Santos Cerdán, durante su discurso en el Congreso federal de Sevilla.

Santos Cerdán, durante su discurso en el Congreso federal de Sevilla. Efe

Política 41º CONGRESO DEL PSOE

"Ola", "tsunami" y "maremoto" totalitario: el parte meteorológico, según Santos Cerdán

Más información: Santos Cerdán denuncia una "cacería humana" y una "industria del odio" en tv, digitales, prensa y sede judicial.

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Tiene razón Santi, nuestro Santi, cuando dice que nació un día para cambiar el mundo. Hemos aplaudido cuando ha proclamado su carácter divino en este Congreso federal. Porque al fin lo sabe toda España, y no sólo Pamplona, donde somos incapaces de llamarle “Santos”, por mucho que sea el hombre de todos ellos: Puigdemont, Koldo, Ábalos y compañía. Santi nació en Milagro y ahora es el nuestro.

No hay nadie que pueda negar con información en la mano, ¡sin bulos!, que Santi sea un hombre de cambio. Con música celestial, acompañado de Zapatero y María Jesús Montero, ha entrado por el pasillo central en mitad de una gran ovación besando a hombres y mujeres en las mejillas. ¡A hombres! ¡Un heterosexual de Milagro besando a otro hombre! Si eso no es la revolución, que venga el Che y lo vea.

Nos resulta imposible escribir a la contra de Santi. Llegamos a Madrid con él y vivimos en carne propia todos los cambios. Tampoco se puede refutar que el PSOE de Santi haya sido artífice –como él ha dicho– del ascensor social más vertiginoso de España. Koldo era el portero del puticlub por el que pasábamos corriendo porque nos daba miedo. Koldo era el vigilante de seguridad que nos persiguió por El Sadar el día del ascenso

Y, de repente, un día en el Congreso, lo vimos de traje, al lado de Ábalos. Preguntamos: nos dijeron que había sido Santi, que se lo había presentado, que lo había hecho un hombre clave en la recogida de avales de Sánchez.

Santi ha hablado en la tribuna de “los sinsabores”. Con esa palabra ha encapsulado todas las tramas. Es un hombre delicado y no ha querido ensombrecer la fiesta del partido. No habría sido momento. Cómo te vas a poner a hablar, en medio de un "balance de gestión", sobre el hombre que, ungido por ti, alcanzó tanto poder como para urdir una riada de corrupción en el corazón del Gobierno.

Santi es un hombre que se gobierna a sí mismo con la misma contundencia con la que gobierna el aparato. Tranquilo, sosegado. Sólo así se puede negociar con un pesado como Puigdemont y no cambiar la cara después de firmarle todo lo que pide. Santi está tranquilo pese a la “ola totalitaria” que quiere tumbarlo.

Teníamos miedo de que este Congreso lo dejara fuera. Aldama asegura haberle entregado un sobre con 15.000 euros, Koldo mediante, en un bar de Ferraz. Si Sánchez lo cesaba temiendo una imputación, habría parecido culpable. Y si Sánchez lo mantiene, como es el caso, se pone en manos de Aldama, de las pruebas que pueda tener. 

Hay algo que no nos cuadra. A Ábalos lo echaron cuando, sin estar imputado, se apareció como el hombre que ascendió a Koldo el corrupto. Ahora que Ábalos, según la UCO, parece lo mismo; ¿a quién echamos? Ese espejo funciona por arriba, pero también por abajo. Y menos mal que nadie se acuerda aquí de esta tesis porque, con ella, se habrían cargado a Santi.

Un día, Antonio Machado fue con su padre a ver un mitin de Pablo Iglesias el bueno en el parque de El Retiro. Muchos años después, escribió: “Tenía el timbre inconfundible de la verdad humana”. Como Santi.

Vivimos un momento sensacional para nuestra tierra, querido Santi. Es malo para el mundo, pero bueno para Navarra. El clima es terrible, el parte meteorológico resulta infernal. Sólo así nace la verdurica que tanto nos gusta. 

Ha empezado Santi su arenga poco a poco. Primero “ola totalitaria”. Después, “maremoto” reaccionario. Por último, “tsunami” de ultraderecha. Y en medio de todo eso, además de los esparraguicos, “el Gobierno progresista”, “la política del reencuentro”.

Dicen que Sánchez es cruel con los demás y con los suyos, que decapita al discrepante. Nada más lejos de la realidad. Ha pedido la palabra una señora de Izquierda Socialista desde la fila tropecientos. Le han dado la palabra y, cuando ha dicho que quería “debatir” la gestión, le han mandado un saludo y le han dicho que “así consta”.

Escuchando a Santi nos hemos convencido de que no se puede tomar el rábano por las hojas. Esto es pura democracia. A la “máquina del fango y del odio” se le responde con corazones, progresismo y medidas sociales. 

Santi tiene memoria. Una memoria todavía más mastodóntica que la de Fraga. Tenía seis años cuando murió Franco, pero nos ha explicado que el maremoto totalitario de hoy le recuerda a “las ejecuciones, la cárcel y el exilio”.

“Cacería humana”, ha dicho Santi, nuestro secretario de Organización. Y nos hemos imaginado al pobre padre Feijóo como Peñafiel aquel día en aquel poblado: probando con cierto escepticismo la carne de un semejante.

Somos progresistas. Con Santi, todos somos progresistas. Como el comisario europeo de Orban, como el comisario europeo de Meloni. Tras las últimas generales, lo que había sobre la mesa era la petición ciudadana de “un gobierno progresista”. Bildu, Esquerra Republicana, Puigdemont. Simplemente, alguien tenía que explicárnoslo.

“¡Pero os digo una cosa! ¡Merece la pena!”. El viaje merece la pena. Querido Santi, estamos contigo. Que nadie te diga jamás aquella frase que se atribuye a Baroja pero que don Pío nunca dijo: “¿El Pensamiento Navarro? El nombre de ese periódico es imposible. Son dos términos incompatibles”. ¡Viva el pensamiento navarro!