El PSOE podrá conservar la presidencia del Gobierno de Navarra pese a la victoria electoral de UPN. Lo hará en virtud de un acuerdo con Geroa Bai –el partido de Uxue Barkos–, Podemos y el apoyo implícito de Bildu. Igual que en las elecciones anteriores, a María Chivite le bastaría una abstención de los de Arnaldo Otegi para permanecer al frente de la Comunidad Foral.

Su dificultad en la negociación que se abre estribará en el Ayuntamiento de Pamplona. Allí también ha ganado UPN, pero Bildu podría hacerse con la alcaldía si los socialistas apoyan la investidura de Joseba Asiron.

Con los datos del escrutinio en la mano, lo más probable es que Bildu proponga un gran pacto al PSOE: ceder la presidencia de Navarra a cambio de hacerse con la alcaldía de Pamplona. El desenlace dependerá de hasta dónde tire de la cuerda cada partido.

En la primera votación, Chivite sumaría sus 11 escaños a los 7 de Uxue Barkos y a los 3 de Podemos. Serían un total de 21, a falta de 4 para lograr la mayoría absoluta. En segunda votación, tal y como marca la ley, se requieren más síes que noes. Ahí entraría en juego el factor Bildu.

Aunque UPN (15), PP (3) y Vox (2) votaran en contra, sólo unirían 20 asientos en contra de Chivite. Ella se impondría con esos 21... y la abstención de Bildu. La izquierda independentista concibe que su influencia en Navarra es una realidad cuando gobierna el PSOE. En cambio, desaparece por completo cuando lo hace UPN.

De ahí que no se descarte siquiera una abstención a cambio de nada. Es decir: que la alcaldía de Pamplona recayera en manos de UPN y que el gobierno de Navarra permaneciera en manos de Chivite para que Bildu, desde fuera, condicionase los presupuestos de cada año, como ha venido haciendo hasta ahora.

La candidata de Bildu en Navarra, Laura Aznal, no tiene un pasado vinculado con ETA, pero su número 2, Adolfo Araiz, fue miembro de la mesa nacional de Herri Batasuna y la hemeroteca está repleta de silencios ante atentados de la banda terrorista como el de Gregorio Ordóñez. Araiz llamó "manifestación puntual del conflicto" al secuestro de un industrial y defendió la llamada ponencia Oldartzen, que pedía "socializar el sufrimiento"; es decir: extender los atentados de las fuerzas de seguridad a distintos miembros de la sociedad.

En 2019, las formaciones no nacionalistas concurrieron a las urnas en una misma candidatura: Navarra Suma. Tras su ruptura, UPN ha seguido ganando las elecciones, aunque sin la contundencia suficiente. Ciudadanos ha desaparecido, ha entrado Vox con 2 parlamentarios y el PP ha obtenido 3.

Al otro lado de la balanza, no ha habido apenas novedades aritméticas, pero sí en el espectro nacionalista. Bildu se ha afianzado como primera fuerza en este campo, 2 parlamentarios por encima de Geroa Bai. Podemos y sus siglas satélites han crecido de 2 a 3.

El Parlamento de esta Comunidad es uno de los más atomizados de España. El bipartidismo es radicalmente inexistente y los pactos de gobierno se trazan al límite: un asiento basta para cambiar las mayorías.

Crisis en UPN

La reedición de la presidencia socialista coloca a UPN en una situación muy delicada. Nunca antes en la historia de la democracia había estado este partido tres legislaturas seguidas en la oposición.

Se trata de la tercera victoria electoral consecutiva de Esparza, pero también en su tercera derrota práctica, ya que volverá a quedarse fuera de la presidencia. En el último congreso del partido, su adversario en primarias fue Sergio Sayas, que ahora pertenece al Partido Popular.

Por tanto, si Esparza dimitiera fruto de su tercer fracaso, no habría un líder claro para sucederle. De momento, el líder y presidente de UPN permanecerá al frente de la organización como testigo de las negociaciones que se van a producir a su izquierda: las conversaciones del PSOE con los nacionalismos.

Pamplona

UPN ha ganado las elecciones en Pamplona, pero el principal movimiento lo ha protagonizado Bildu, que ha aglutinado gran parte del voto nacionalista en calidad de segunda fuerza. Joseba Asiron –que fue alcalde entre 2015 y 2019– ha obtenido 8 concejales por los 9 de Cristina Ibarrola, que da el relevo al actual regidor, Enrique Maya, que se retira de la política.

Dicho de otra manera. UPN tiene claro su camino para conservar la alcaldía: que el PSOE no sume sus votos en favor de Bildu. Esta vez, al contrario de lo que ha ocurrido en otras ocasiones, la izquierda separatista requeriría algo más de los socialistas que una abstención.

En caso de que el PSOE apoyara a Bildu con tal de evitar la alcaldía de UPN, Sánchez habría entrado en una nueva dimensión de sus alianzas. Hasta el momento, los dirigentes socialistas siempre se han justificado diciendo que pactan "políticas concretas". En cuanto a los gobiernos, se han escudado en que una abstención no es un "apoyo". Ese castillo de naipes podría desmoronarse en Pamplona.

La fragmentación de la política navarra permite una vez más al PSOE conservar su importancia en el Ayuntamiento pamplonés pese a sus bajos resultados. Con 5 concejales se tornan bisagra fundamental. La candidatura de Podemos ha sacado un asiento y Vox no ha logrado representación. Los dos ediles de Geroa Bai –Uxue Barkos– denotan el fracaso de este proyecto, que ha extraviado gran parte de sus apoyos en favor de Bildu.

Por último, la candidatura de Carlos García Adanero no ha cumplido con las expectativas que alumbró el PP cuando selló su fichaje: dos concejales. Sergio Sayas y Adanero pertenecían a UPN y eran diputados en el Congreso a través de la coalición Navarra Suma.

Convertidos en azote de Sánchez y sus alianzas territoriales, rompieron la disciplina de voto cuando su jefe, Javier Esparza, les pidió que apoyaran la reforma laboral del Gobierno. Aquella acción determinó su expulsión. Posteriormente, se enrolaron en las filas del PP y Adanero fue elegido candidato a la alcaldía de Pamplona. UPN ha celebrado la victoria con congoja, consciente de que su hegemonía se ha disuelto tanto en Navarra como en Pamplona.