga de Erik el Rojo, siendo el último de ellos una amalgama de muchos de los acontecimientos que se reparten en varias travesías en el otro texto. Las discrepancias entre ambos relatos son manifiestas. Por ejemplo, aunque la primera parte del recorrido es casi idéntica, sus líderes son distintos —Thorfinn Karlsefni Thórdarson (su mujer Gudríd fue la primera europea conocida en dar a luz en Norteamérica) y Leif el Afortunado, el hijo de Erik, respectivamente—.
Pero en las últimas décadas, gracias a la arqueología, a la ciencia, se sabe que las sagas no recogieron episodios fantásticos, a pesar de que los pudiesen edulcorar con sucesos inverosímiles. En el yacimiento de L'Anse aux Meadows, en trono a una amplia bahía de Terranova, los arqueólogos han hallado los vestigios de ocho edificios nórdicos que poseyeron gruesos muros de césped y tejados con armazón de madera. Algunos eran grandes salones, en apariencia construidos para vivir en ellos; otros, talleres donde reparar barcos. Un estudio reciente ha confirmado que los vikingos estaban allí en 1021.
La ocupación fue breve y no se sabe si este asentamiento sirvió como trampolín para viajes más hacia el sur. Sus habitantes se llevaron consigo todas sus herramientas y objetos de valor, e incluso se prendió fuego a dos edificios. ¿Pueden ser estas construcciones las que dice la Saga de los groenlandeses que erigió Leif? Solo se pueden hacer conjeturas, como sucede con los lugares que en realidad pisaron los nórdicos.
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"Casi con toda seguridad, Hellulland [Tierra de las losas de piedra] es la isla de Baffin, con su terreno rocoso, sus montañas inhóspitas y sus imponentes glaciares. Probablemente Markland [Tierra de los bosques] sea un área boscosa de la Costa de Labrador. Más al sur, todo resulta algo más confuso, aunque Vinlandia parece corresponder con la zona alrededor del golfo de San Lorenzo, Nuevo Brunswick y Nueva Escocia", resume Eleanor Rosamund Barraclough en Más allá de las tierras del norte (Ático de los Libros), un preciso y riguroso análisis de las sagas nórdicas que complementa a la perfección otras dos extraordinarias obras sobre el universo vikingo, las de Neil Price y Cat Jarman, publicadas en los últimos años por esta misma editorial.
Los nativos
La profesora de Historia y Literatura Medieval en la Universidad de Durham recuerda que el descubrimiento de Vinlandia para los escandinavos fue como una suerte de paraíso, un lugar donde abundaban los recursos y las riquezas. ¿Por qué no se asentaron allí de forma permanente? Probablemente por cuestiones de inquietud e inseguridad: no estaban solos. Se encontraron con "hombres negros y horribles, con una horrible cabellera en la cabeza, ojos grandes y anchas mejillas".
Una serie de hallazgos arqueológicos apunta hacia una incipiente red de intercambio entre los nórdicos y los nativos americanos. En la necrópolis del yacimiento de Sandnæs, en lo que fue una importante granja en el Asentamiento Occidental de Groenlandia, se halló en 1930 una punta de flecha diferente a las del registro vikingo. En las sagas, de hecho, se relata una muerte provocada por un saetazo de los indígenas.
"La escasa evidencia de esta clase de contactos concuerda básicamente con el cuadro que pintan las Sagas de Vinlandia: viajes esporádicos e intentos irregulares de establecer contacto y comerciar, seguidos de rupturas en la comunicación y la cordialidad", sintetiza Barraclough. En la Saga de Erik el Rojo se cuenta que el bramido de un toro que llegó con los nórdicos aterrorizó tanto a los nativos que lanzaron un ataque. Vinlandia fue la primera tierra que los vikingos no pudieron reclamar y colonizar en su inexorable marcha por el Atlántico Norte.
No obstante, los pioneros navegantes europeos también protagonizaron oscuros hechos internos. En el último viaje occidental de la Saga de los groenlandeses se narra que la expedición dirigida por Freydís, la hija ilegítima de Erik el Rojo, y su marido, acabó en una masacre en el asentamiento construido por su hermano Leif: "Mataron a todos los hombres, pero dejaron a las mujeres, porque nadie quería matarlas. Entonces Freydís dijo: 'Pon un hacha en mi mano'. Así se hizo. Luego atacó a las cinco mujeres que estaban allí y las dejó muertas".
Aunque en la Saga de Erik el Rojo este personaje femenino resulta más admirable —durante un ataque de los nativos fue capaz de ahuyentarlos descubriéndose el pecho y golpeándoselo con una espada—, la historia de Vinlandia, en realidad sucesos marginales en los que participaron unos pocos barcos y un par de cientos de individuos, acaba con una serie de crímenes. El mejor desenlace para una aventura épica. A juicio de la autora, esta imagen final "es la del mundo oscuro y de pesadilla que crean los propios exploradores: un paraíso perdido".