Un hombre solo, apoyado en un bastón, recorre el Palacio de Congresos de Sevilla camino del auditorio. Lleva el rostro embozado por la mascarilla y la cabeza cubierta por una visera negra de invierno, como un viejo lobo de mar.
–Disculpe, ¿puedo hacerle unas preguntas? Imagino que lleva usted viniendo a estos congresos toda la vida.
El hombre solo se detiene, apoya las manos en el bastón y derrama su mirada sobre el periodista.
–Diga.
–Lo primero, déjeme que apunte, ¿cómo se llama usted?
–Soy José Manuel Romay Beccaría.
–¡Don José Manuel, no le había reconocido!
–Normal, cómo me iba usted a reconocer. Voy muy agachado, tengo problemas en una vértebra. La mascarilla, la visera...
–¡Pero hoy usted es el padrino de la boda!
–Eso es verdad.
–¿Puedo hacerle, en lugar de unas preguntas, una entrevista? Nadie conoce a Alberto Núñez Feijóo mejor que usted.
–Eso también es verdad. Búsqueme esta tarde.
–Deme, por favor, su número de teléfono.
–No me lo sé. Tendrá que buscarme.
Romay Beccaría (Betanzos, 1934), con casi noventa años, apoyado en su bastón, conoce de pronto, a media tarde, el peligro de la política de la imagen. Desde el escenario, Feijóo, consciente de que ha venido a verle su maestro, le dedica unas palabras muy emocionantes.
Lo sitúa, y es un hecho, como uno de los grandes oráculos del PP. A Fraga le aconsejó que eligiera a Aznar. A Aznar le aconsejó que eligiera a Rajoy. Y cuando Rajoy se fue, le pidió a su querido "Alberto" que se presentara. No le hizo caso. A la segunda ha ido la vencida.
Cuando Feijóo habla de Romay Beccaría, una cámara enfoca al hombre solo. Él, sentado en su butaca, saluda tímidamente. El público, enardecido, le brinda una gran ovación. Una ovación de varios minutos.
Al caer la noche, para más inri, Feijóo nombra a Romay Beccaría vocal del Comité Ejecutivo Nacional. Vuelven a enfocarle. Vuelven a aplaudirle. Incluso los más jóvenes ponen ya cara a uno de los gallegos más ilustres del PP.
Ya no existe el hombre solo. Romay Beccaría, apoyado en su bastón, abandona el Palacio de Congresos convertido en una estrella del rock. Todo el mundo quiere fotos con él.
–¡Don José Manuel, aquí! ¡La entrevista!
–Venga, venga, pregunte.
–¿Así, ahora?
–Por supuesto –cogemos del brazo derecho a don José Manuel. Del izquierdo lo lleva Ana Pastor. Caminamos y preguntamos.
Antes, un breve currículum: Romay Beccaría ha presidido dos veces el Consejo de Estado. Una con Aznar y otra con Rajoy. Fue vicepresidente de la Xunta de Galicia en su primer gobierno autonómico. Lo hicieron tesorero tras el lío de Bárcenas. Incluso llegó a presidir el PP durante unos días.
Conoce a la perfección el sector público. Entró, con Franco, como secretario general de Sanidad, año 1963. Culto, lector voraz. Aprendió el alemán para leer a sus autores favoritos en materia de Derecho Administrativo. Le fascinan, en otro orden, Popper y Steiner.
Don José Manuel, usted conoce mejor que nadie a Núñez Feijóo. Trace, por favor, un retrato de él.
Pues, mire, es una persona con unas cualidades muy...
¡Señora, señora! Espere, por favor. Aunque no lo parezca, estamos haciendo una entrevista –se le ha echado encima una mujer, que le dice que le quiere–. Disculpe, me decía.
Alberto tiene unas cualidades excepcionales, pero eso es ya bien sabido y conocido. Posee un gran sentido de la responsabilidad. También, una gran modestia personal. Y un deseo de acertar con los problemas entre manos. Aprecié su valía en todos los puestos que desempeñó conmigo. Ah, sabe formar buenos equipos y liderarlos. Se formula los objetivos con mucha racionalidad.
Usted lo fichó.
Sí, sí, efectivamente. Lo conocí cuando era un joven funcionario de la Administración autonómica de Galicia. Pero ya vi cualidades excepcionales por ese sentido de la responsabilidad del que le hablaba. ¡El cumplimiento del deber! Eso le hace ser muy eficaz.
(Romay Beccaría, elegido por Aznar ministro de Sanidad, se llevó a Feijóo a Madrid como responsable de una de las instituciones más mastodónticas de la Administración, el INSALUS. De ahí, Feijóo pasó a presidir Correos. Después, don José Manuel fue clave en convencerle de que regresara a Galicia para resolver la sucesión de Fraga).
¿Nunca le falló?
Nunca me falló.
Y mire que ha habido líos en el PP.
Y tanto, pero es que Alberto es de una valía excepcional.
Últimamente, se ha hablado hasta de espionaje. Se montó una batalla interna tremenda. Ahora llega Feijóo.
Incluso antes de empezar, ya ha demostrado ser la persona idónea. Hemos visto una unanimidad como muy pocas veces antes. No es frecuente hallar esta unanimidad en torno a un líder político.
¿Qué debe hacer el PP? La situación, electoralmente, es delicada. No despega. Sánchez parece cómodo.
Es sencillo: recuperar la ilusión y el espíritu de trabajo con el que llegó a obtener mayorías absolutas.
Hombre, don José Manuel, pero me refería al cómo. Por ejemplo, Vox es una seria amenaza por la derecha. Ya tienen 52 escaños.
El PP debe bascular entre el centro y el centro-derecha. Y afrontar con seriedad los problemas que tiene el país.
En Vox y otros sectores de la derecha dicen que Feijóo es nacionalista.
No hace falta ni que lo desmienta. Alberto es una persona muy equilibrada. Sabe muy bien cuáles son los límites que no se deben traspasar.
Se ha cruzado usted toda España para venir.
Sí, he querido estar aquí porque Alberto es una persona entrañable, ha caminado a mi lado mucho tiempo. Oiga, no ha sido para tanto. Una hora y pico de vuelo desde La Coruña.
¡Usted vuelve a la política, le han nombrado vocal del Comité Ejecutivo Nacional!
Es un cargo muy honroso, pero soy consciente de mis limitaciones.
¿Algún consejo para Feijóo?
Alberto ya no necesita consejos, salvo que los pida.
Romay Beccaría ha llegado, por fin, a la puerta del recinto. Sonríe y posa ante la cámara. Dicen quienes le conocen que es hombre de pocas palabras. Irónico e ingenioso, pero poco dicharachero. Sin embargo, hay algo nuevo en esa sonrisa. Quizá un horizonte. A sus ochenta y ocho años, estrena otra vida. No sólo le quedan recuerdos. Vivirá otra aventura, por fin, a través de su discípulo.