España tiene una tarea pendiente con la salud mental. La irrupción de la Covid, con las nefastas consecuencias que ha tenido, puso de manifiesto la grave crisis que atraviesa la población en esta materia, pero expertos avisan de que esto venía de lejos.
Un dato para comprobarlo es el hecho de que España lleva años ocupando el puesto número uno del consumo de benzodiazepinas, medicamentos destinados a paliar la ansiedad y que, en muchos pacientes, terminan por generar dependencia y adicción, pero ¿qué podemos hacer para revertir la situación? Sobre ello ha versado una de las mesas redondas de la II Jornada del III Simposio del Observatorio de la Sanidad que organiza EL ESPAÑOL e Invertia.
"Los problemas de salud mental vienen de muchos años atrás, no sólo de la pandemia", confirma la jefa del Servicio de Psicología del Hospital Universitario Sanitas La Zarzuela, Soraya Bajat, que, entre sus quejas, destaca la falta de recursos para llegar a toda la población: "Veo el panorama despoblado".
La experta refrenda sus palabras con los problemas que ve en su día a día, dramas que van más allá de las famosas listas de espera para acceder a un tratamiento primario por lo público, como la falta de camas para personas que necesitan de un internamiento para poder llevar a cabo el tratamiento o gente que no puede acceder a un piso titulado y que no tiene familia para poder hacerse cargo de ellos. "En el caso de niños en absolutamente dramático", sentencia.
Para poder abordar estos problemas, el Gobierno ha presentado su Plan de Acción para la Salud Mental, que tiene como puntos el refuerzo de recursos, la sensibilización de la población, la prevención y la detección precoz de la conducta suicida, entre otros.
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"El plan del Gobierno me parece escaso, sesgado y con una necesidad clamorosa de mención de problemas graves", opina al respecto el jefe del servicio de Psiquiatría y Psicología Clínica de HM Hospitales, Luis Caballero. El experto explica su punto de vista, en tanto en cuanto, observa que no hay un plan de trabajo para dolencias graves como la esquizofrenia o el abordaje de personas con demencias, algo que debería ser de gran preocupación en nuestro país debido a las altas cifras de prevalencia.
El fundador y presidente de EuroEspes Health, Ramón Cacabelos, se muestra menos directo con el tema que Caballero, pero aun así expresa cierta disconformidad con el documento elaborado por Sanidad: "Hacer un plan nacional es una cosa muy seria y lo primero que exige es que estén representados todos los agentes, todos los expertos, especialistas y víctimas". Bajo su opinión: "Un plan nacional no puede tener un sesgo político, sino que tiene que comprender todos los sectores de la sociedad".
Como punto a debatir del plan, Caballero pone el ejemplo del suicidio. "Este tema ha alcanzado un protagonismo un poco inesperado porque las tasas se mantienen estables desde haces años", apunta, además de indicar que las cifras de nuestro país no son muy altas.
Según el ponente, el tema del suicidio es un tema muy complicado y, si bien es cierto que se puede prevenir una parte de ello, "el que tiene que ver con los problemas mentales", hay otra parte que siempre será impredecible y, por lo tanto, la estrategia que plantea el plan no es del todo correcta ni ajustada a la realidad.
De tabú a moda
Para Alma Fernández, directora médica de Savia-Mapfre, "el hecho de que el Gobierno haya pensado en hacer un plan para la salud mental ya es algo positivo", aunque considera que hay cosas que todavía hay que solucionar, como el bajo ratio de psiquiatras. "Si hay 10 psiquiatras por 10.000 habitantes, estamos muy lejos de lo que podríamos hacer", sentencia. Además, advierte que muchos de ellos se jubilarán los próximos años.
Fernández también pone sobre la mesa un debate ferviente sobre salud mental, el hecho de que cada vez más famosos e influencers digan que tienen una. "La salud mental ha pasado de ser un tabú a un tema de moda", señala.
Ojo, porque esto ha traído tanto partes positivas, como la visibilidad de la que habla Bajat, como negativas, entre las que destacan la banalización o los riesgos de autodiagnóstico. "No puedes tomarte un Prozac porque se te haya muerto el gato. Sufre, porque eso es sano", señala Cacabelos, algo con lo que coincide Fernández: "No se puede decir 'soy bipolar' cuando realmente lo que estás pasando es un mal momento".