El sector de las residencias siempre ha estado ahí, pero fue a raíz de la Covid-19 cuando más titulares copó. La situación, aunque desgraciada, ha servido para poner sobre la mesa la crisis del sector, colapsado por la gran demanda que tiene —y que irá en aumento debido al envejecimiento de la población— y la falta de recursos que dispone. La solución pasa, primero, por exponer la coyuntura públicamente, algo que se ha hecho en una de las mesas redondas de la última jornada del III Observatorio de la Sanidad, organizado por EL ESPAÑOL e Invertia.
"Las residencias somos las grandes olvidadas de la sanidad", ha denunciado la vicepresidenta de Aeste y directora general del Grupo Amavir, Lourdes Rivera, que también ha querido dejar claro que, hoy en día, estos centros son "casi un servicio sanitario". "Hay que desterrar la idea que tiene gran parte de la población y algunos profesionales médicos de nosotros".
Con esa frase, Rivera intenta dos cosas. Por un lado, desterrar un poco la mala imagen que se tiene de las residencias, propiciada por los escándalos que saltan en medios de comunicación sobre la dieta empobrecida que se ofrece a los residentes o casos de malos tratos. "Entiendo que cuando haya algo malo se saque, pero de verdad que quien conoce el sector, lo valora de otra manera y hay residentes que recuperan aquí la ilusión que habían perdido".
Por otro lado, la vicepresidenta de Aeste ha destacado la bicefalia social y sanitaria en la que se encuentran estos centros, siendo este último rol el que cada vez desempeñan con más frecuencia: "Muchos usuarios vienen directamente del hospital, por lo que la mayoría de nuestros usuarios lo que tienen son un perfil sanitario", expone.
¿Qué ocurre con esto? Que los centros necesitan cada vez más recursos para la atención médica, entre ellos, personal, la principal traba a la que se enfrentan. "En las residencias, el mayor coste es el de personal", ha indicado el director general de Valdeluz Mayores, Fernando Benavente. Una mayor dotación de presupuesto para contratación es, por lo tanto, una de las soluciones que se ponen sobre la mesa. El problema es que esto, de momento, no se ha dado.
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También hay otro hándicap. Ya no es sólo la imposibilidad de contratar más personal, sino que el perfil sanitario que necesitan las residencias no suele mostrar mucho interés por el sector. "Compartimos personal con el mundo sanitario y ellos tienen más glamour", ha sentenciado Benavente. "Trabajar con los residentes, emocionalmente, es muy duro y mucho más complejo, por lo que la gente intenta huir", ha añadido.
Rivera, por su parte, ha apuntado a otro problema: la falta de camas. Según explica, hay 3,1 por cada 100 mayores de 65, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) dice que tendrían que ser cinco. Esto tampoco tiene visos de mejorar. El Ministerio de Derechos Sociales, junto con las comunidades autónomas, aprobaba el pasado junio un acuerdo que fija limitación de espacio para centros de residencias. El tamaño máximo se sitúa entre 75 y 120 plazas. "Cada vez nos ponen más zancadillas", ha lamentado Rivera, que ve en el futuro un grave problema de saturación para acceder a una plaza en residencias.
"Esto es una bomba de relojería para Sanidad y ni siquiera lo han visto", ha vaticinado Benavente, que justifica su respuesta: "Somos un eslabón más en la cadena sanitaria. La residencia es más un hospital de larga estancia y, si no prestamos nuestro servicio, probablemente colapsarían los hospitales".
Al hilo de esto, la vicepresidenta de Aeste ha aportado un dato bastante revelador. Hasta los propios hospitales dan por hecho que son las residencias las que se tienen que encargar del cuidado médico de sus usuarios. "Para ellos, generalmente, somos una carga y parece que molesta cuando llega una persona a urgencias derivada de una residencia, pero es que hay problemas que no podemos tratar".
Contener el problema
Ambos expertos han explicado que el perfil predominante de los usuarios es gente de avanzada edad en la que predomina el alzhéimer y las comorbilidades asociadas a la vejez. "Hay muchos problemas que la sanidad pública no puede responder: fin de vida, demencias, etc. Y nosotros estamos ahí intentando paliar y contener la problemática que tiene la sociedad", ha explicado Benavente.
Al panorama de usuarios necesitados de cuidados médicos, falta de personal y dinero, se suma el hecho de que no todas las comunidades exigen que las residencias tengan un médico: "Es un limbo que no se ha solucionado después de la pandemia".
No obstante, como han matizado los dos ponentes, éste es sólo uno más de los problemas a los que se enfrenta un sector en el que la falta de financiación es uno de los grandes caballos de batalla. Rivera, por su parte, ha admitido que la coordinación con Sanidad es otro gran lastre y algo que "no termina de suceder". "Ofrecemos el papel de muchos hospitales y nuestras camas cuestan un 40% menos que las suyas", ha lamentado.