Aunque sea difícil de creer, no había una biografía de Arnaldo Otegi. Ni oficialista ni apócrifa. Sí las hay –y muchas– de otros personajes cuyo paso por la política ha sido más breve o menos determinante (Iván Redondo, Macarena Olona…), pero no de alguien que ha transitado todas las máscaras por las que ha mutado ETA y que lidera Bildu hoy en día.
No había tal biografía, hasta ahora. Los periodistas Mariano Alonso (Madrid, 1979) y Luis Fernando Quintero (Villanueva de la Serena, 1982) se dispusieron hace ya una década a tapar ese agujero, con paciencia. Ahora ve la luz Otegi, la última bala de ETA.
Desde que era El Gordo, un etarra más, hasta convertirse en un socio clave para la gobernabilidad de España, el relato fundamental que dibujan ambos periodistas en su libro es el de una persona que, aunque ahora se presenta como símbolo pop del nacionalismo vasco, siempre ha estado en el mismo sitio.
"Hay muchos que estuvieron en ETA e hicieron un camino. Salen de una banda terrorista, forman un partido político y renuncian a un pasado de terror. Se arrepienten y consideran que han hecho daño. Otegi no ha transitado ese camino. Él no se ha ido de ETA en ningún momento. Él ha dirigido la banda terrorista por la vía que cree que tiene que transitar para conseguir sus objetivos, que todavía no están conseguidos", explica Quintero.
"No ha cambiado de objetivos. Ha cambiado, si acaso, de medios o de procedimientos. Pero nada más", completa Alonso.
Pregunta.– ¿Por qué el título? ¿Por qué es la última bala de ETA?
Mariano Alonso.– Otegi cierra un círculo que comienza en 1958, cuando se funda ETA. Él ha sido todo en el mundo de ETA. Ha sido etarra, un miembro muy activo de la banda. Después pasó a lo que fue su brazo político, Batasuna, y lo terminó liderando en los 90. Desde entonces, Otegi no ha cambiado esos objetivos. Pero no es una aportación nuestra, es que él mismo lo dice así.
Luis Fernando Quintero.– Ha habido un intento de dibujar a Otegi como esa pieza fundamental dentro de la estructura política en España que acaba con la banda terrorista. Hay mucha gente, especialmente la más joven, que piensa que es así. Pero no. Su objetivo nunca fue terminar con ETA, sus objetivos siguen siendo esa Euskal Herria, desestabilizar España como nación. Su enemigo sigue siendo España. Él puede ser esa última bala de ETA que termine consiguiendo esos objetivos.
El libro de Alonso y Quintero es para todos los públicos, en el mejor sentido de la expresión. El personaje de Otegi les ha brindado la oportunidad de transitar por la historia de la banda y hacer una obra que sirve de "iniciación" para aquellas generaciones que no desayunaban con las noticias de los atentados. Pero en sus páginas, los más versados pueden descubrir también datos nuevos.
La idea nació hace una década, explica Alonso, con "entusiasmo y tesón" y como la oportunidad de dos amigos de seguir viéndose y trabajar juntos. "Pero también teníamos una mentalidad muy periodística, muy de llenar un hueco", añade. "Ni siquiera los que más glorifican a Otegi se habían atrevido a hacer una biografía del personaje. Es curioso, ¿no?", advierte.
Para escribir han bebido de otros periodistas que informaron de ETA jugándose la vida, como Florencio Domínguez, Fernando Lázaro, Pablo Muñoz o del relato que de aquellos tiempos hizo Pedro J. Ramírez, director de EL ESPAÑOL.
Pero también han hecho una ardua labor de documentación y han acudido a las fuentes principales, a aquellas personas que trataron de alguna forma u otra al personaje en su trayectoria. Cuentan que, al inicio, cuando las pistolas aún estaban calientes, muchos no se atrevían a hablar con ellos, pero que pasado el tiempo algunos se fueron abriendo.
Resignificando a Otegi
Otegi, la última bala de ETA no es un libro que revisiona, sino que resignifica. Una de las cosas que más ha llamado la atención a los propios autores, conociendo ya el pasado etarra del político guipuzcoano, es la actitud que mantenía en la década de los 90 y los 2000, en los segundos años de plomo de la banda terrorista.
En su libro, recuerdan, por ejemplo, la postura que mantuvo cuando ETA asesinó a José Luis López de Lacalle, columnista entonces de El Mundo, el 7 de mayo del año 2000. Para la memoria queda la fotografía de su cadáver cubierto, con un paraguas rojo al lado y dos bolsas de plástico llenas de los periódicos del día.
