"Sánchez entró por la mañana impulsado por un engaño y salió por la noche arrastrado por un chantaje", así ha resumido el director y presidente ejecutivo de EL ESPAÑOL, Pedro J. Ramírez, la primera jornada de la sesión de investidura de Pedro Sánchez celebrada este miércoles.
Pedro J. ha participado en el debate de El Objetivo de laSexta posterior al debate de investidura y ha explicado que "el engaño es el que se plasma en la Ley de Amnistía" y el chantaje es al que Míriam Nogueras ha sometido a Pedro Sánchez después de advertirle que Junts no apoyará su investidura si no cumple "las 1.486 palabras firmadas" en su acuerdo de gobierno.
"Yo nunca había visto a un presidente del Gobierno humillado de esa manera en el Parlamento. Sánchez hablaba de diálogo hasta ese momento y Míriam Nogueras le dijo: 'No, no se puede hablar de diálogo, se habla de negociación'", ha sostenido el director de EL ESPAÑOL.
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En esta línea, Pedro J. ha incidido en que mientras Sánchez ha presentado "un planteamiento de reconciliación, de hacer de la necesidad virtud, del perdón como parte del mérito de la democracia", la portavoz de Junts ha dejado claro que si no cumple con lo pactado, el presidente no podrá "sacar adelante ninguna medida".
"En el contexto en el que estamos esto es desolador", ha lamentado Pedro J. "Teniendo en cuenta que lo firmado implica pasar un examen de todos los meses fuera de España ante un verificador internacional, asumir la idea de que esto es un conflicto entre dos naciones... No se me ocurre una palabra más exacta que la de humillación".
El director de este periódico ha ido más allá afirmando que, al ser Pedro Sánchez "el candidato a ser investido como representante del máximo del Poder Ejecutivo de la soberanía nacional recogida en la Constitución", su humillación "es una humillación al conjunto de los ciudadanos".
Al igual que ha criticado la "humillación" a Pedro Sánchez, el presidente de EL ESPAÑOL también ha abogado por que el Partido Popular deje "bien claro que este Gobierno, no sólo es legal, sino que es plenamente legítimo", aunque sea fruto "de una anomalía democrática".
Referéndum de la Ley de Amnistía
En lo referido a la polémica Ley de Amnistía, Pedro J. Ramírez considera que se debería hacer un referéndum nacional, ya que "es algo que afecta a la sustancia misma del gran debate de la unidad nacional, de la construcción de todo lo que ha ocurrido a lo largo de todos estos años y de la igualdad de los ciudadanos ante la ley".
"¿Cómo resolvemos esta dicotomía de gobierno legítimo, anomalía y democracia? Sólo se puede de una manera: que hablen las urnas. Si Sánchez les pregunta a los militantes del PSOE, si los de Podemos, Sumar y ERC a los suyos... ¿Por qué no se nos pregunta al conjunto de los españoles, como hizo Felipe González cuando cambió de opinión en relación a la OTAN?", ha sentenciado.
Además, ha manifestado que si Sánchez no convoca ese referéndum sobre la amnistía, las elecciones europeas que se celebrarán en junio "serán un referéndum sobre Sánchez".
Pérdida de confianza
En el inicio de la parte argumental de su discurso, Pedro Sánchez ha afirmado que "o la democracia proporciona seguridad o la inseguridad acabará con la democracia", una frase que Pedro J. ha suscrito "al mil por mil". Sin embargo, ha matizado que "la seguridad no son los antidisturbios de Marlaska, ni los abnegados soldados de Margarita Robles, ni los avispados agentes del CNI", sino que es "la confianza de los ciudadanos en las instituciones", algo que ha perdido el PSOE tras los acuerdos de la Ley de Amnistía.
"Si un partido se presenta diciendo 48 horas antes de unas elecciones, no que no va a dar la amnistía o que no está en su programa, sino que no cabe en la Constitución, y al día siguiente de las elecciones empieza a negociar la concesión de esa amnistía, se quiebra la confianza de los ciudadanos en ese partido y, por extensión, en esa institución".
Por eso, en opinión de Pedro J., el mejor "resorte" que le queda a Sánchez para salvarse de "una situación realmente imposible", es que Salvador Illa termine al frente de la Generalitat de Cataluña cuando haya elecciones.
No obstante, parece una opción poco probable, ya que "hay una sensación de orfandad en el constitucionalismo catalán, que no tiene la proyección y el ruido y la presencia en los espacios públicos que tiene el separatismo o el soberanismo, pero que ahí está, como se demuestra en las elecciones".
"Los otros asideros son excusas de mal pagador" como el argumento del miedo a la ultraderecha. "Comparado con lo que pasó en esos años en Cataluña, estos son aficionados", ha concluido.