Franquismo para dummies: del ‘escape room’ al asesinato musical de 'Libertad sin ira'
Hemos llegado al Reina Sofía por la principal, la puerta que da a la plaza. Nos atiende una mujer amabilísima.
–Vienen ustedes a...
–Al acto del presidente Sánchez sobre Franco.
–Eso es en el otro edificio. Aquí, a las doce, hay una actividad que se titula... "Esperpentos en el esperpento".
–¿No será lo mismo?
–No, no. Lo del Gobierno es en el otro edificio, de verdad.
Todavía sigue en pie la pista de hielo levantada en la plaza por Navidad. Menos mal que Sánchez sólo tenía tres años cuando cascó el dictador. Si no, con una pista como esta nos lo habría congelado igual que a Walt Disney. Disney nunca fue congelado, pero total, ¿qué más da? España tampoco fue libre hace cincuenta años.
Vamos rodeando el Museo, nos desabrochamos el abrigo, nos miran un poco y, al fin, quedamos acreditados. Encontramos a un compañero que consulta, totalmente hundido, su teléfono móvil. Maldecimos. Será la hipoteca, el alquiler. "Joder –nos dice–. Este es el primer acto de cien. Nos sale a casi nueve saraos sobre Franco cada mes". Nos hundimos subsidiariamente.
Tanto que nos confundimos y entramos al auditorio por la misma puerta que las autoridades. Este es un gobierno –como suele decir Sánchez– que gobierna. Por eso, en las primeras filas, vamos leyendo los papelitos que anuncian la presencia de...
Director de la Policía, directora de la Guardia Civil, directora del departamento de asuntos europeos de Presidencia, secretario de coordinación institucional de Presidencia, presidente del Comité Olímpico, ministro de Economía, ministra de Vivienda, ministra de Educación, ministro de Industria, ministro de Cultura, ministra de Sanidad, ministra de Ciencia, ministro de Transportes, ministra de Defensa, ministro de Exteriores, secretario general de UGT, secretario general de Comisiones Obreras, presidenta del Congreso...
Todos reunidos un miércoles 8 de enero a las doce del mediodía, sin otro compromiso más importante que recordar que faltan once meses para que se cumplan cincuenta años de la muerte de Franco. Si el recuerdo fuera un músculo, Sánchez sería el Llados de la política.
Dejamos de apuntar nombres porque nos chocamos con un señor que, "aquí no pueden estar los periodistas", nos manda a las filas de arriba, a las últimas. Están tan lejos y tan arriba... Pero, ¿no habían cerrado el Arriba? Tenemos vértigo. Está muy alto nuestro sitio. Allí sólo se debe de poder llegar por el imperio hacia Dios, que decían los falangistas.
Suena "Al alba" de Aute, la canción sobre los fusilamientos. Pero, ¿no era ésta una fiesta alegre para conmemorar la libertad? Nos dice un colega con muy mala leche: "Igual la ponen por Espadas y Tudanca".
Acompañamos un rato a don Timoteo, el obispo para España y Portugal de la Iglesia Ortodoxa rumana, la segunda más grande del mundo tras la rusa. Viste sotana negra, el klobuk en la cabeza. Se sienta en la fila correspondiente a los diplomáticos. Nos dice que está encantado de celebrar el medio siglo de libertad en España.
Ahí, en la buena fe de don Timoteo, está el peligro de la mistificación de Sánchez, el bulo histórico. No se están cumpliendo 50 años de libertad en España por mucho que lo ponga en el cartelón gigante del escenario y en los subtítulos de las exposiciones que ya anuncia la web. Dicen los emisarios de Moncloa que se trata de "enseñar a los jóvenes". En el franquismo para Dummies, no existe la Transición. Se murió Franco y empezamos a ser libres.
A ver cómo salimos del lío cuando los actos de "España en libertad" comiencen a coincidir con las efemérides de lo que verdaderamente pasaba en España hace medio siglo: sin ir más lejos, los fusilamientos de septiembre en Hoyo de Manzanares.
No le preguntamos a don Timoteo si vendrá a los otros 99 actos sobre Franco que ha planeado Sánchez. Tampoco si sería imaginable en su país que el presidente convocara 100 actos sobre Ceausescu. España, como los ortodoxos, ya tiene su calendario juliano. En el tradicional, aparecen los meses y los días, digamos, normales. En el juliano, los actos de Franco.
Sonríen las filas populosas –populistas a ratos– de los ministros. ¡Ya le gustaría a la oposición que hubiera tantos ministros en la sesión de control al Gobierno! ¿Y si, como en el Camino de Santiago, les dicen que hay que hacer las otras 99 etapas para conseguir el sello de antifranquista?
