El vino tiene una rica historia que se extiende a lo largo de la historia antigua. Sin embargo, no resulta nada sencillo determinar cuál es su verdadero origen, debido a que numerosas civilizaciones se atribuyen para sí el invento de esta bebida alcohólica. Se cree que la domesticación de la vid y la práctica de la vinificación comenzaron en la en los montes Zagros (actuales Irán e Irak), gracias a la presencia de Vitis vinifera sylvestris y la aparición de la cerámica durante este periodo.
El vino es una de las bebidas más antiguas que se conocen, y aunque existen indicios de la elaboración de bebidas a partir de las uvas en torno a los años 6.000 y 5.000 a.C, no es hasta el año 3.000 a.C cuando se produce el auténtico nacimiento del vino como tal.
Hasta entonces se cree que el vino pudo producirse por casualidad ya que la uva es un fruto con tendencia natural a fermentar. Fue en la Edad de Bronce cuando, los seres humanos descubrieron que el jugo de uva fermentado producía una bebida con diferentes cualidades.
Otras regiones
En otras zonas del mundo como en China, se conoce el proceso de la fermentación de la uva desde hace 4 milenios. En Egipto, el vino aparece representado en los jeroglíficos de tumbas y paredes de templos ya que lo asociaban con la religión y la vida después de la muerte. Y en la antigua Grecia y Roma, el vino tenía un papel fundamental en la vida cotidiana y en las celebraciones.
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Durante el Imperio romano, la producción y el comercio de vino se expandieron enormemente, y las técnicas de vinificación se perfeccionaron. La mitología griega, atribuye la invención del vino a su dios Dionisio. Por ese mismo motivo era el dios de la vendimia y el vino. De hecho, se sabe que Sócrates se emborrachaba; también Sófocles, Filipo II de Macedonia y su hijo Alejandro Magno. Más tarde, los romanos adoptaron al dios griego Dionisio y le cambiaron el nombre por Baco.
Con el tiempo, la producción de vino se difundió por todo el mundo a través de exploraciones, colonización y comercio. Cada región desarrolló sus propias variedades de uvas y técnicas de vinificación, lo que llevó a la diversidad de vinos que tenemos hoy en día. Desde los vinos tintos robustos de Francia hasta los vinos blancos frescos de Italia, la cultura del vino sigue siendo una parte integral de muchas sociedades en todo el mundo.
Por otro lado, también existe la visión histórica judeocristiana del vino, que se opone a todo lo anteriormente expuesto. La historia religiosa atribuye su hallazgo a Noé, quien al salir del Arca tras el diluvio encontró unas viñas, de cuyo fruto comió tan abundantemente que terminó emborrachándose.