Una vez terminada la cumbre de la OTAN, con la satisfacción notable de Moncloa por su desarrollo y sus conclusiones, le llega al presidente del Gobierno el momento de retomar los asuntos domésticos.
Tenía pendiente aclarar si tomará decisiones de cambios estratégicos o de estructuras como consecuencia de los resultados electorales adversos, especialmente el de Andalucía, y pensando en abordar la remontada para las elecciones generales de 2023.
La decisión es sólo suya, pero dirigentes socialistas coinciden en que esos anuncios podrían producirse la próxima semana, antes de que en la siguiente el presidente del Gobierno comparezca en el Congreso para el debate sobre el estado de la nación que se celebrará los días 12, 13 y 14.
No es seguro que Sánchez decida hacer cambios y, por tanto, tampoco es posible saber cuál sería su alcance.
Las fuentes consultadas explican que las dudas del presidente del Gobierno se refieren precisamente al punto sobre el que él mismo ha dejado caer públicamente sus lamentos: la falta de eco de su gestión y las dificultades para llegar a los ciudadanos.
Según el análisis de los socialistas, esas carencias se refieren a las relaciones con los medios de comunicación, la propia política de comunicación y la actuación de los portavoces, entendiendo por tales los ministros y dirigentes del partido que cada día exponen los mensajes.
Sobre lo primero ya expresó Sánchez su lamento por las “terminales mediáticas” que no reflejan las actuaciones del Gobierno.
Lo segundo y tercero fue apuntado por el presidente del Gobierno en la reunión de la Ejecutiva de la pasada semana y tiene que ver con la coordinación con el partido y el funcionamiento de su cúpula.
De todo ello, fuentes socialistas deducen la posibilidad de que pueda reforzarse la dirección del PSOE para que actúe como eco de las decisiones del Gobierno y para facilitar su movilización de cara a afrontar el año que hay por delante hasta las elecciones generales.
Hace sólo un año que ya se produjeron cambios profundos en el partido y en el Gobierno, con relevos notables como el de la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, lo que ha terminado por restar peso político al Ejecutivo.
También salió José Luis Ábalos como ministro y como portavoz en la práctica del PSOE, puesto en el que fue sustituido por Felipe Sicilia, con idéntico efecto de pérdida de peso político.