La versión oficial del Gobierno, expresada por diferentes ministros en los pasillos del Congreso, es que Juan Carlos I es libre de volver a España cómo y cuándo quiera. Pero más allá de esa versión, fuentes de la Moncloa explican que el Ejecutivo está muy molesto por el hecho de que ese regreso se convierta en un espectáculo en las regatas de Sanxenxo.
Según estas fuentes, la idea que se barajó en las conversaciones con la Casa Real era la de un regreso discreto y fuera de los focos. Sin embargo, el anuncio de la semana pasada de la conversación telefónica de Felipe VI con su padre y la posterior confirmación extraoficial de que viajaría este próximo fin de semana a las regatas, ha convertido ese regreso en un acontecimiento público que congregará a cientos de periodistas en Galicia.
Por eso, el Gobierno dice en público que no es una decisión que le competa, pero esas fuentes transmiten un notable disgusto.
Lo que sí mantiene el Ejecutivo es que el Emérito debe dar explicaciones sobre sus actividades. Así lo dijo hace meses el propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y así lo repitió este martes la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros.
Críticas de los socios
Más duros han sido algunos de sus socios parlamentarios. Joan Baldoví, de Compromís, ha llegado a calificar a Juan Carlos de "sinvergüenza" y le ha afeado tener "cara dura". Íñigo Errejón, de Más País, ha pedido a Juan Carlos "que disimule" para "que parezca que se arrepiente un poco" por su comportamiento.
Pablo Echenique, portavoz de Unidas Podemos en el Congreso, bromeó incluso en Twitter al conocer la vuelta del Emérito compartiendo el titular de la noticia y enlazándola a la cuenta oficial de la Policía Nacional, dando a entender que es un delincuente.