Sevilla

A las puertas del Palacio de Congresos de Sevilla, un cartelón enorme: "Lo haremos bien". El marianismo habría elegido un "lo haremos como Dios manda" y Casado, que aquí yace, de cuerpo presente, habría puesto un "lo haremos de puta madre". Entre uno y otro está Feijóo. En presente, porque aunque no lo han votado todavía, lleva más de un mes actuando como jefe.

"Lo haremos bien" es el lema de la generación "zampada". Así encuadran algunos miembros del partido a quienes calzan entre 45 y 60 –año arriba, año abajo–, que se quedaron a dos velas cuando les tocaba a ellos. Se fue Rajoy... y les adelantaron los de Nuevas Generaciones. Pero ya han llegado los adultos: Feijóo (60), Cuca Gamarra (47), Esteban González Pons (57), Elías Bendodo (47)... José Antonio Monago, el líder de Extremadura, lo define como la vuelta de "las canas". ¡La revolución de las canas!

En el PP, ya no está de moda el tuit. Tampoco Instagram. Resulta llamativo el desierto en que se ha convertido esta mañana el photocall. En la era de Teodoro, no cabía ni un alfiler. Fíjense si se ha propuesto ser soso Feijóo que se ha dejado la inmersión lingüística en Galicia. El "lo haremos bien" luce así, en castellano, sin lenguas vernáculas alrededor.

Menos mal que ha aparecido Almeida, que gasta sentido del humor incluso siendo del Atleti. Pero llegaba el alcalde y no saludaba, no había manera. Cogía oxígeno a bordo de sus náuticos, cercado por los fans.

–Alcalde, no hay manera de saludarle.

–Sí la hay, ¡pero os estaba evitando!

–Tiene usted la técnica muy perfeccionada. Eso se aprende por la noche.

-Es verdad, pero, ojo, la noche sevillana es distinta.

–¿Tiene planes para hoy?

–Uf (silencio). Hay que votar a las nueve de la mañana.

En un corrillo justo al lado, un tal "Manolo" le dice a otro dirigente del partido que es de El Bierzo. Éste le responde: "Qué maravilla, León". Pero Manolo se subleva: "No, no, de El Bierzo". Cuando ve que su nacionalismo no es bien recibido, recurre a un chascarrillo: "¡Feijóo dice que es la quinta provincia de Galicia!". ¡Ay!

Y en ese momento aparece el propio Feijóo. Las cámaras de televisión acuden a su encuentro. Comienza a escribirse lo mejor que ha hecho el PP por la literatura en mucho tiempo: promocionar La Colmena. Sumergido en una nube de periodistas, un enjambre de ruido e insistencia, el todavía presidente de Galicia enfila la cuesta camino del auditorio.

"¡Ahí va la colmena! ¡La colmena!", grita un periodista que, rendido, se aparta del camino xacobeo. Como por arte de magia, aparece Cuca Gamarra. Luego Juanma Moreno. En un ejercicio de brujería, consiguen meterse dentro de la nube.

Radios y televisiones decían que Feijóo sólo se presentaría a la presidencia del PP si lo conseguía por aclamación. Finalmente, como en una mañana de julio en San Fermín, en homenaje a Miura, lo ha hecho por estampida.

Dejando heridos a su paso. El locutor de Radio Nacional pierde la espumilla de su micrófono. Se lo acercan, por error, a una afiliada conservadora. "Oiga, ¿es suyo?". "¡No, no!", responde asombrada, como si le hubieran ofrecido la alcachofa de la Reichs-Rundfunk Gesellschaft.

Cuando desaparecen los artífices de la revolución canosa –que Cuca me perdone–, vuelve la calma al auditorio. Feijóo se reúne en un despacho con los que van a mandar. Sólo quedan en el pasillo algunos diputados y concejales a los que nadie se acerca. Al final, sin periodista al que contarle su rollo, acaban saludándose entre ellos.

Los afiliados reciben, con reiteración de fábrica, una bolsa de tela color crema. Dentro, un cuaderno, un bolígrafo y una postal que dice "Hola, soy Sevilla y tengo mil caras por descubrir". Van tomando asiento en el auditorio.

Es un auditorio entregado porque la prensa no puede pasar. Está lleno de pupitres con unas cartulinas amarillas puestas boca arriba que lucen un "Sí" enorme. Empieza una riada de opiniones entusiastas: "¡Alberto va a conseguir en el gobierno de España su quinta mayoría absoluta!". "¡Feijóo es un buen Feijóo!", ha llegado a decir Bea Fanjul en el paroxismo de la alabanza.

No vendrá Aznar, que seguro ha enfermado tras conocer la oda a las canas. Ha aparecido, de primeras, en un vídeo promocional con ese pelazo castaño. Aquí no encaja. Arengará por videoconferencia.

Con todas las entradas vendidas, con el sarao ya inaugurado, aparece un hombre apoyado en un bastón. Con una visera azul marino, de invierno, y la mirada derramada en el horizonte.

–Disculpe, ¿quién es usted?

–¡Soy Romay Beccaría!

–¡El padrino de la boda!

–Por supuesto –don José Manuel fue el descubridor de Feijóo, quien le dio sus primeros cargos importantes.

–¿Y cómo lo ve?

–Bien, bien, ya lo verá. Se acabaron los líos.

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