Ya colgados del techo, vemos en el escenario a doña Carmina Gustrán, la comisaria de los cien actos. Algunos medios, muy cabronamente, han publicado que va a cobrar por su tarea entre 65.000 y 100.000 euros. ¡Pocos nos parece! ¿Por organizar cien actos sobre Franco en un año y tener que tragarse todos? Deberían duplicarle el sueldo. Para lo largo que se nos está haciendo, el tardosanchismo no es tan caro.
Nos anuncia doña Carmina un "escape room itinerante" por todos los confines de España. Por fin nos dicen la verdad: la España de hoy es un escape room donde no puedes dejar de ver a Franco en ninguna parte, en ningún momento.
Antes de que salga Sánchez, la presentadora, Eva Baroja, que lo hace muy bien, es simpatiquísima y trabaja en El País, entrevista a Soledad Gallego-Díaz, que fue la directora de El País. Podían haber metido a alguien de Infolibre o ElDiario, aunque sólo fuera para ser neutral en el lado izquierdo del muro.
Y como se trata de advertir a los jóvenes de los peligros del franquismo, aparece en la pantalla a modo de prólogo una encuesta de una joven a unos jóvenes preguntándoles qué se podía hacer y qué no en la dictadura.
Sucede algo inaudito. En este país que, según Moncloa, necesita impartir tantos conocimientos a los chavales sobre lo que fue el régimen de Franco, esos chavales elegidos al azar por el centro de Madrid aciertan todas las preguntas. Ya que se trata de un vídeo revisado, podrían haber puesto a gente que pensara que el franquismo no fue tan malo. ¿Cuál es el problema? ¡Que apenas existen jóvenes así!
Haga usted la prueba, lector. Pregunte en su curro, a sus amigos, en los bares: "¿Hay alguien aquí que viviría en el franquismo hoy si pudiera? ¿Hay alguien que piense que el franquismo fue bueno?". Póngase, si quiere, estilo William Wallace: "¿Hay alguien dispuesto a renunciar a su libertad?". No cuentan los constructores de pantanos.
Van los jóvenes del vídeo acertando que, en el franquismo, los homosexuales no podían ir de la mano por la calle, que las chicas no podían ir "con faldas y a lo loco", que no existía el divorcio, que no te podías llamar "Mikel o Iratxe"... Y un largo listado de etcéteras. España, ¡por fortuna!, aunque Sánchez se empeñe en negarlo, es sociológicamente antifranquista. Y eso, también por fortuna, no tiene vuelta de hoja.
A Sánchez –al fin Sánchez en el escenario– se le escapa esa conclusión en algunos de los fragmentos del discurso que lee después de que, precisamente un joven, se lo haya dejado en el atril. Dice Sánchez: "España es una de las democracias más plenas y prósperas del mundo".
Pero Sánchez es como Mocedades al revés. Una promesa incumplida, "eres tú, eres tú". Porque acto seguido alerta de que puede volver el fascismo, de que existen entre nosotros los que "miran con nostalgia a la España de los setenta prometiendo resucitarla". En ese colectivo, la edad media es de noventa años y bastante tienen con resucitar ellos mismos. ¿En qué quedamos? ¿Somos la democracia plena o un lugar amenazado por franquistas? Los jóvenes, a este paso, presidente... más que ignorantes, nos vamos a volver tarumbas.
Tanto se enmienda Sánchez a sí mismo que sus escritores de discursos lo hacen por escrito para amoldarse al personaje. Un claro ejemplo: el escenario dice "España en libertad. 50 años"... y Sánchez empieza diciendo que el Guernica no regresó a nuestro país hasta 1981 porque antes no hubo libertades plenas. Tan altas son estas butacas y tanto se enmienda Sánchez que sólo tenemos dos opciones: una sobredosis de biodramina o la extremaunción de don Timoteo.
Para terminar de rematarnos, sale al escenario Jimena Amarillo, ésta verdaderamente joven, 23 años. Muy simpática. Viendo nuestras caras, dice: "El que esté tenso que se destense". Lo que nos parece la versión políticamente correcta del "el que no esté colocao que se coloque... y al loro" de Tierno Galván.
Comienza a cantar, ¡con autotune!, una versión de "Libertad sin ira", de Jarcha. Esa es la Memoria Histórica de Sánchez. Una memoria con autotune.
Por cierto, "Libertad sin ira" es de 1976. Cantarla en 1975, "España en libertad", habría sido motivo de cárcel.