En el siglo XIX, la mayoría de los bañistas españoles no sabían nadar. Las escenas habituales de sombrillas y toallas repletas en la arena de las playas de España no eran habituales en 1849. Las vacaciones de verano en la España de entonces nada tenía que ver con las que se conocen ahora.
Cada verano, el país se llena de turistas nacionales e internacionales que buscan frecuentar las playas para darse el primer chapuzón veraniego. Una tradición que se remonta en España a la década de los 60, cuando inmersos en el régimen de Franco, las familias empezaban a salir de los pueblos y las ciudades, como Madrid o Barcelona, para conocer la costa.
Para los ciudadanos no fue un hito sencillo darse el primer baño con olas. A finales del Imperio español, tan solo las clases altas podían permitirse vivir estos momentos de desconexión. Sin embargo, las playas del siglo XIX no se parecen a las que se existen hoy en día.
Lo habitual era ver las zonas costeras vacías, sin niños jugando ni personas bajo el sol intentando ponerse morenas. Un bronceado que estaba reservado exclusivamente para las clases más bajas. A estos lugares tan solo llegaban unos pocos privilegiados que se agarraban a unas anclas atadas a una barca dentro del agua para que se pudieran mover a pesar de no saber nadar.
Sin duda, las playas han ido cambiando a lo largo del tiempo. Mientras que hace 150 años tan solo se acudía para pasear, ahora muchas se encuentran masificadas por la cantidad de personas que acuden durante la temporada estival.
¿En qué playa española se inició el 'veraneo'?
La España de finales del siglo XIX y principios del siglo XX establecía la costumbre de promocionar la tierra, la lengua y las tradiciones españolas. Así, se recorrían las regiones más históricas del país como Las Hurdes, la ruta del Cid, Sierra Morena o Gredos.
En 1847, la Gaceta de Madrid, conocida como el antiguo BOE, publicó Baños de oleaje, Santander. Una muestra donde se reflejaba que bañistas nacionales empezaban a llegar a la playa del Sardinero en Santander. Unos baños que eran muy diferentes a los actuales. Como apunta el escrito, la costa se llenaba de "casetas cómodas e independientes, trajes adecuados, seguridad y comodidad en los baños, camino hecho especialmente para ellos, y un carruaje a propósito destinado a su servicio".
"En la orilla del mar hay un bonito templete de hierro fundido elegantemente dispuesto para recibir la gente que de media en media hora conducen los ómnibus desde la ciudad y viceversa. Hay además dos diferentes casitas de madera con varios cuartitos independientes. Estas casas están un poco distantes entre sí, y se hallan destinadas una para señoras y otra para caballeros, teniéndose además en ellas almuerzos y meriendas", recoge la Gaceta de Madrid.
Fue la reina Isabel II la que inició la costumbre de bañarse en el mar después de una recomendación de sus médicos que veían beneficios para la salud. De esta forma, Santander fue la primera ciudad que se puso de moda para darse un baño 'veraniego' desde mitad del siglo XIX. La playa de El Sardinero se llenaba de turistas de la España interior, aunque en su mayoría acudían las clases nobles.