Hay más conclusiones que extraer de la cumbre de la OTAN que se cerró hace menos de una semana en Madrid, pero el ministro José Manuel Albares pone el foco especialmente en una. Que más que enseñanza a posteriori es un diagnóstico amplio que está conformando el mundo en que nos toca vivir: "hasta el 24 de febrero, era la economía, pero ahora es la geopolítica la que marca todo".
Efectivamente, como dijo Joe Biden en su rueda de prensa de cierre de la cumbre de Madrid, el pasado jueves, "el mundo ha cambiado, y ha sido Rusia".
El ministro de Asuntos Exteriores ha inaugurado este martes, a su salida del Consejo de Ministros, la jornada sobre El futuro de la OTAN tras la Cumbre de Madrid.
El suyo ha sido un discurso en cierto modo sorprendente porque, a pesar del indudable éxito "político, diplomático y estratégico" de la reunión anual de la Alianza en la capital de España, Albares perdía menos tiempo en sacar pecho que en insistir en que "la Cumbre no termina nada, sino que inicia un trabajo que Vladímir Putin no nos va a poner fácil".
Pero es cierto que hay que partir de los objetivos alcanzados para entender las consecuencias de lo que ocurrió la semana pasada en Madrid. La Cumbre fue un éxito para España, porque vio cumplidos sus anhelos particulares, es decir, la definición y la atención a las "amenazas híbridas", la mirada "al flanco Sur, de donde vienen nuestros principales desafíos", y la consolidación de lo que en palabras de Biden es España, "un aliado indispensable".
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También se cumplieron objetivos más generales de nuestro Gobierno. Y entre ellos, el más destacado, recordó Albares, fue el de la "complementariedad entre la Unión Europea y la Alianza Atlántica".
El presidente del Gobierno quiso imprimir ese sello -quizá personal y, en todo caso, distintivo de la cita de Madrid- organizando "la primera cena euroatlántica" en este tipo de citas. Fue, precisamente, la del famoso encuentro en los salones del Museo del Prado, lo que ensalzó aún más el éxito de la iniciativa.
La "complementariedad"
"Los que nos reunimos en Madrid fuimos una treintena de democracias, junto a nuestros socios, amigos y aliados", explicó Albares. Entre ellos, estaban los que más interesan a Washington, los cuatro del espacio Indo-Pacífico (Australia, Nueva Zelanda, Corea y Japón); los socios del flanco Sur -Jordania y Mauritania- y los cuatro miembros de la UE -Austria, Irlanda, Chipre y Malta-, junto a las instituciones de Bruselas.
"Defendemos los mismos valores y principios, los derechos humanos, la soberanía y la integridad territorial", recordó el ministro, "por eso era importante visualizar esa unión entre nosotros y la determinación de responder a las amenazas". Y por eso la agresión a Ucrania toca tan de lleno el corazón de la Alianza y de la Unión, porque Kiev "ha elegido libremente ser uno de los nuestros... y eso es lo que no acepta Putin".
Ésa es la traducción a la realidad de los riesgos que hasta ahora eran teóricos. Tan teóricos que la OTAN languidecía, tras décadas de supuesta pax americana y el embate de la presidencia aislacionista de Donald Trump en EEUU. Pero tan pasados de las ideas a los hechos como los bombardeos de Rusia en Ucrania, precisamente, por querer entrar en el club de las democracias y rechazar el de las esferas de influencia autocráticas.
"Aquellos fueron los peores años de la historia reciente de Europa", remarcó Albares refiriéndose a los de la Guerra Fría, "y lo que nos estamos jugando es no regresar a la etapa anterior a la caída del Muro, la de las soberanías limitadas. Y que sí sea la luz de la Unión Europea la que ilumine el futuro".
Y una derivada de todo esto es el compromiso común de todos los aliados por "aumentar las aportaciones económicas a la OTAN, por alcanzar el 2% del PIB en inversión para la Defensa y en desarrollar la innovación frente a las nuevas amenazas".
Albares venía de darle el visto bueno a una aportación extra de 1.000 millones, a través del Fondo de Contingencia, al Ministerio de Defensa en el Consejo de Ministros. Pero no se refería sólo a eso, sino a la adhesión voluntaria de España al nuevo Fondo de Innovación impulsado por Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, durante la Cumbre de Madrid.
"España cuenta con una de las industrias de la defensa más punteras de Europa, y es imprescindible apostar por ella", incidió el ministro, "porque también es base de nuestra autonomía y soberanía... de la española en Europa y de la europea en el mundo". Porque ése formó parte de los otros éxitos, los propios de la Alianza, que se cumplieron en Madrid.
Otras amenazas
La reunión ya se presentaba como "crucial" cuando fue concedida a España, hace algo más de un año, pues iba a ser la del nuevo Concepto Estratégico. Pero se convirtió en "histórica" tras ordenar Putin la invasión de Ucrania... y, sobre todo, al conseguir un consenso tan decidido y "con tanto contenido" como el que quedó reflejado en el texto final.
Moscú pasa de "socio estratégico" en 2010 a "mayor amenaza" para las democracias y el orden mundial. Y Pekín, de no ser siquiera contemplada, a constituir "un desafío sistémico" por la voluntad "inequívoca de China de subvertir el orden internacional basado en reglas".
Porque no sólo es la agresión directa, y sus consecuencias bélicas y políticas, lo que está en juego. Sino ese sistema global de "un mundo basado en reglas".
El ministro español auguró un largo tiempo -no lo cifró, pero se pudo entender que serán años- en el que "ese nuevo orden internacional que está naciendo y sólo vislumbramos" mantenga una dialéctica entre la libertad y la imposición. "En estos tiempos, además, todo puede convertirse en un arma", recordó. "Desde la restricción del comercio a los movimientos migratorios, pasando por los suministros energéticos".
Y así, lo que ha puesto en el tablero de juego la guerra de agresión rusa es, por ejemplo, "el sistema multilateral de decisiones". Ése que se fundamenta, recordó Albares, en que "hay desafíos que ningún país, repito, ninguno, puede afrontar solo".
Pero lo que es un hecho no desaparece ni siquiera cuando alguien lo pone en duda con tanques y misiles. Y todas las previsiones hablan de una segunda mitad de 2022 con restricciones energéticas en Europa y de racionamientos alimentarios en África o Centroamérica.
Esos desafíos se convierten en amenazas por la inestabilidad que imponen. "Y tampoco se pueden afrontar en soledad", apuntó el ministro. "Por eso espero que la próxima Asamblea General de Naciones Unidas se dedique a monográficamente a enfrentar la hambruna" que viene causada del cierre de las exportaciones de grano ucraniano desde el 24 de febrero.
Y para que quede claro que ni la disuasión, ni la prevención, ni las advertencias, ni el mayor gasto en defensa -como tampoco una reunión de generales- es apostar por el belicismo, sino un deseo de todo lo contrario, merece la pena concluir con las palabras que, antes que Albares, había pronunciado, a modo de presentación del simposio, el director y presidente de EL ESPAÑOL, Pedro J. Ramírez: "Ojalá se pueda decir que la OTAN en Madrid declaró la paz al mundo entero, que declaró la guerra a la guerra. Y que en los años posteriores, consiguió ganarla".