“Sin mar, no hay vida”, esa es la gran conclusión a la que se ha llegado en la mesa inaugural de la tercera y última jornada del I Observatorio de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) organizado por EL ESPAÑOL, ENCLAVE ODS e Invertia con la colaboración de la Fundación ‘la Caixa’.
Los océanos son los mayores sumideros de carbono del planeta. De hecho, María Jesús Rodríguez de Sancho, directora general de Biodiversidad, Bosques y Desertificación del MITECO, reconoció que estamos ante una triple crisis: cambio climático, pérdida de biodiversidad y contaminación. “Tenemos que pensar que el clima y los océanos son un binomio, sin uno de ellos, el otro no funcionaría”, comentó.
El problema, señaló Ricardo Aguilar, director de investigación en Oceana, es que “hemos empezado muy tarde a proteger los océanos”. Así, según indicó, hace 20 años ni siquiera existía un departamento específico en el gobierno para los océanos y tan sólo el 0,5% de los mares estaban protegidos.
Tampoco considera que conozcamos suficientemente los océanos: “Tenemos un gran desconocimiento, sólo conocemos la epidermis, la parte superficial”. Ahora que hemos comenzado a estudiarlos, “el problema es que muchos de estos ecosistemas ya han sido destruidos”, lamenta Aguilar.
De la misma manera se expresó Francisco Javier González Sanz, investigador del Instituto Geológico y Minero de España (IGME-CSIC), “tenemos que pensar qué es lo que necesitamos y qué es lo que consumimos. Los recursos son limitados”.
Otra de las cuestiones que se abordaron durante la mesa fue la explotación de recursos marinos. “Vivimos en tiempos en los que la prisa por aprovisionarse de combustibles fósiles es exagerada”, lamentó González. Para el investigador, la protección debe ser la prioridad a la hora de explotar estos recursos de los fondos marinos.
Las abuelas de Canarias, unas islas submarinas que se sumergieron hace 120 millones de años, son un buen ejemplo de ello. Con diversos metales estratégicos como el cobalto, para el investigador, “tenemos que pensar qué es lo que necesitamos” y si realmente es necesario hacerlo. Por ello, pide que se aumenten las inversiones para conocer más los océanos y sólo explotar aquellos que son renovables y sostenibles.
Lo mismo pasa con los microplásticos. Según señaló Ricardo Aguilar, director de investigación en Oceana, muchas cosas que se utilizan en el día a día son totalmente evitables como los vasos o platos de plástico, o los globos. Muchos de ellos acaban contaminando el mar.
Los desafíos futuros
Para Theresa Zabell Lucas, presidenta de la Fundación Ecomar, la educación debe ser fundamental para establecer una mayor conciencia para cuidar de los océanos. “Los niños son los mejores para estas actividades, porque son esponjas. Es una semilla que por poco que riegues, de mayor ya tienes a una persona concienciada”, afirmó.
La conservación de los océanos y la utilización de sus recursos de una forma sostenible será la clave para mantener la biodiversidad en el futuro. Por el momento, la humanidad ha fallado en dar una respuesta decidida. La cooperación internacional se ha resistido y aún no se ha podido alcanzar un acuerdo global. Para ello, “tiene que haber un reparto equitativo entre los países desarrollados y los que están en vías de desarrollo”, afirmó Rodríguez.
La conclusión para Zabell es clara: “Nosotros vivimos aquí porque hay mar. Si no hay mar, hacemos la maleta y vemos a ver dónde nos vamos”. Hasta este momento, aún no hemos descubierto un planeta al que podamos ir. Tampoco tenemos la tecnología. Así que tenemos que proteger el nuestro: “Lo que hacemos no es por el planeta, somos nosotros los que necesitamos el planeta”, concluyó Rodríguez.