Ni se dejó ver ni votó a distancia. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no acudió este martes a la toma en consideración de la reforma de la ley del sólo sí es sí, aprobada por 231 votos a favor en el Congreso de los Diputados. Tampoco recurrió al voto telemático, el cual suele pedir cuando se encuentra fuera de España.
El del presidente fue uno de los cinco votos no emitidos en uno de los debates más intensos de la legislatura, el primero en el que los socios de la coalición votan separados una de las leyes emanadas del Gobierno. Tampoco votaron la socialista Carmen Baños, la diputada Míriam Nogueras, el parlamentario Tomás Guitarte y el exdiputado Alberto Rodríguez, cuyo escaño sigue vacío.
No es la primera vez que Sánchez opta por no aparecer en el Congreso, pero sí ha sido la más sonada. Fuentes parlamentarias aclaran que el presidente no suele votar –ni aparecer– excepto cuando las votaciones están en riesgo, para las cuales suele pedir pedir el voto telemático.
En este caso, Sánchez, que no tenía ningún acto programado para el martes por la tarde, decidió ahorrarse la "foto de la vergüenza al lado del PP", tal y como lo calificó Podemos este lunes, y esquivar la votación.
El presidente, al igual que la vicepresidenta Yolanda Díaz o la ministra Irene Montero, no renunció a su acta de diputado al llegar al Gobierno, por lo que su botón sigue siendo clave en los debates apretados. Este no era el caso, ya que el PSOE contaba con el apoyo del PP, PNV, Ciudadanos y PDeCAT, entre otros: en total, una holgada mayoría de 231 votos frente a los escasos 58 en contra.
Una ministra sola
Aunque el resto sí que votó, nadie estuvo con Montero durante el debate. La ministra de Igualdad, la más vilipendiada por la división de la coalición, asistió sola a las casi dos horas de chaparrón de los grupos parlamentarios. Sólo la titular de Derechos Sociales y secretaria general de Podemos, Ione Belarra, se sentó en la bancada azul junto a ella.
Yolanda Díaz, la más señalada por este hecho, justificó su ausencia –acudió sólo a última hora para votar– afirmando que nunca asiste a tomas de consideración y que estaba pendiente de la Mesa del Estatuto del Becario que se celebraba esa misma tarde. La parte del Gobierno socialista esgrimió excusas similares.
Por su parte, el presidente no sólo no llegó a votar, sino que no irá al acto del 8-M que organiza el Ministerio de Igualdad y al que sí asistió el año pasado. No se ha pronunciado al respecto ni ha hecho ninguna alusión al debate.
Tampoco era una píldora fácil de tragar. La sesión más kafkiana de la legislatura se saldó con imágenes impensables hace meses, como la de las ministras Montero y Belarra aplaudiendo repetidamente a la diputada Lucía Muñoz (UP), quien acusaba a sus socios de Gobierno de traicionar a las mujeres, de antifeminismo, de promover "el Código Penal de La Manada" y de que la calle pararía la reforma "de los fascistas".
Si cabe, esta situación ha evidenciado aún más la brecha en el Gobierno de coalición, más separado que nunca en la víspera del 8-M, Día Internacional de la Mujer. Un hecho que tampoco pasó desapercibido para la portavoz del PP, Cuca Gamarra, que durante el debate recalcó la falta del presidente.
"¿Dónde está hoy Pedro Sánchez? ¿Dónde está la parte del Gobierno socialista que no está aquí dando la cara? ¿Dónde está la ministra de Justicia?", preguntó desde la tribuna.
Irene Montero, por su parte, criticó la postura de los socialistas asegurando que "ante las decisiones judiciales de rebajas de penas hay que dar una respuesta unitaria como Gobierno y desde la mayoría feminista del Congreso".
"Votar con el PP este retroceso en derechos de las mujeres solo agrava el problema", reflejó en Twitter tras la votación.
Este miércoles, ambos partidos asistirán más separados que nunca al 8-M, que sirve como primer capítulo para una negociación que hoy por hoy nadie contempla. Faltan menos de 100 días para las elecciones autonómicas y la olla a presión del Gobierno está a punto de estallar.