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Fue una situación límite en la que cayeron los resortes de artificio y protección que suelen rodear a la monarquía en sus apariciones públicas. Por primera vez, pudo verse a los Reyes sin la coraza que obliga el protocolo. El huracán de indignación derribó esa frontera y las cámaras estaban grabando. Sus Majestades, al descubierto.

En estos días de la política de cartón piedra, la película filmada por los servicios de informativos de las televisiones corrió como la pólvora por una razón elemental: lo que allí sucedía era verdad. En esas imágenes, Felipe VI pasó el examen para el que llevaba entrenando toda la vida. Pero lo pasó también Letizia Ortiz, que hoy es la Reina, pero que hace veinte años era una periodista que contaba cosas como esa.

Pudo llevarse una pedrada en la cabeza. Desoyó a su equipo de seguridad cuando le pidieron que se refugiara en el coche. Quiso dejarse abrazar, insultar, reclamar y embarrar. Sus antiguas compañeras de oficio pudieron leer en su rostro más que el resto. EL ESPAÑOL ha entrevistado a tres de ellas que todavía hoy mantienen aquella amistad nacida en la calle y en las redacciones.

María Rey es presentadora hoy de 120 Minutos, en Telemadrid, además de presidenta de la Asociación de la Prensa de Madrid. Sagrario Ruiz de Apodaca, hoy editora del Canal 24 Horas de TVE, también coincidió con la Reina en la cadena pública. Imma Aguilar, asesora de políticos en materia de comunicación, ahora al frente de la consultora Amazonas, trabó su amistad en los tiempos de CNN+.

"No me ha sorprendido nada", dicen las tres sin titubear cuando se les pregunta por el arrojo mostrado por Letizia. Y las tres añaden una coletilla parecida: no fue una valentía consciente ni premeditada; fue consecuencia de la empatía. "Ella sabe escuchar, es periodista, ha pisado el terreno, era imposible que se marchara de allí", coinciden.

"Habríamos visto a esta reina antes si no hubiésemos perdido tanto tiempo en los zapatos", refiere con ironía María Rey. "La Reina no es una persona fría. Es perfeccionista, tiene el rictus serio de quien se exige muchísimo, pero resulta tremendamente empática. Si alguna vez pareció fría fue porque se protegió de críticas machistas y clasistas", apostilla.

Letizia, decíamos al principio del reportaje, no llevaba toda una vida preparándose para un momento así. O quizá sí se había preparado, aunque de otra manera. Continúa María Rey: "Precisamente, al no haber recibido esa educación al estilo de una casa real, se ponía todavía más en la piel de los ciudadanos de Paiporta. Es hija de una familia de clase media, con orígenes humildes. Entendía que le podía haber pasado a ella. Entendía lo que le estaban contando".

Rey reitera que Letizia, pese a llevar dos décadas inserta en el ambiente regio, "no se ha despegado de su mundo anterior, ha hecho lo posible por permanecer en contacto con la realidad".

"No es postureo"

"La Reina es periodista y el periodismo es como andar en bici. Hay algo visceral dentro de quienes han ejercido el periodismo en la calle. Ella hizo ese tipo de directos, viajó a la guerra, estuvo en el Prestige... Le salió algo muy periodístico. Palpó la realidad de una manera muy directa. Llámalo valentía o raza. No pensó en nada, se dejó llevar", apunta Imma Aguilar.

Va en la misma línea Sagrario Ruiz de Apodaca: "Cuando era compañera nuestra, le tocó cubrir emergencias, ponerse las botas, el mono y mancharse de chapapote. Tenía clarísimo dónde tenía que estar. Es lo que da sentido a su responsabilidad".

En contra de quienes sostienen que Letizia suele mostrar un gesto indescifrable, Imma Aguilar, que la conoció a finales de los noventa en el casting de entrada a CNN+, niega la mayor: "Me parece que tiene una cara bastante legible, muy sincera. No podía evitar las lágrimas. Estoy segura de que estaba tratando de contenerse, pero no pudo. Y es lo normal".

Además de esa empatía desencadenada, Aguilar detecta en las imágenes de la Reina otra cualidad más: "Ella, seguro que se lo han dicho a ustedes ya, es muy perfeccionista. Es una reina, valga la redundancia, muy profesional. También percibí su fuerte sentido de la responsabilidad".

María Rey lo define como "un compromiso muy interiorizado": "No es postureo. Tanto ella como el Rey son conscientes de la tarea que tienen por delante. La Reina se implica mucho en lo que le ocupa. Sus discursos son de una extraordinaria capacidad, tanto en el fondo como en la forma. No es fácil encontrar algo así en el resto de monarquías europeas. Le tocó ser reina, pero interiorizó que debe estar al servicio de España. Y está en eso. ¡Que la gente lo vea!".

"Fueron allí sabiendo lo que podía ocurrir. Estoy segura de que habrían continuado con la visita a Chiva pese a lo que sucedió en Paiporta. Eso sí que me sorprendió, pero me temo que no dependió de ellos", cuenta Ruiz de Apodaca.

Esta editora del Canal 24 Horas alaba que los Reyes fueran allí a "asumir críticas", no a intentar convencer de nada a los indignados. Lo mismo apunta María Rey a través de un gesto: "Ese abrazo sentido a la mujer que le recrimina que se les ha abandonado... La reina repite 'lo siento, lo siento, lo siento'. Con esas palabras está dando la razón a esa mujer, está compartiendo la impotencia generalizada de la gente".

Las tres compañeras de la Letizia periodista hablan de una persona cálida cuando se apagan las cámaras... la mujer que este domingo conocieron millones de personas. "Cuando hemos tenido dificultades personales, ella se ha preocupado de hacernos llegar un gesto. Es intensa, apasionada", dice Rey.

"La hemos visto muchas veces escuchando, abrazando, tocando... sin necesidad de una emergencia así", son palabras de Ruiz de Apodaca. "Fueron gestos de verdad", concluye Aguilar.