Cuando sucedió, Otegi dijo: "ETA pone sobre la mesa el papel que, a su juicio, están desempeñando los medios de comunicación que practican una estrategia informativa de desinformación".
Pregunta.– ¿Creéis que sigue pensando lo mismo?
Luis Fernando Quintero.– La última vez que salió de prisión (en 2016), cuando ya se había disfrazado de Mandela y había dicho que no le gustaba la violencia, en un acto levantó el puño y recordó a quienes para él eran los héroes a los que realmente había que honrar: los asesinos de ETA. Para demostrar que las víctimas de ETA también le dolieron, lo comparó con el momento en el que a él, estando en la cárcel, le avisan de la muerte de su madre. La comparación no procedía, y lo que te hace ver es que, ni siquiera en ese momento, sentía empatía por las víctimas.
Mariano Alonso.– Otegi tiene olfato político y tiene olfato social. El éxito de Bildu lo demuestra. Tiene olfato para ver por dónde va la nueva sensibilidad, y ahora vivimos en una sociedad mucho menos violenta y mucho más intolerante con la violencia. Por eso camufla muchas cosas, incluso su pasado. Pero piensa lo mismo que dijo cuando lo de López de Lacalle… estoy convencido.
P.– ¿Qué opinan los dirigentes del PSOE del libro, ahora que Bildu es su socio parlamentario?
M.A.– Cuando enseño el libro, el aspaviento, el rechazo instintivo a la figura, no es muy distinto al que he detectado en otros dirigentes de la derecha. Y no estoy hablando sólo de los socialistas de Castilla-La Mancha [bromea]. Creo que la alianza con Bildu, singularmente con Otegi, tiene una digestión muy pesada para ellos, mucho más de lo que pudiera parecer o de lo que a la actual dirección de Ferraz le gustaría. Si Alfredo Pérez Rubalcaba estuviera vivo, habría una fractura más visible. Muestra de ello es que, cuando Otegi anunció que no sería candidato a lehendakari, muchos socialistas respiraron aliviados. Sobre todo en el PSOE vasco.
El tiempo les dio la razón
Lo que no esperaban cuando iniciaron el proyecto es que el tiempo les acabaría sirviendo casi de reclamo publicitario y que Otegi se convertiría en el líder de un partido en el que se apoya nada menos que el Gobierno de España y que puede disputarle el liderazgo al PNV en las elecciones del próximo 21 de abril.
"Si nos hubieran dicho hace algunos años que Bildu hubiera ganado como ganó el pasado 23 de julio en País Vasco y casi en Navarra, no nos lo hubiéramos creído", comenta Alonso. "Pero la pujanza de ese mundo es muy fuerte electoralmente, también culturalmente por el imaginario que crean, por el manto de olvido que tratan de echar sobre todo lo que fue la actividad de ETA", añade.
"Si fuéramos 20 años atrás, habríamos dicho que es imposible", completa Quintero. "Pero, del mismo modo, Bildu creo que tampoco se hubiera imaginado tener un socio para conseguir todo lo que quieren, como tienen ahora en el PSOE", comenta.
"El hecho de que se hayan salvado todas esas barreras y se hayan traspasado todas esas líneas rojas, a ellos, a ese mundo, les hace pensar que lo que quieren es posible. Porque nunca han estado tan cerca y nunca han tenido en la Moncloa a un Gobierno tan favorable a hacerles pensar que todo lo que están soñando está a su alcance", añade.
Pregunta.– Pero imagino que no fue un tiro al aire.
Luis Fernando Quintero.– Es verdad que cuando nos decidimos por el personaje teníamos los dos la certeza de que Otegi iba a ser un hombre determinante. Pero pensábamos que se circunscribiría únicamente al País Vasco, siendo lehendakari, por ejemplo.
Mariano Alonso.– Mucha gente era reacia a un libro así porque pensaba en la obsolescencia de Otegi. Nos decían que con el tiempo no tendría ningún interés y que sería una pequeña nota a pie de página en la historia. Aunque suene petulante, creo que el tiempo nos ha dado la razón. Y hay Otegi para rato. Él se fija mucho en el PNV, es su modelo a pesar de la némesis, y es una organización bicéfala. Está el lehendakari y está la cabeza orgánica, el que lo dirige todo. Otegi, en septiembre, va a ser reelegido coordinador general de Bildu para los próximos cuatro años, eso nos sitúa en 2028. Cuando llegue, tendrá 70 años. Así que no se va, se queda, y con mucho poder y con mucha capacidad de decisión.