Sánchez, Trudeau, Macron o el declive de los políticos guapos: "Se puede pasar muy rápido de la seducción al narcisismo"
Tres expertos en imagen política analizan la percepción que tiene la ciudadanía de la belleza de sus mandatarios y concluyen que si no está acompañada de hechos, el atractivo físico puede convertirse en un "arma de doble filo".
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Lo dijo él mismo hace casi diez años en esta misma redacción. Pedro Sánchez es "sexy". Es cierto que la pregunta del compañero Daniel Ramírez no admitía muchas alternativas: "¿Pedro Sánchez es guapo o es sexy?". Pero la respuesta, con pausa añadida y sonrisa cómplice, tampoco escondía lo evidente.
Hablamos de 2015, tenía casi 10 años menos, el pelo más negro y ni siquiera era presidente. En aquel momento sólo se postulaba a unas elecciones que no ganó. Pero el poder, cuando no desgasta, fascina. Y el Sánchez presidente comenzó a encabezar los ránkings de los políticos más atractivos del planeta.
En redes sociales se creó el perfil de Mr. Handsome, que convertía ese arte de la seducción en parodia. Las cámaras lo querían y en el exterior se fijaban en ese rostro nuevo que confirmaba el cliché del español apuesto.
Compartía escena con el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, todo clase y elegancia; y el presidente francés, Emmanuel Macron, joven, educado y de buena planta. Tras la renuncia esta semana de Trudeau, sobreviven Sánchez y Macron. Aunque ninguno de los dos pasa, precisamente, por sus momentos más altos de popularidad.
Consumido después de una década en el cargo y asediado por diferentes conflictos internos, las simpatías por el primer ministro canadiense también se habían diluido. Según la última encuesta de SocioMétrica para EL ESPAÑOL, la popularidad de Sánchez está en su mínimo histórico, con un 26%. Mientras que la de Macron bordea el 20%.
Lógicamente, ninguna de las carreras de estos tres políticos se puede explicar a través de su físico. O al menos, no sólo desde ese prisma. Pero resulta lícito cuestionarse cómo ese charming influye en la percepción que tienen de ellos los ciudadanos. Antes y después. En el momento de su irrupción y cuando el cargo comienza a pesar.
Mar Castro, asesora de comunicación y marca personal, considera que "el atractivo impacta mucho en la formación de impresiones, hacemos juicios automáticos". "Es el famoso efecto halo, que dice que lo guapo es bueno, y eso tiene un peso muy importante cuando vemos a alguien por primera vez. En el caso de los políticos, cuando se presentan como novedad".
Esa apariencia está determinada también, según Mar Castro, por el lenguaje no verbal, el vestuario y por la imagen de competencia y sinceridad que pueden generar a través de estos elementos. "Pero si a esa belleza no la acompañas de acciones, de políticas, se puede convertir en un arma de doble filo", advierte.
"La belleza es buena, pero siempre que las cosas vayan bien", concluye la experta, profesora de Consultoría e Imagen Pública en un máster sobre Comunicación Política de la Universidad Nebrija.
Desarrolla el argumento Rocío Gutiérrez, que también coordina un máster en Comunicación y Marketing Político en la Universidad UNIR. "Cuando tienes delante algo que es nuevo, claro que atrae. Pero tiene un efecto efervescente. Si no se cumplen las expectativas es fácil pasar muy rápido del atractivo físico, de la seducción, a ofrecer una imagen narcisista".
Podría ser el caso de Macron, quien ha pasado de ser percibido como un político con un perfil intelectual elevado a un hombre de carácter narcisista y altas dosis de arrogancia. En esos atributos se suelen sustentar las críticas hacia el "presidente jupiterino".
"Solemos sentirnos atraídos por personas que se parecen a nosotros, pero cuando los vemos inalcanzables, con unos gustos alejados de los nuestros, pueden generar rechazo. Es lo que le ocurre a Macron o a Daniel Noboa en Ecuador, que es un tipo joven y atractivo, pero con una fortuna que lo aleja de la gente", añade Rocío Gutiérrez.
Aún así, para esta doctora en Comunicación por la Universidad de Vigo, "la belleza influye pero no es lo que más peso tiene". Distingue, además, entre atractivo y carisma y señala a Isabel Díaz Ayuso o la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, como "mujeres imponentes" que infunden respeto con su carácter.
Influencia entre los desideologizados
Pérdida de la novedad, envoltorios vacíos, sentimientos de amor y odio hacia las élites… Son rasgos característicos de nuestra sociedad efímera, basada en impulsos fugaces y en la democratización difundida por las redes sociales. Todos pueden ser como nosotros, nosotros podemos ser como ellos pero no lo somos.
Y en medio de ese ecosistema, los expertos consultados coinciden en otro elemento: los juicios basados en la apariencia influyen sobre todo en los sectores menos ideologizados.
"Cuando no conoces bien a un candidato, puedes elegir al que más te entre por los ojos. Si estás muy metido en política, te da igual que sea guapo o feo, porque será tu cómplice o tu enemigo", sostiene el consultor político Isaac Hernández.
Y vuelve a poner el ejemplo del presidente francés. "En las últimas elecciones, Macron sorprendió con una fotografía descamisado, en la que salía enseñando pelo a pecho descubierto. Hay estudios que dicen que después de aquello consiguió movilizar a cerca de un 20% de indecisos que no se alineaban claramente con ningún candidato".
Rocío Gutiérrez matiza que esos rasgos que en un primer momento son positivos sí que se pueden convertir para los rivales "en un arma bastante simple, que consiste en desgastar al adversario sugiriendo que es el clásico guapo tonto o guapa tonta”.
Sánchez: un análisis exprés
Por tanto, llegados a este punto, queda preguntarse si la animadversión que despierta Sánchez entre buena parte del electorado, según las encuestas, tiene algo que ver con su estilo comunicativo, la percepción de su imagen o el retrato que ha dibujado de él la oposición.
Los expertos en comunicación política responden, sin valoraciones ideológicas, de lo que saben.
- Sánchez está muy controlado, mide todas las palabras, los gestos, ha perdido toda autenticidad. También es cierto que una persona que está siendo analizada permanentemente tiende a hacer eso. Él sabe que tiene ese atractivo del que hablábamos, pero si tuvo alguna naturalidad, ya la perdió. Mar Castro.
- Creo que la imagen que proyecta en estos momentos es muy victimista. Más que por su aspecto físico, parece que busca que compren su discurso por pena, porque es él quien está luchando contra la derecha. Isaac Hernández.
- Puede que Pedro Sánchez, por ser un tipo alto, guapo y demás, pueda parecer desconectado del resto de los ciudadanos y por eso generar más antipatías en estos momentos. Rocío Gutiérrez.
Nada de esto quiere decir que los guapos vayan a desaparecer de la política. Ahí están Nayib Bukele en El Salvador o incluso Santiago Abascal, quien ha trabajado mucho en presentar una imagen atractiva para su electorado. Son los políticos slim fit, como los llama Isaac Hernández.
En 2005 el psicólogo búlgaro Alexander Todorov, de la Universidad de Princetown, realizó un estudio que concluyó que los políticos y políticas con una apariencia física atractiva solían tener un mejor resultado electoral, sobre todo entre personas que no los conocían previamente.
Comprobó, enseñando fotos al azar a un grupo de voluntarios, que un rostro agradable se asociaba a mayor fiabilidad y defendió que el 85% de nuestras decisiones son irracionales. De esta manera se puede decantar una campaña electoral. El verdadero examen llega después, como en las parejas, cuando estás acostumbrado a ver todos los días la misma cara, incluso cuando la otra persona no tiene su mejor día.