Yolanda Díaz se manchará las manos en campaña, pero no tomará favorito. La vicepresidenta está preparando una agenda electoral que, según han confirmado a EL ESPAÑOL varias fuentes cercanas, tendrá doble baraja en las dos comunidades clave: Valencia y Madrid. Así, la líder de Sumar planea apoyar a los candidatos de Unidas Podemos y, al día siguiente, arropar también a los que serán sus rivales el 28-M, Compromís y Más Madrid. La cuadratura del círculo del espacio progresista.
Díaz lleva semanas debatiéndose sobre qué papel jugar en la campaña del 28-M, temerosa de agitar el precario equilibrio en el que se fundamenta Sumar. En un principio, la idea de su equipo era llevar un perfil bajo en las elecciones, no mancharse con la campaña y llegar "limpia" a las generales de final de año, pero finalmente fue ella quien decidió tomar partido. Por partida doble.
Eso significa que lo hará también por Podemos, el único del espacio del cambio que no asistió a su acto de presentación de Sumar en Magariños. Desde el partido liderado por Ione Belarra llevan semanas reclamándole participar representando a la formación política "que la hizo vicepresidenta", en referencia a UP, pero —piensa Díaz— decantarse por uno implicaría romper relaciones con sus satélites, Más Madrid y Compromís. No hacerlo por ninguno, asume, sería una irresponsabilidad.
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La única opción viable era este rompecabezas electoral, sobre todo porque la izquierda se la juega en esas dos plazas más que en ningún sitio. En la Comunidad Valenciana, el Gobierno del Botànic depende de que Héctor Illueca, candidato de Podemos y uno de los primeros colaboradores de Díaz, consiga superar el umbral del 5% necesario para tener representación parlamentaria. A la vez, la candidatura de Joan Baldoví (Compromís), molesta por este doble juego de la vicepresidenta, fue una de las primeras en apoyar Sumar antes incluso de su nacimiento. Las plazas elegidas serán Alicante y Valencia.
En Madrid, la lista de Mónica García (Más Madrid) es la líder de la izquierda por delante del PSOE, mientras que la de Alejandra Jacinto (Unidas Podemos) combate contra la desaparición. Díaz, que no quiere desatender a ninguna, acompañará a ambas —por separado— en la Pradera de San Isidro, como hizo ya en la manifestación del 1 de mayo. Lo importante es que nadie se presente a las urnas sin una foto con Yolanda Díaz.
Esa misma tarde se desdoblará en Rivas, una plaza complicada en la que el pacto de coalición saltó por los aires a última hora. El histórico bastión progresista, una de las "prioridades" de Díaz, dejó entonces una imagen desoladora para la izquierda madrileña: Más Madrid e IU por un lado; y Podemos en solitario por otro.
"Sumar no se presenta a las próximas elecciones, pero somos conscientes de su importancia", resumen desde el equipo del Ministerio de Trabajo. "Yolanda participará en campaña para ayudar a las formaciones progresistas a consolidar gobiernos que han servido para recuperar derechos de la ciudadanía e impulsar candidaturas de confluencia que puedan hacerlo en un futuro próximo", resuelven.
Además de las dos comunidades críticas, la vicepresidenta ha acordado una gira de 18 actos de campaña (4 de ellos en Cataluña) en 11 regiones. Esquivará los territorios en disputa de la izquierda (Canarias, Aragón, Castilla-La Mancha y La Rioja) y viajará a Lena, Mieres, Montcada, Valladolid, Alcorcón, un destino por confirmar en Galicia, Pamplona, de vuelta a Cataluña, Mérida, Sevilla, Málaga, San Sebastián y Mallorca. Cerrará la campaña en la Barcelona de Ada Colau.
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Foto con Podemos
Queda pendiente en la agenda electoral un elefante en la habitación: si la vicepresidenta coincidirá o no con Ione Belarra e Irene Montero en algún acto, ya sea un mitin o en cualquiera de los nuevos formatos que está preparando. A mediados de marzo, la secretaria de Organización de Podemos, Lilith Verstrynge, envió al jefe de gabinete de Díaz, Josep Vendrell, un "borrador de calendario" para cuadrar agendas con las ministras y poder sacar la foto de la reconciliación, pero no recibió respuesta.
La intención de los morados, dicen fuentes cercanas, era tender la mano a la vicepresidenta para que apoyase "las candidaturas del espacio político al que ya representa", en referencia a la marca Unidas Podemos. El problema es que esa negociación coincidió con otra algo más complicada, la de Magariños, en la que Podemos se negó a participar en la presentación de Sumar. Aquella trifulca escenificó más que nunca la guerra entre ambas direcciones, esa que ahora se acalla por motivos electorales.
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Aunque la comunicación entre ambos ha mejorado en los últimos días, desde la franja morada se quejan de que Díaz nunca pone negro sobre blanco, que la vicepresidenta va a su aire y que no cuenta con ellos para organizar sus actos electorales.
"No hablan con nosotros. Lo poco que sabemos nos lo han dicho los territorios", señalan fuentes de la dirección estatal de Podemos. La semana pasada Ione Belarra recibió llamadas de sus delegados en País Vasco, Navarra y Extremadura avisándole de que el equipo de Díaz se había puesto en contacto con ellos para diseñar la campaña. Con la ministra de Derechos Sociales, en cambio, no intercambió ni un mensaje.
De momento, el único pacto ha sido el silencio programado de los últimos días. La cúpula de Sumar mantiene desde hace semanas que "hablar de la interna y estar a malas no nos viene bien a ninguno", un diagnóstico que comparten desde Podemos. Sobre todo, porque el cruce de acusaciones de unos a otros pone en una situación complicada a los propios candidatos de mayo, más centrados en las urnas que en la vida orgánica de los partidos.