Los miembros de la dirección nacional de Vox están enfadados con Macarena Olona. Las fricciones con algunos de ellos vienen de largo, pero el detonante ha sido la fallida campaña para las elecciones andaluzas que se celebraron el pasado domingo. En esta, la candidata a presidir la Junta de Andalucía desobedeció sistemáticamente las consignas de la cúpula. Mantuvo, dicen fuentes cercanas, una actitud "díscola".
La estrategia pergeñada desde la madrileña calle de Bambú tuvo poco que ver con lo que los andaluces terminaron visionando las dos semanas previas al 19J. Una campaña extraña —casi histriónica— basada en la reivindicación de la "identidad andaluza" de la candidata, sin las propuestas características de la derecha radical.
Según ha podido saber EL ESPAÑOL, los dirigentes de la formación se reunieron este martes a última hora de la tarde para poner en común una sus reflexiones sobre las elecciones andaluzas: qué fallos se cometieron y cómo podrían evitarse en lo sucesivo.
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Casi todos coinciden en señalar que faltaron propuestas en materia laboral —especialmente en agro-industria—, que fue un error cargar contra Canal Sur (obsesión de su ex director de informativos, y jefe de campaña de Olona, Álvaro Zancajo) y centrar el discurso en la reivindicación de la "identidad andaluza" de Macarena Olona, apostando por un folclore caricaturesco.
Nada que ver con lo que se vio en Castilla y León, donde un candidato desconocido, Juan García-Gallardo, consiguió la Vicepresidencia de las Cortes gracias a un argumentario centrado en la defensa del campo y del trabajador, del retorno de la juventud, de las infraestructuras y de la España Vaciada. Banderas otrora asociadas a la izquierda y que a Olona le reprochan no haber sabido —o querido— enarbolar.
1.- Exceso de confianza
La cúpula de Vox está convencida de que el plan estratégico y discursivo pergeñado para las elecciones andaluzas era de plena solvencia, y que hubiera logrado un resultado similar, si no mejor, al cosechado en tierras castellanoleonesas. Pero creen que la candidata pecó de un exceso de confianza, creyéndose los sondeos internos que la posicionaban con unos 25 diputados. Y actuando, en consecuencia, con soberbia.
Así se evidenció en alguna intervención en los medios, como cuando en el debate electoral televisado, propuso a Juanma Moreno Bonilla, candidato que encabezaba todas las encuestas, ser su vicepresidente en la Junta. "¿Va a ser mi vicepresidente?", le retó ante la incredulidad de muchos.
Lo que había detrás de esa maniobra retórica, que atribuyen a Zancajo, era el intento de presentarse como un partido con posibilidades reales de dar el sorpasso al PP, y esquivar la idea de que Vox está cómodo en una posición subalterna y que sólo aspira a sustituir a Ciudadanos como socio de coalición de los populares.
2.-No pisar la calle
Una de las consignas, precisamente, que se le dio a Macarena Olona fue la de pisar la calle, recorrerse todos los municipios y hablar con los vecinos. Un ejemplo paradigmático de hasta qué punto este mandato fue desobedecido es que, según fuentes locales, pasó mucho más tiempo en el hotel en el que se hospedaba que en otros establecimientos de los pueblos. Una anomalía entre los candidatos de Vox.
3.- No seguir el argumentario
Olona tampoco siguió el argumentario. Un fallo especialmente grave teniendo en cuenta que Vox goza de un nutrido grupo de asesores que elaboran infomes ad hoc para cada elección autonómica. Estos, como en el caso de Castilla y León, oscilaban en torno a la reivindicación de lo local y, sobre todo, al mundo de la agricultura.
Una estrategia que tiene un doble sentido: mostrar a la derecha como la nueva salvaguarda de los trabajadores ante una izquierda que los ha abandonado, y fagocitar a la España Vaciada, cuyas plataformas están ganando mucho predicamento en regiones como Andalucía, Extremadura o Castilla-La Mancha.
Por el contrario, la abogada del Estado en servicios especiales no supo esquivar el empeño de los medios en que los candidatos de Vox terminen hablando de temas nacionales, ajenos al contexto provincial, como la educación sexual, la inmigración y la violencia de género.
4.- No respetar a Abascal
El ejemplo más paradgimático de que Macarena Olona pudo haber tenido una actitud díscola durante la campaña es que saboteó el discurso de Santiago Abascal en distintos mítines, hasta el punto que el presidente del partido hubo de reconvenirla en público: "Macarena ha dado el primer golpe, pero yo remacharé el clavo...".
Lo que había sucedido es que la candidata a la presidencia de la Junta había pisado el discurso de su jefe, en contenido y continente, cuando ambos habían convenido antes qué temas tratarían cada uno respectivamente. Lo hizo, según interpretan fuentes cercanas a Abascal, deliberadamente.
Acaso porque no es la primera vez. Basta con seguir y analizar los discursos de campaña de ambos para percibir que Olona entra siempre en los temas típicos de Abascal, hasta el punto de que tomó por lema su frase "sin miedo a nada ni a nadie".
El caso es que la candidatura de Olona fracasó. El partido aspiraba a 25 escaños y cosechó 14; soñaba con entrar en la junta de Andalucía (condición sine qua non para llegar algún día a Moncloa) y son ahora irrelevantes en la política autonómica.
Es por todo esto que la cúpula de Vox ha dictado sentencia: Macarena Olona es la culpable, y su castigo será mantenerse en la política regional sin volver a Madrid. Aunque tratándose de una política a la que sus dirigentes se refieren internamente como un "verso suelto" o un "electrón libre" nada puede descartarse. "No puedo asegurar cuáles son los designios de Dios", dice ella.