En el verano de 2001, un buceador aficionado encontró una pequeña pieza de cobre fundido con aspecto de un cañón arcaico a unos cinco kilómetros mar a dentro al suroeste de la isla de Marstrand, en la costa occidental de Suecia. El pesado objeto se encontraba en un gran banco de arena a unos veinte metros de profundidad y estaba cubierto parcialmente por los sedimentos marítimos. El buzo se lo llevó a su casa, pero poco tiempo después, al darse cuenta de la importancia del hallazgo, avisó al Museo Marítimo de Gotemburgo, que a su vez contactaron con los expertos de otra institución local, el Museo de Bohuslän.
Los arqueólogos subacuáticos realizaron una breve prospección en la zona del descubrimiento en septiembre de 2002, pero no identificaron más artefactos o los restos de un pecio. Varias hipótesis estaban abiertas: la pieza de artillería podría ser el testimonio de un accidente marítimo o tal vez que la tripulación de un navío la arrojara intencionadamente por algún motivo desconocido. Los arqueólogos piensan que lo más probable es que perteneciera a un barco que se hundió en las inmediaciones, quizá tras chocar con el cercano escollo de Kleningen, situado a un centenar de metros al sur.
Ese interrogante todavía no se ha podido resolver, pero un nuevo estudio del arma realizado por un equipo internacional de investigadores ha concluido que podría ser el cañón naval más antiguo de Europa, del siglo XIV. Los resultados, publicados en la revista The Mariner's Mirror, aportan nuevos conocimientos sobre el desarrollo temprano de la artillería tanto en el mar como en tierra y desvelan los problemas a los que se enfrentaron los marinos y poblaciones costeras en esa época.
Los autores del trabajo concluyen que se trata de un cañón naval, y no de uno que estaba siendo transportado en las bodegas, porque todavía tenía partes de una carga en su cámara de pólvora cuando fue encontrado. Esto significa que la pieza estaba preparada para su uso en combate en el momento en que terminó en el fondo del mar.
"Gracias a los restos conservados de la carga, ha sido posible establecer la antigüedad de la pieza mediante datación por radiocarbono: los resultados del estudio muestran que el cañón de Marstrand probablemente sea del siglo XIV, convirtiéndose en una de las piezas de artillería más antiguas jamás encontradas en Europa", explica Staffan von Arbin, arqueólogo subacuático de la Universidad de Gotemburgo y líder del equipo investigador.
Los análisis químicos del artefacto han desvelado que la aleación de cobre utilizada para su fundición fue bastante pobre y seguramente se hubiera agrietado y quedado inservible de haberse utilizado de forma intensiva. "Claramente, la persona que fabricó el cañón no tenía el conocimiento ni la comprensión necesarias sobre las propiedades de estas aleaciones de cobre. Esto muestra que el noble arte de fundir cañones no había sido completamente desarrollado en ese momento y que la producción estaba basada en el prueba y error", detalla el arqueólogo.
¿Dónde está el pecio?
En el estudio, los investigadores también analizan el hallazgo en base a las fuentes documentales, iconográficas y arqueológicas disponibles. Se sabe que en el siglo XIV la ciudad de Marstrand, famosa por su puerto, fue una importante plaza en el comercio marítimo entre Europa occidental y la zona del mar Báltico. Estas aguas presenciaron también numerosos episodios bélicos y conflictos que afectaron a las poblaciones costeras, atemorizadas además por los ataques piráticos.
En un comunicado, la Universidad de Gotemburgo recuerda que estos nuevos tipos de armas de fuego desarrollados en esta época proporcionaron grandes ventajas tácticas en las batallas marítimas. Además de los buques de guerra, durante la Baja Edad Media los barcos mercantes también comenzaron a equiparse con cañones para defenderse de los piratas y de otros barcos hostiles. El estudio del cañón Marstrand aporta nuevos conocimientos y perspectivas sobre el desarrollo de esta tecnología militar.
Los cañones en forma de embudo como el documentado en Marstrand se suelen atribuir a los siglos XV y XVI, pero este hallazgo testimonia que el modelo ya existía en el siglo XIV. Los restos conservados de la carga en la cámara de pólvora del cañón también muestran que el uso de cartuchos, una especie de embalaje textil para la carga de pólvora, se empezó a utilizar mucho antes de lo que se pensaba.
"Ahora, por supuesto, queremos intentar localizar y documentar el barco al que pertenecía el cañón. Aunque probablemente esté muy degradado y fragmentado [se trata de una zona muy golpeada por la acción continua de las olas y las corrientes], puede que sea posible encontrar restos dispersos del pecio si realizamos un inventario exhaustivo del lugar y sus alrededores", promete Staffan von Arbin.