La primera mitad del siglo XVII estuvo marcada por la quema de brujas. De hecho, prácticamente ningún país escapó a esta obsesión, incluido España. Y aunque el episodio más conocido por los españoles tuvo lugar en un pueblo de los Pirineos navarros, Zugarramurdi, que terminó con el procesamiento de 53 personas (de las cuales 11 fueron ejecutadas), este no fue el más importante. The Economist revela que uno de los países que más practicó esta creencia fue Alemania.
Zugarramurdi fue tan solo una pequeña parte dentro de un amplio proceso que se prolongó durante más de dos siglos en Europa y que vivió su momento más intenso a partir del Renacimiento. Entre 1450 y 1750 miles de mujeres, en su mayoría, protagonizaron este hecho marcado por persecuciones, brutalidades y violencia.
Es importante destacar que la persecución de brujas ocurrió en toda Europa, de hecho la mayoría de los cazadores de brujas venían de Suiza, Alemania y Escocia. Según Liv Helene Willumsen, una historiadora noruega, había una teoría muy extendida que aseguraba que el viento del norte traía el mal, sobre todo con los pueblos indígenas que no eran cristianos, y hasta alguna de estas hipótesis ubicaba la entrada al infierno en esta zona. Además, la culpa solía recaer en grupos marginados, como los judíos, o en personas que de alguna manera eran percibidas como extrañas a la comunidad, que vivían apartadas o no se adaptaban a las normas sociales, como mujeres solteras que se dedicaban a actividades consideradas sospechosas como la preparación de ungüentos.
Según el estudio, aproximadamente más de 16.000 personas fueron ejecutadas por hechicería y otros crímenes en Alemania entre 1300 y 1850, la mayoría mujeres de la zona. Le sigue Suiza, con unas 10.000, pero con una ratio de juicios/población superior (en torno a los 980 por cada 100.000 habitantes). Escocia registró alrededor de 3.000, y una tasa de 509 procesos por cada 100.000 habitantes. Francia y España completan el top, pero sólo en números absolutos. Junto a Italia, son los tres países donde se iniciaron menos juicios por brujería (22, 23 y 5 por cada 100.000 habitantes, respectivamente).
Origen de la quema de brujas
Según indican diferentes estudios, el problema de la caza de brujas es el resultado de una suma de factores. Su origen se atribuye a una combinación de diferentes causas, que incluyen creencias religiosas, supersticiones, histeria colectiva y temores culturales. Durante la Edad Media, la Iglesia Católica y las autoridades locales comenzaron a considerar la brujería como una herejía y una amenaza para la sociedad. Se creía que las brujas hacían pactos con el diablo y utilizaban su magia para causar daño a la gente, al cultivo y al ganado. Sin embargo, el catolicismo estaba más interesado en la conversión y en la salvación de las almas, en el regreso al redil, y no tanto en el castigo. Esto explicaría el menor ratio de ejecuciones.
Este periodo tan marcado en Europa alcanzó su punto álgido durante la Reforma Protestante y la Contrarreforma, donde hubo un clima de tensión religiosa y conflictos sociales, lo que llevó a un aumento en las acusaciones y ejecuciones de supuestas brujas.
Además, es importante señalar que aunque la mayoría de personas acusadas fueron mujeres, también hubo bastantes hombres. La caza de brujas dejó un legado oscuro en la historia, con miles de personas siendo condenadas y perseguidas de forma injusta. Con el paso del tiempo, la caza de brujas disminuyó a medida que la ilustración y la racionalidad se extendieron y la percepción sobre las brujas cambió.