Pedro Sánchez y Yolanda Díaz han seguido al pie de la letra la hoja de ruta que suele acompañar a los pactos de Gobierno de coalición. La liturgia, repetida desde los tiempos en los que el PSOE compartía la foto con Unidas Podemos y no con Sumar, dictaba una negociación encubierta con roces de cara a la galería, dos versiones contradictorias sobre los puntos de acuerdo, una reunión in extremis a altas horas de la madrugada y, al final, una escenificación simbólica con ambos líderes abrazados y sonrientes. Este martes se ha dado el último paso.
"Este Gobierno, al que le daban dos días, ha estado cinco años y estaremos otros cuatro más", ha reivindicado Sánchez durante la presentación del acuerdo, esta vez con el Museo Reina Sofía (Madrid) de telón de fondo. "Tras años de bloqueo del PP, este Gobierno ha devuelto la paz social y la estabilidad a la vida política con 200 reformas legislativas y con Presupuesto en fondo y forma", ha destacado.
Sin mencionarlo expresamente, el presidente del Gobierno en funciones quitaba hierro a las críticas que durante semanas lleva recibiendo por parte del PP por tener "secuestradas" las instituciones y dilatar demasiado los tiempos de la investidura. El pacto con Sumar era el más sencillo, pero sirve al PSOE para rellenar los huecos de un calendario que, cuanto más vacío, más evidencia el duro coste político de la amnistía a los líderes del procés.
En el comunicado remitido por ambas formaciones se asegura que este acuerdo, en el que los detalles más espinosos fueron cerrados por Sánchez y Díaz, es "fruto de las negociaciones que han tenido lugar desde finales de julio"; esto es, nada más conocerse el resultado de las elecciones. Como ya adelantó EL ESPAÑOL, las fricciones afloraron sobre todo en cómo redactar la reducción de la jornada laboral hasta las 38,5 horas sin pérdida de salario.
De hecho, esta era la principal reivindicación de Yolanda Díaz, quien hizo de la medida uno de sus lemas de campaña y de su departamento, el ministerio de Trabajo, la gran punta de lanza de su partido. De ahí que los grandes anuncios del llamado "eje social" —el que depende de PSOE y Sumar, no tanto de los nacionalistas— estén centrados en la línea laborista, como el encarecimiento del despido o la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI).
"Es mucho lo que se ha hecho y además queremos que se sepa. También sabemos que queda mucho por hacer. Se tarda muchos años en construir lo que en poco se destruye. Lo hecho no basta", ha expresado Sánchez. "Vamos a hacerlo aún mejor. Nadie sabe lo que va a ocurrir en los próximos cuatro años, pero las posibilidades son inabarcables", ha culminado.
Las 230 medidas y 48 páginas incluidas en el pacto tienen, según los dos líderes tres rasgos en común: "Están sostenidas por el aval de la ciencia, persiguen aspiraciones recogidas en nuestra Constitución y son compartidas por la inmensa mayoría de la ciudadanía de nuestro país", han resumido, para luego ensalzar que el pacto "no es sólo" para los votantes de PSOE y de Sumar, sino también para "quienes votaron otras opciones, pero que comparten estas ideas".
"Hoy es un día grande. Es un día feliz por la importancia que tiene para nuestro país. No es solo un acuerdo de Gobierno, es un acuerdo con la ciudadanía, un compromiso de país", ha remarcado Yolanda Díaz, quien se limitó a señalar los horizontes progresistas del acuerdo. Si la vicepresidenta miraba al futuro de la coalición, Sánchez reivindicaba los logros del pasado, durante la tumultuosa pero fructífera relación con Unidas Podemos.
Ambos líderes tuvieron que intervenir personalmente al final de las negociaciones para arrancar los principales compromisos del pacto. Así, mientras que Sánchez tragó con la jornada laboral, Sumar aceptó la rebaja (numérica, en algún caso) de gran parte de su programa; además, la ministra de Trabajo tuvo hasta que adoptar el lema de campaña del PSOE —España Avanza— en su presentación, un hecho que levantó más de una ceja entre los miembros de su equipo. Cosas veredes.