El expresidente de Asamblea Nacional Catalana Jordi Sànchez, uno de los líderes sociales del independentismo, se ha sentado este miércoles a declarar ante el Tribunal Supremo y ha puesto sobre la mesa unos folios con notas y un libro, La prosa de la vida, del filosofo catalán Joan Carles Mèlich. "Nunca conoceremos la historia por entero. El nuestro es un cuento a medias. Quizá más adelante habrá alguien que contará el relato. O quizá no", se lee al principio de la obra.
No se sabe si la versión que Sànchez ha dado sobre lo ocurrido en Cataluña durante los meses de septiembre y octubre de 2017 ha sido un cuento a medias. La Sala lo decidirá. Pero fue, desde luego, el cuento contrario al del fiscal Javier Zaragoza, que ha entrado este jueves de lleno en la "violencia" del proceso soberanista. Era inevitable, porque el acusado al que ha interrogado lideraba una organización que desarrolló "un papel crucial mediante la movilización popular como instrumento de presión para obligar al Estado a capitular" frente a la nueva república catalana, según el escrito en el que se atribuye a Sànchez un delito de rebelión. La Abogacía del Estado le imputa sedición.
Zaragoza se ha empleado en el detalle de lo que ocurrió durante las 16 horas que duró la concentración, que llegó a ser de 40.000 personas, frente a la Consejería de Economía el 20 de septiembre cuando la Guardia Civil y la letrada del Juzgado de Instrucción número 13 de Barcelona realizaban una registro sobre los preparativos del referéndum independentista: los seis coches de la Benemérita "destrozados", la funcionaria judicial saliendo "por la azotea" de un edificio colindante, los agentes encerrados en la Consejería hasta que los concentrados se disolvieron...
Sànchez admitió que convocó por las redes sociales a sus seguidores pero para "ejercer el derecho a la movilización pacífica y a la protesta" y sostuvo que lleva casi 500 días en prisión por ello. "Me considero un preso político", dijo.
El expresidente de ANC sostuvo que el 20-S, lo mismo que luego la votación del 1-O, tuvo un carácter "festivo", con actuaciones musicales y cánticos, sin ninguna agresividad, "sin ninguna tensión" y "con absoluta normalidad dentro y fuera del edificio de la Consejería".
- ¿Pero usted ha visto cómo quedaron los coches?, le pregunto el fiscal.
- Sí, pero no es ajustado que una actuación concreta de unos pocos, que denuncié ese mismo día, sea la excusa para penalizar el derecho a la movilización. No se pretendía obstaculizar ni impedir el desarrollo del registro judicial sino protestar y hacerlo de manera cívica. No crean mi palabra. Vean las imágenes de las cámaras de seguridad de la Consejería.
Algunas de esas imágenes se vieron. Aparece Sànchez dialogando con el teniente de la Guardia Civil que estuvo al frente de los agentes que llevaban a cabo el registro judicial, con los cuales hubo incluso "cordialidad", aseguró el líder de ANC.
De esta forma, si Sánchez y el presidente de Ómnium Cultural, Jordi Cuixart, se subieron esa noche al techo de uno de los coches de la Benemérita que resultaron dañados fue porque la desconvocatoria de la manifestación que ya habían hecho "no había sido oída" por el grupo de personas que a medianoche continuaban frente a la Consejería. Si envió un tuit diciendo "que nadie se marche, la noche será larga" fue porque la Guardia Civil le había dicho que "iban para largo".
El entonces presidente de ANC aseguró que sus voluntarios hicieron un "pasillo" para que se pudiera entrar y salir de la Consejería, pero no porque su asociación asumiera las tareas de seguridad sino porque el exconsejero de Interior, Joaquim Forn, y los Mossos, "nos pidieron que colaboráramos, como hacemos en todas las manifestaciones". "Hay más incidentes en un concierto que en nuestras manifestaciones", afirmó.
Por ello, si la letrada del Juzgado no salió por la puerta principal fue porque no quiso. Y si los agentes no se marcharon hasta las siete de la mañana fue porque no querían dejar abandonados los coches y la grúa municipal no llegó a recogerlos hasta esa hora.
"¿Se planteó que las movilización de la ANC pudiera constituir un alzamiento tumultuario y violento para impedir una actuación judicial?", le preguntó su defensor, Jordi Pina. "En absoluto", respondió Sànchez, "no había precedentes de ello en ninguna de nuestras movilizaciones durante años porque el ADN de nuestra asociación es el pacifismo".
"No me constan policías lesionados"
Respecto al 1-O, el líder de ANC aceptó el reparto de papeletas de votación pero, en cambio, dijo "no tener noticias" sobre el origen de las urnas.
Las preguntas sobre la votación independentista que se celebró pese a la prohibición del TC dejaron alguna respuesta sorprendente, como que "la gente que se quedó a dormir en las escuelas no estaba preparando el referéndum" o "no me consta que hubiera policías lesionados".
"Lo que sí me consta", añadió enseguida para ofrecer la otra mitad del relato, "fue una actuación policial desproporcionada y la utilización de elementos prohibidos por el Parlament, como pelotas de goma". A última hora de la sesión se vio, por primera vez ante el tribunal, la famosa imagen de la 'patada voladora' de un agente sobre las personas sentadas en la escalera del instituto Pau Claris cuando la Policía Nacional intentaba desalojarlas.
La declaración de Jordi Sànchez, que en total se prolongó casi cinco horas, se dio por terminada a las seis y media de la tarde. Las defensas salieron muy satisfechas de la sesión.