Sánchez se proclama "faro que ilumina Europa" contra la ultraderecha: "Aquí la hemos parado"
Clausura las jornadas de los socialistas de la UE: "El Partido Popular Europeo quiere hacernos caer en España, y eso los atrapa en la estrategia del PP, que ha sucumbido a Vox. Les hemos dicho que no, y lo habéis visto en directo".
28 septiembre, 2023 11:11A la misma hora en la que se reunía la cúpula de Esquerra Republicana en el Congreso de los Diputados, con el indultado Oriol Junqueras al frente, Pedro Sánchez se reunía con los socialistas europeos en Madrid. "Somos el faro de Europa, la esperanza... y en España hemos demostrado que se puede, hemos parado a la derecha y a la ultraderecha".
El discurso de Sánchez, clausurando las jornadas de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas, que así se llama el grupo europarlamentario en el que está encuadrado el PSOE en la Cámara de Bruselas, fue grandilocuente. Mezcló su visión europeísta con la caverna de "miedo, angustia y desesperanza" que, dijo, representan las derechas. "Nosotros somos la ilusión, el europeísmo, la respuesta a la zozobra de la mayoría social, que nos dijo el 23 de julio que debíamos pararlos".
No sólo lo dijo en el discurso, ése fue el mensaje fuerza que el PSOE trasladó a los colegas socialdemócratas de la Unión Europea. Así lo confesaba, un día antes, uno de los ministros mano derecha de Sánchez, todavía en plena euforia tras la primera votación fallida a la investidura del popular Alberto Núñez Feijóo.
[Junts y ERC exigen garantías de que la Fiscalía "colaborará" en la aplicación de la amnistía]
Lo que no consta -porque el PSOE no dejó acreditarse a la prensa- que alguno de sus colegas de la UE le preguntara que "a qué precio".
Porque si la clave es que una de las cuatro principales economías del euro, España, no vaya a caer en manos de las políticas conservadoras (y "austericidas", ahora que vuelven las reglas fiscales a la Unión Europea), todo habrá sido calma entre los socialistas europeos.
Pero el caso es que ese ministro ponía el peso no en las políticas económicas, sino en las de "los derechos". Y si la cosa va de eso, de Estado de derecho, se comprendería que alguno de los líderes progresistas de los Veintisiete pudiese ponerle dudas a lo de desmontar las estructuras mismas del imperio de la ley (indultos, sedición, malversación y, ahora, amnistía).
O simplemente, a que las alianzas de Sánchez sean con los separatismos supremacistas de Junts, ERC, Bildu y (más descafeinado, se supone) del PNV.
Pero el presidente en funciones tiene una gran habilidad para utilizar la palanca del poder para mover las rocas más pesadas de los remilgos: "Nos toca ser el baluarte, el bastión de la UE, para demostrar que los derechos y las libertades no se negocian, que no se trafica con la dignidad humana, que el alma de Europa jamás estará en venta", dijo el presidente en funciones.
Parecía una respuesta a las acusaciones de Feijóo, estos días, que precisamente hablaban de "haber puesto España a la venta", ofreciendo la amnistía "y quién sabe si el referéndum" a los separatistas catalanes.
Sánchez no tenía necesidad, porque jugaba en casa, pero sí mezcló constantes referencias a su ejemplo como dique de contención a las derechas, con los "desafíos globales" de Europa: habló de cambio climático, de violencia de género, de digitalización, de derechos LGTBI, de alianzas con Latinoamérica, del Pacto de Migración y Asilo.
El fin y los medios
Pero nada dijo sobre los hitos principales que se conocen, de momento, de su presidencia de turno en la UE. La utilización del ministro de Asuntos Exteriores, como presidente del Consejo de Asuntos Generales, para una misión de partido el día 17 de agosto. Aquel día, José Manuel Albares envió una carta a la Secretaría del Consejo de la UE para imponer un nuevo orden del día a la reunión del 19 de septiembre, con el que tratar de colar la oficialidad de tres lenguas de golpe en la UE.
Tampoco se refirió a la iniciativa que, este mismo miércoles, impulsó el titular de Interior, Fernando Grande-Marlaska. También por carta, solicitó a Europol que borre todos los antecedentes y registros de las hordas independentistas (CDR, Tsunami, etc) de los archivos, porque no deben ser equiparados al "terrorismo"... más allá de que tengan causas pendientes en España por barricadas incendiarias, tomas de aeropuertos, cortes de fronteras y de autopistas.
Se dice que el PSOE de Sánchez asume el lenguaje indepe desde el día que, en diciembre de 2018, asumió en un comunicado conjunto con Quim Torra, que el procés no fue un golpe a la Constitución, sino la consecuencia de un "conflicto político entre Cataluña y el Estado".
No se dice tanto que lo asume aún más cuando eso tiene consecuencias prácticas, políticas, legales, jurídicas o policiales, como las ya descritas.
Y definitivamente, todos callan con el elefante en la habitación (o "la ballena en la piscina") de que ninguno de esos movimientos surgen de la voluntad misma del líder del PSOE español, por una voluntad legítima de solucionar un "enorme lío", en palabras de su antecesor, Mariano Rajoy. Sino que -desde el "conflicto" hasta la petición a Europol- se concatenan en causa-efecto con las demandas de los líderes separatistas, siempre a cambio de los votos que necesita para gobernar o volver a ser el que gobierna.
[Moncloa ya sabía la semana antes del 23-J que la única opción de Sánchez pasaba por la amnistía]
El presidente español, que no fue cuestionado sobre todas las iniciativas que moviliza para mantener la estabilidad de su Gobierno, sí reprochó la aplicación del refrán de que "el fin justifica los medios" a las derechas.
"El Partido Popular Europeo está empeñado en hacernos caer, aquí en España, para que este país sea ejemplo de lo que pueden hacer en Europa... y eso los atrapa en la estrategia del PP, que ha sucumbido sin remilgos a lo que exige Vox. Les hemos dicho que no, ha sido aquí en España, y lo habéis podido ver en directo, compañeros".