Pedro Sánchez podrá presentarse a la investidura en cualquier momento desde este viernes hasta el próximo 27 de noviembre, fecha límite antes de que se convoquen automáticamente elecciones. Así lo ha decidido este viernes la Mesa del Congreso de los Diputados para que su presidenta, Francina Armengol, pueda fijar la fecha del debate cuando ella considere. La decisión, aprobada con los votos favorables de PSOE y Sumar, ha contado con la abstención del PP.
Parecía claro que este viernes sería el día en que Armengol fijaría definitivamente la fecha de la investidura. Distintas fuentes del socialismo y de la Cámara transmitían el jueves por la noche que la intención era fechar el debate a mediados de la semana que viene, probablemente el miércoles, y que incluso el Gobierno de coalición estaría ya formado antes del sábado.
Todo cambió entre la noche del jueves y la mañana del viernes, con el acuerdo entre PSOE y ERC cerrado y el de Junts encaminado. A última hora, Carles Puigdemont se echó atrás y reclamó nuevas concesiones al secretario de Organización de los socialistas, Santos Cerdán, quien ha sido el encargado de las negociaciones con el prófugo en las últimas semanas. Con el apoyo de los posconvergentes todavía por firmar, nadie se atreve a proponer una fecha de investidura.
Ahora, tras el último movimiento de la Mesa del Congreso, Francina Armengol puede convocar la investidura sin plazos de tiempo y en el mismo momento en que haya acuerdo con Junts. Esto podría ser incluso el mismo jueves día 9, festivo en Madrid, o en medio de un fin de semana si fuese necesario. Además, por ley, la presidenta tiene la potestad exclusiva de convocar el debate cuando quiera y sin avisar, incluso de un día de para otro.
Los movimientos tectónicos entre el Congreso y la Moncloa comenzaron el martes por la noche, después de la jura de la Constitución de la princesa Leonor y recién emitidos los informativos de televisión. Alrededor de las 23 horas, el PSOE anunció por sorpresa un acuerdo con ERC para una futura Ley de Amnistía, sin concretar, y dejó un día de por medio —el festivo del miércoles— antes de difundir sus cesiones al independentismo.
Finalmente, el pacto con ERC se cimentó en cuatro grandes pilares: la amnistía, la Mesa de Diálogo, el traspaso de la empresa ferroviaria Rodalies a la Generalitat y la mejora de la financiación autonómica. Paradójicamente, las dos últimas (las que tenían que ver con el dinero) fueron más complicadas de cerrar que las relativas al derecho o a la pura voluntad política.
El problema, en este caso, es que la guerra interna que se mantiene en el seno del independentismo ha hecho a Puigdemont rectificar. Ya el jueves, cuando el PSOE y ERC anunciaron su acuerdo, el expresident canceló a última hora una rueda de prensa que tenía agendada justo en el mismo momento en que los otros dos iban a anunciar los detalles de su pacto. Horas más tarde, reclamó un mayor alcance para la amnistía a cambio de sus votos y, en consecuencia, Sánchez aparcó sus planes hasta cerrar un nuevo pacto.