De poco sirve instalar muchos puntos de recarga para el vehículo eléctrico si una gran parte no está activa. Es la reflexión de Carlos Bermúdez, gerente de Desarrollo de Negocio de Movilidad Eléctrica de Repsol, una compañía que cerca de 1.400 puntos instalados y algo más de la mitad pendientes del toque final. "Hay un gap", admite, que va reduciéndose, pero es aún amplio. Aboga por establecer un plazo máximo para todo el proceso.
Bermúdez ha abordado los retos de estas infraestructuras en la tercera jornada del IV Simposio del Observatorio de la Movilidad y las Ciudades organizado por EL ESPAÑOL - Invertia.
La pregunta recurrente, cómo vamos y cuáles son los retos, la responde describiendo la situación actual. Actualmente Repsol cuenta con cerca de 1.400 puntos instalados, de los 680 están activos. "Lamentablemente" algo más de 700 esperan su turno.
Hay un gap, admite. "Hasta enero hemos instalado dos cargadores al día y activando diez al mes. Desde marzo hay cambio de tendencia y ahora los que activamos se parecen a los que instalamos, pero seguimos manteniendo el gap".
"Tendría que ir más rápida la activación que la instalación", concluye. El tiempo medio para completar el proceso oscila entre los doce y quince meses, ha explicado Bermúdez, que afirma que para mejorar esos tiempos habría que centrarse en el entronque de la empresa distribuidora, "el cuello de botella".
La opinión de Repsol es que se debería establecer un plazo máximo para todo el proceso, incluyendo la respuesta de las distribuidoras y el periodo "post instalación". Es algo que ya sucede en Italia y Reino Unido, ha subrayado.
¿Quién fijaría ese plazo? "Estamos en ello los actores del sector", ha dicho Bermúdez, junto con el Gobierno y otras partes. La clave es implementar lo que considera "una lección aprendida" en otros países.
Mientras eso se concreta, Repsol trabaja por expandir sus puntos, especialmente en entornos urbanos. La capilaridad, ha dicho Bermúdez, es fundamental para que los ciudadanos apuesten por el vehículo eléctrico en la ciudad: El 70% de españoles no tienen posibilidad de tener un punto debajo de su casa.
"Por eso se hace imprescindible la infraestructura de recarga", por ejemplo, en estaciones de servicio, aunque también están desarrollando la posibilidad de tener estas infraestructuras en oficinas y otros centros de trabajo.
Los retrasos de estos puntos para entrar en operación perjudican no solo al usuario, también a los operadores. "Tenemos un perjuicio a través de la obsolescencia", ha dicho Bermúdez. También un retraso en el payback e incluso desafíos reputacionales.
"Si ves que el punto está fuera de servicio en una estación, el impacto que tenemos en redes sociales es brutal, y no depende de Repsol, sino de terceros", ha señalado.
El otro gran debate sobre la mesa es la potencia media. Suele ser 50 kilovatios, aunque, ha admitido, "existen muchos debates sobre dónde está la potencia mínima de la carga ultrarápida": por encima de 150 kilovatios empieza a haber acuerdo.
La cuestión es clave porque, como subraya Bermúdez, "el usuario pide que los tiempos de recarga se parezca lo más posible a los tiempos de repostaje".
A esto se suma la expansión de puntos de recarga en estaciones de servicio en carretera, "el sitio idóneo para montar infraestructura de carga rápida y ultrarápida por su capilaridad, porque están vigilados y cuentan con servicios auxiliares". La clave en este ámbito es que se encuentren a una distancia máxima de 50 km entre punto y punto.
¿Cuándo se llegará a ese escenario para poder recorrer toda España en coche eléctrico? "Tenemos cerca de 1.000 puntos en estaciones de servicio, casi un tercio de la red de Repsol. Ya da unas garantías suficientes, pero no permite cubrir todas las necesidades, como el transporte pesado de larga distancia", ha comentado.
Para ellos, la compañía propone ofrecer energía que va desde biocombustibles avanzados, y en el futuro también el hidrógeno, "para que se pueda escoger la alternativa que cubra las necesidades en cada caso".