Fue un guiño, un gesto, pero más de lo esperado. Si la primera jornada de esta extraña moción de censura la protagonizó el ticket electoral de Yolanda Díaz, la segunda ha sido la reconciliación de Pedro Sánchez a los mismos socios morados a quienes denegó la palabra la semana pasada. El plan del presidente es tender la mano y confrontar dos proyectos políticos: el del Gobierno de coalición que consigue cosas y el de la oposición catastrofista que intenta destruirlas.
"El apocalipsis no ha llegado ni se le espera. Este Gobierno está fuerte y tiene ganas de seguir avanzando, con valentía, dispuesto a consolidar una década de progreso que los ciudadanos se merecen", cerró el presidente las más de tres horas de debate haciendo uso de la prerrogativa para intervenir en cualquier momento.
Aunque no hizo mención explícita a sus socios, su discurso estuvo plagado de referencias a la labor conjunta de Gobierno, que prácticamente presentó como un solo bloque indistintamente del color de cada uno. Y de paso, evitar un poco el favoritismo demostrado el martes.
De cara a futuro, Sánchez sabe dos cosas: que no puede gobernar sin Yolanda Díaz; y que Yolanda Díaz no es útil sin Podemos. La estrategia, por tanto, sigue tomándose como una suerte de Gobierno tripartito, con tres sensibilidades pero un mismo proyecto contra los dos principales partidos de la oposición.
"Derecha y ultraderecha quieren echar el reloj atrás. La única razón de esta moción destructiva es retroceder 50 años. No hay candidato del Gobierno ni programa de gobierno, sino un partido que promueve el desorden e intenta socavar los valores democráticos", resolvió Sánchez.
La defensa de los dos proyectos de país ha sido una tónica habitual de Sánchez y Díaz durante los últimos dos días. Ya el lunes el presidente, en su primera respuesta y luego en otras réplicas, contrastó la idea de "ese proyecto destructivo de pasado, de hace 10 años [en el caso del PP] o de medio siglo [en el de Vox]" con "el Gobierno legítimo" que representaría la coalición PSOE-Unidas Podemos.
El Ejecutivo en general y el PSOE en particular está contento con la moción de censura. Los socialistas consideran que el choque de posiciones ha servido para dejar claro que Vox y el PP forman un bloque, para reactivar al electorado de izquierdas en torno a Yolanda Díaz y para volver a cohesionar la coalición con Unidas Podemos tras varias semanas difíciles.
[Sánchez utiliza la moción de Vox para ayudar a Yolanda Díaz a imponerse a Podemos']
Sánchez también ha cogido el testigo de Vox y ha utilizado buena parte de su tiempo no para criticar al candidato Tamames sino para exponer a Alberto Núñez Feijóo, que dio orden al PP de abstenerse y no se presentó en el Congreso en ningún momento. Incluso, el presidente dedicó un momento a alabar "la lucidez y decoro" del exlíder popular, Pablo Casado, al votar no a la anterior moción de censura.
"Y ahora el líder calla, y con su silencio lo dice todo, que necesitan a Vox para intentar gobernar en ayuntamientos y comunidades autónomas, por eso el PP pasa a la indecente abstención", recalcó Sánchez. Y, frente a ellos, "hay un Gobierno de coalición garantizando la paz social".